La agrupación fundada por Amalia Hernández celebra 64 años
Interpretó lo mejor de su repertorio formado por 80 coreografías
Compartieron tradiciones y culturas de varios lugares del país
Sábado 16 de julio de 2016, p. 2
Un escenario en penumbra, con algunos paisajes de fondo, bastó para que la noche del jueves los bailarines del Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández, ataviados con coloridos trajes típicos de las regiones del país, convirtieran en auténtica verbena su presentación en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.
Fue una velada mágica. El público aplaudió cada una de las danzas interpretadas por la agrupación que este 2016 celebra 64 años de quehacer, de compartir en el escenario nuestras tradiciones y cultura.
Con las direcciones artística de Viviana Basanta Hernández y general de Salvador López López, ese ballet ofreció un programa con lo mejor de su repertorio formado por 80 coreografías.
Al subir el telón en el Teatro de la Ciudad, la fiesta comenzó. El sonido de unos tambores retumbaba, mientras aparecían los bailarines con hermoso vestuario verde y enormes sombreros multicolores para interpretar Los matachines, que se baila en la región norte del centro de México y tiene su origen en las costumbres de los pueblos prehispánicos de danzar con sus dioses.
El programa siguió con danzas de Guerrero, como Solo de mariquita, Las amarillas y El gusto, zapateado de tierra caliente que se baila en Zirándaro y Altamirano.
Las mujeres cautivaron las miradas con el vuelo de sus faldas y la música acompañaba el vaivén de la tela amarilla que giraba con el zapateado.
El público se dejó llevar por la música y con las palmas acompañaba a los bailarines.
El Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández, que destaca entre las mejores del mundo, incluyó en el programa piezas dedicadas a la Revolución Mexicana. Presentó estampas en movimiento, donde se bailó Jesusita en Chihuahua.
Dedican pieza a las soldaderas
Dedicado a las soldaderas de la gesta de 1910, el ballet interpretó una pieza en la que las bailarinas portan rifles, pues las mujeres tuvieron un papel esencial en ese movimiento armado.
A las danzas populares de las Adelitas siguió una charreada. Un hombre, como si estuviera en un lienzo charro, hizo floreos de reata y el público disfrutó, sin imaginar que después acompañado de un grupo de mujeres bailaría la danza de la reata, conocida también como el jarabe de amor ranchero.
El charro con la reata envolvía a su pareja, quien en ese pequeño espacio giraba y zapateaba, mientras el resto del ballet también le danzaba al amor.
Hasta el Centro Histórico de la capital llegó la algarabía de la Fiesta de la Virgen de La Candelaria, que se celebra el 2 de febrero en Tlacotalpan, Veracruz. Esta ocasión, acompañados por músicos jarochos, la agrupación interpretó El pescador y en el escenario flotaban enormes peces y caballitos de mar.
El sonido del arpa deleitó al público, así como la irrupción de enormes faldas blancas de las damas y los abanicos. Bailaron La bamba, La jarocha, El negrito y el carnaval finalizó con mojigangas que animaban a los espectadores a bailar.
Después del zapateado jarocho apareció un diablo, la muerte rosa y una pareja; y para celebrar la vida, los bailarines interpretaron canciones infantiles mexicanas, como Doña Blanca y La cucaracha, así como La malagueña.
Una pieza que impactó por la destreza y fuerza del bailarín fue La danza del venado, que forma parte del ritual yaqui en días de caza. Cuando parecía que todo concluía, sonó el Mariachi Real de Jalisco y comenzaron las danzas de ese estado sin faltar el Son de la negra.
La velada finalizó con una linda estampa del Ballet Folklórico de México: ellos, con traje de charro y sombrero, ellas con falda roja, y de fondo, la música de mariachi.