n una comida con escritores y periodistas, en mayo de 1989, el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari les anunció el inicio del proceso para formalizar las relaciones entre México y el Vaticano, para cambiar un amasiato por una relación respetuosa entre un Estado laico y uno religioso.

Varios de los presentes le dijeron lo sano que resultaba tener a distancia a la jerarquía católica por lo nocivo y peligroso que era darle más poder del que ya tenía, tal como ocurría en España y América Latina. Le recordaron, además, su comportamiento en la historia nacional.

Tres años después, en septiembre, se anunció el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos estados. Salinas supo sacarle partido político a la nueva era: mostró a un México plural y tolerante mientras tuvo apoyo de la jerarquía en tiempos difíciles. Como cuando asesinaron en Guadalajara el cardenal Posadas Ocampo o con motivo del alzamiento zapatista.

Tenían razón los comensales de 1989: hoy vemos la rebelión de parte importante de la jerarquía eclesiástica contra las instituciones nacionales. El motivo principal es la iniciativa sobre matrimonios igualitarios planteada por el presidente Peña Nieto a fin de que lesbianas, homosexuales y transexuales tengan los mismos derechos que el resto de los mexicanos.

Quien encabeza la cruzada es el cardenal Norberto Rivera, acusado de proteger pederastas y sus ligas con el poder económico-político. Su sede pastoral está en la entidad del país que más reformas ha hecho en favor de la tolerancia.

Por medio del semanario Desde la Fe lanza severas críticas a los poderes de la nación y a Peña Nieto. Lo secundan otros obispos. El de Culiacán, Jonás Guerrero, lo insultó al decir que ¿No será que anda buscando gavioto en vez de gaviota? El de Toluca, Francisco Chavolla, le recordó la Biblia: ¡Dios creó a Adán y a Eva, no dos Adanes, no dos Evas!

Además, en Desde la Fe califican de fracaso las grandes reformas económicas del gobierno y una aberración las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. A ello se suma, con el aval del Partido Acción Nacional, la oposición a los libros de texto, por tratar el tema de la educación sexual. En Monterrey amenazan con quemarlos.

México es un Estado laico. Claramente la Constitución fija a las iglesias y sus representantes sus derechos y deberes. Entre ellos, no asociarse con fines políticos. Ni oponerse en reunión pública, actos del culto, propaganda religiosa o publicaciones de carácter religioso, a las leyes del país, sus instituciones y los símbolos patrios.

Como en el siglo XIX, está en marcha la rebelión de las sotanas. Ausentes, los émulos de Juárez y los próceres de la Reforma para enterrarla.