Gana Mancera, ¿pierde PRD?
Barrales: transferencia osada
EPN y el concepto reforma
Latigazos del cardenal Rivera
facilitadores, quienes proporcionan información a los usuarios sobre los servicios que ofrecen las terminales, además de auxiliarlos para ubicar con facilidad los mostradores de líneas aéreas, filtros de inspección, estaciones del aerotrén, autobuses foráneos, taxis autorizados, Metro y Metrobús, entre otrosFoto Jair Cabrera
s Miguel Ángel Mancera Espinosa (MAM) el ganador en el relevo perredista. Negoció con la mayoría de las corrientes del sol azteca la instalación de una pieza inequívocamente propia, Alejandra Barrales Magdaleno (ABM), lo cual de evidente manera potencia y facilita (pero no garantiza) sus aspiraciones de ser candidato presidencial externo
o ciudadano
por el Partido de la Revolución Democrática.
La adquisición, por interpósita persona, de la presidencia del comité nacional perredista también coloca en manos de MAM las monedas de cambio (condicionadas, a su vez, a arreglos internos) para las venideras negociaciones de candidaturas en alianza con el PAN en 2017 en el estado de México, Coahuila y Nayarit (tres plazas donde Acción Nacional buscará encabezar las fórmulas bajo el argumento de que tiene más trabajo, cargos y base que el sol azteca). Y, si las circunstancias no le son favorables para sostener su aspiración de ser candidato presidencial en 2018 (las valoraciones adversas que acumula en la Ciudad de México pueden ser determinantes), MAM tendrá el control formal del PRD para llegar a convenios con el PAN que le den continuidad personal en el eventual caso de un triunfo presidencial panista (por ejemplo, una secretaría en el gabinete derechista).
Apropiarse de manera abierta de una parte del timón nacional perredista tiene, sin embargo, sus asegunes. Las relaciones personales y políticas, habidas y por haber, de Barrales con Mancera, sin atenuantes transfieren a la nueva dirigente partidista los puntos positivos y los negativos del actual jefe del Gobierno capitalino. Siendo evidente el saldo contrario a la gestión mancerista (encuestas de opinión, recientes resultados electorales y el ánimo social así lo muestran), parecería desventajoso e incluso osado el imponer a la cabeza de un partido que sufre similar crisis, como presunta propuesta de solución y mejoría, a una versión en femenino del gobernante impugnado.
También debe tomarse en cuenta que la máxima pieza del tablero perredista no tiene un valor absoluto por sí misma. Tal vez, incluso, haya sido alto el precio pagado por ella a las corrientes internas que no dan brinco sin ganancia. Se habla en los corrillos del sol azteca de carteras por cubrir en el gabinete mancerista, la presidencia del comité capitalino y, desde luego, la prolongación de la estancia de Beatriz Mojica (cuota de Nueva Izquierda, los chuchos) en la secretaría general. En tal contexto, lo que se haga en este escenario tan fraccionado y decadente estará sujeto a los vaivenes interesados de los principales grupos. Cierto es que los chuchos han ido perdiendo fuerza interna, pero siguen siendo un factor básico para la toma de decisiones, en un constante juego de vencidas con Alternativa Democrática Nacional, la agrupación de origen mexiquense dirigida por Héctor Bautista.
El tercer intento de contar con una dirección política firme durante un mismo periodo (empezó Carlos Navarrete, quien declinó; le sucedió Agustín Basave, quien renunció) tiene enfrente a Morena, y su crecimiento centrado en especial en la Ciudad de México, y a Andrés Manuel López Obrador, cuya popularidad y fuerza a escala nacional está por encima de los resultados estatales concretos de su partido. La mancerización del PRD sugiere un cierre de puertas a la de por sí muy endeble propuesta, casi meramente discursiva, de López Obrador en pro de un diálogo entre las izquierdas con propósitos electorales unitarios. Desde la insustancialidad de las declaraciones, ambas partes jugarán con la posibilidad de tal reunificación, tratando de asignar al otro la carga del fracaso
, pero lo cierto es que sus emplazamientos hoy parecen claros: el tabasqueño busca ir solo, incluso prefiriendo hacer guiños al peñismo, al que no busca derrotar por completo
, y el PRD provisionalmente mancerista (pero, en estructura, chucho-bautista) busca alianzas con el PAN y obstruir por estrategia de supervivencia el crecimiento lopezobradorista.
Al gobierno federal le está resultando muy difícil asumir el significado simple de la palabra reforma
. Empecinado en declarar que no se reforma la reforma educativa
a la que se está dando nueva forma, Enrique Peña Nieto dijo el sábado reciente, al finalizar la carrera atlética organizada por el Estado Mayor Presidencial y denominada Molino del Rey: “No son ajustes, es simplemente lo que se presenta de la propia reforma (…) para poder revisar la evaluación que está contenida en esta reforma para que pueda hacerse de manera mucho más eficiente como se ha anunciado (…) no se altera, simplemente es poder aplicar la reforma de una manera mucho más eficiente”.
El mexiquense había terminado los 10 kilómetros programados con un tiempo casi tres minutos más tardado que un año atrás (la edición 2015 tuvo cierta fama en Internet porque significó para EPN la oportunidad de realizar el primer y único esclarecimiento de un asunto criticado durante su gestión, el cómico episodio menor llamado #Calcetagate). Ojalá, en el ajetreo propio de su función, el mexiquense alcance a asomarse en algún momento al diccionario de la Real Academia Española (una consulta de vez en cuando podría valer como tercer libro marcador de vida) donde, como segunda acepción del término reforma
, se le define como aquello que se propone, proyecta o ejecuta como innovación o mejora en algo
. Es decir, proponerse innovar o mejorar la reforma educativa
es… reformarla.
Los domingos, a las dos de la tarde, se coloca en la página desdelafe.mx la edición del semanario católico de información y formación
que elabora la Arquidiócesis Primada de México, a cargo del cardenal Norberto Rivera. Cada vez más crítico de las autoridades civiles, en su entrega de ayer es inmisericorde con la administración Peña, la clase política y burocrática en general, el poder judicial y las reformas estructurales
que, dice en su título principal, son un barco que hace agua
. Entre otros señalamientos, asegura que 2016 es año del calvario para los mexicanos
. ¡Hasta mañana!
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