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Nadie sabe lo que sufre un deportista en esa situación, indica la entrenadora

El dopaje en México ocurre por descuido, no dolo, afirma Loftus

Deben ser estrictos en los exámenes, pero hay que analizar las particularidades de cada caso, estima

Habla con su pupila Nuria Diosdado para que sea cuidadosa con aquello que consume

 
Periódico La Jornada
Martes 2 de agosto de 2016, p. a13

Nadie sabe lo que sufre un deportista castigado por dopaje. Sobre todo cuando el resultado fue producto de un descuido, no de un plan meditado para mejorar el rendimiento, reflexiona la entrenadora de nado sincronizado Adriana Loftus sobre el caso de la esgrimista mexicana Paola Pliego, prácticamente fuera de Río, acusada de dar positivo en un examen.

Sólo los que hemos pasado por ese trago amargo sabemos lo que se sufre, dice Loftus, quien vivió una experiencia similar cuando su nadadora Nuria Diosdado dio positivo por clembuterol en 2010. Aquel caso le costó a Diosdado el retiro de seis medallas de oro que había ganado en los Juegos Centroamericanos y la suspensión de un año.

Le redujeron el castigo a un año, no fue de dos, porque fueron a la FINA para explicar que había consumido la sustancia por accidente en un jarabe que su padre, médico, le había recetado, recuerda la entrenadora.

Tanto Nuria como Paola dieron positivo por descuidos; estoy convencida de que ningún atleta mexicano consume sustancias con dolo para mejorar su desempeño, sostiene, al recordar que la esgrimista asegura que no sabe de dónde proviene la sustancia que le detectaron en una prueba antidopaje.

Loftus no titubea al afirmar que los casos de este tipo en México son producto del descuido o la ignorancia. Sobre todo cuando se trata de deportes que no requieren desempeño de fuerza ni velocidad.

Antes de que nos pasara con Nuria, yo ni había escuchado la palabra clembuterol, recuerda.

El golpe que sufre el deportistas –relata– es muy fuerte. Aun más por tratarse de un descuido, porque la carrera puede arruinarse de manera irreversible. Nuria incluso tuvo momentos de incertidumbre en los que pensó que era momento de retirarse. Pero se sobrepuso y volvió para competir en los juegos de Londres 2012.

No sólo es el castigo, explica la entrenadora, sino también un juicio moral y una reputación que queda en vilo. Estos casos, como los de Paola y Nuria, son muy diferentes a los que viven los atletas rusos, donde el gobierno de su país los encubría y ellos sabían lo que les suministraban para mejorar su desempeño, apunta.

No es justo tratar los casos accidentales de dopaje como el de atletas que con todo el dolo utilizan sustancias para mejorar su rendimiento; deben ser rigurosos en los controles antidopajes, pero deben analizar las particularidades de cada caso.

Loftus está segura de que en los días que restan para el inicio de los juegos de Río de Janeiro seguirán apareciendo más casos de positivos en controles antidopajes. Muchos de ellos –señala– serán por circunstancias accidentales.

Después de la experiencia que vivimos con Nuria no quiero volver a vivir una situación como esa, dice con firmeza. Hablo mucho con Nuria y le recomiendo que sea muy cuidadosa y estamos bajo control muy riguroso. Hasta para tomar una aspirina o un Alka Seltzer lo consultamos con el médico que tenemos para el equipo de nado sincronizado.

Diosdado regresó gracias al carácter que le fraguó la disciplina deportiva, cuenta con orgullo la entrenadora. Ahora, cuando están a unos días de sus segundos Juegos Olímpicos, las expectativas del dueto mexicano de nado sincronizado son muy alentadoras, tras resultados muy afortunados y de escalar hasta estar dentro de las 10 mejores de la clasificación.

No quieren recordar la experiencia del castigo por dopaje, pero Loftus siente empatía por lo que vive hoy Paola Pliego. Ella sabe lo que se siente.