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Palabras que matan El domingo 19 de junio la policía federal, específicamente la Gendarmería recientemente creada por el gobierno de Peña Nieto, disparó contra maestros y pobladores de Nochixtlán, Oaxaca, dejando 9 muertos y un centenar de heridos. Sobre esos hechos el martes 21 el secretario de Educación, Aurelio Nuño, que algún día dijo: “No tengo tiempo para la cultura”, hizo declaraciones dignas de Cantinflas: “Y por otro lado están los eventos lamentables que sucedieron el domingo pero que tienen que ver con una condición muy particular que sucedió y que ya todos conocemos, y que las instancias correspondientes han relatado, pero en este sentido no es un evento, o son dos eventos totalmente distintos que me parece que no tienen, en este aspecto, ninguna relación ni, por supuesto, afecta el camino de la Reforma Educativa”. ¡Órale! La masacre de Nochixtlán se suma a la de Ayotzinapa, Guerrero, y otras igual de cruentas, en las que observo un ominoso trasfondo común: antes y aun después del crimen se construye en torno a las víctimas un ambiente de linchamiento social, una obscena satanización que, abiertamente o de soslayo, convoca al asesinato o lo justifica. Cada masacre tiene ejecutores y responsables específicos a los que habría que castigar, pero quien agrede con sus dichos es igualmente responsable, pues ayuda a crear el ambiente que hace posible la barbarie. Las palabras también matan. “Estos Ayotzinapos hijos de su reputa madre están atentando contra uno de nuestros símbolos como Nación y por una puta idea de preservar los derechos humanos de estas bestias que no merecen vivir, el gobierno no puede intervenir como tal. Hoy más que nunca clamo por el regreso de alguien como Díaz Ordaz”. (Luis Adrián Ramírez. Secretario de Organización del Frente Juvenil del PRI, testimonio recogido por Betty Ramírez en La Jornada, 12/11/14). Expresiones soeces sobre los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación: “¡Mátenlos! Maldita gente asquerosa que sólo sabe hacer desmanes […] Necesitan su dos de octubre estos malditos maestros”. “Puro indio delincuente que debe estar en la cárcel”. “¿No sería tiempo de desempolvar las tanquetas de agua que compró Calderón? Aparte de que buen favor les harían a estos indios piojosos dándoles un baño”. “¡Apestan a mierda! Parásitos ¡Ojalá los desaparezca la sociedad civil! ¡Vividores! ¡Hernán Cortez (sic) debió aniquilar a esta escoria!” “¡Ojalá que se mueran todos, país de indios ignorantes!” (Opiniones de lectores publicadas en el diario Reforma y reproducidas por Manuel Pérez Rocha en La letra y el capital con sangre entran, La Jornada, 27/6/16)
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