ace unos días, el equipo del gobernador electo, Alejandro Tello, informó que éste se reunió con Salvador Cienfuegos Zepeda, secretario de la Defensa Nacional, para analizar la situación de inseguridad en el estado y, es de suponerse, pedirle opinión sobre la política a seguir y comentar los perfiles de quienes estarán al frente de esa responsabilidad en el gobierno entrante.

Hasta ahora no se ha dado a conocer el marco conceptual que guiará la elaboración de las políticas en esta materia y se han enviado mensajes contradictorios sobre si la sociedad debe esperar cambios de fondo o si habrá continuidad en lo esencial.

Las autoridades del país y del estado sólo utilizan el concepto de seguridad pública, que no contempla las raíces de los actos de violencia ni identifica problemáticas sociales prevenibles, y al mismo tiempo reducen salarios y derechos y se desentienden de la corrupción y la impunidad. Eso explica el recrudecimiento de la violencia en la entidad en lo que va de 2016.

Un verdadero cambio se iniciaría con la decisión de adoptar en serio el paradigma del desarrollo humano de la Organización de Naciones Unidas, que define la seguridad humana como vivir libre de temor y libre de necesidad, al tiempo que centra la seguridad ciudadana en el bienestar de las personas y en la protección de un núcleo básico de derechos.

Este enfoque considera que el fortalecimiento de la seguridad ciudadana depende de la construcción de instituciones y formas de convivencia democráticas que permitan proteger, de manera efectiva, sostenible y con apego a los derechos humanos, la integridad física y material de las personas. La seguridad ciudadana no debe entenderse exclusivamente como una simple reducción de los índices de delito y violencia; debe ser resultado de una política que se oriente hacia una estrategia integral. Esperemos que el nuevo equipo sea muy distinto del anterior, pues han sido autoridades que no entienden que no entienden.