l Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), máxima instancia de justicia en ese sector, ratificó ayer la decisión de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) de excluir a todos los atletas rusos de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro que comienzan el próximo 5 de agosto, así como de toda competición organizada por la IAAF. La resolución se da en respuesta al Informe McLaren, presentado el lunes por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), según el cual entre 2011 y 2015 Rusia implementó un programa con respaldo estatal para proteger a los atletas rusos que incurrieron en prácticas de dopaje.
Aunque el Comité Olímpico Internacional (COI) sostenía que cada federación internacional deberá decidir las medidas a tomar en sus respectivas disciplinas, la resolución de la IAAF resulta de particular trascendencia en tanto el atletismo agrupa algunas de las competiciones en las que Rusia tenía las mayores expectativas de conquistar títulos olímpicos. En estos momentos la AMA presiona al resto de las federaciones para que adopten medidas basadas en el informe, por lo que en los próximos días podría anunciarse la exclusión total de la delegación rusa en Río de Janeiro.
Por otra parte, el informe no cita casos concretos de dopaje, lo que ha llevado a que las autoridades rusas vean en la campaña de la IAAF un golpe contra el deporte nacional más que un esfuerzo por sancionar de manera puntual a quienes hayan cometido prácticas fraudulentas. Sobre esta percepción entre los responsables deportivos y la clase política de Rusia, cabe recordar que el Informe McLaren se basa en declaraciones del ex director del laboratorio antidopaje de Moscú Grigori Rodtchenkov, quien en enero pasado abandonó Rusia para establecerse en Estados Unidos, lo que recuerda los episodios de deserción propios de la guerra fría.
A este enrarecimiento político de la naturaleza deportiva del caso contribuyen las presiones que las asociaciones antidopaje de Estados Unidos y Canadá abiertamente ejercen sobre el COI para empujar la exclusión total de Rusia de la competición olímpica, pese a que los problemas de uso de sustancias u otros métodos para potenciar el rendimiento deportivo se produzcan entre representantes de prácticamente todas las naciones. No está de más recordar que la conversión del deporte en una multimillonaria industria trasnacional genera presiones adicionales sobre los atletas para mejorar sus resultados, a fin de obtener sustanciosos patrocinios y otras modalidades de promoción económica.
Se impone, pues, la necesidad de deslindar responsabilidades para evitar que decenas de atletas se vean perjudicados por un castigo colectivo que, además, abona a las tensiones que durante los últimos años han caracterizado las relaciones entre Rusia y el bloque de naciones aliadas a Estados Unidos.