Es un mito que las drogas generen violencia. Por el contrario, ésta se origina en la corrupción, la falta de políticas públicas que garanticen el estado de derecho y medidas contra el crimen organizado que no hacen más que poner gasolina sobre un fuego que ya está prendido, advirtió Antonio Mazzitelli, representante de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Onudd).

Al respecto, el secretario de Salud, José Narro, reconoció que los 7 millones de jóvenes que no estudian y tampoco trabajan son puntos de vulnerabilidad importante en el tema de las drogas y el crimen organizado.

Durante el acto por el Día Internacional de Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, en la Secretaría de Salud, el funcionario también reconoció que para resolver este problema y, en general, lo relacionado con el consumo de estupefacientes, lo primero es reconocer que existe, hacer un diagnóstico y elaborar propuestas de solución. Una vez que se pongan en práctica, dijo, también deben existir los mecanismos de vigilancia y evaluación de resultados.

El uso indebido de drogas se tiene que abordar de esta manera, y en el caso de México los niños, adolescentes y jóvenes de 12 a 24 años de edad deben ser parte de la preocupación central del gobierno y la sociedad.

Señaló que el de las drogas es un tema de siempre, es de salud y tiene implicaciones económicas y globales. Recordó que está en la convicción de la administración no criminalizar a los usuarios, sino tratarlos como pacientes, encontrar fórmulas que permitan su reinserción en la vida colectiva, en el ámbito laboral y educativo, en la familia y la sociedad.

La prevención, pronto

Por supuesto, puntualizó Narro, continuará la lucha con la misma convicción para reducir la demanda, combatir a quienes tienen que ser combatidos, los traficantes de drogas, pero no criminalizar a quienes tienen un problema de salud y garantizar el respeto a sus derechos.

El funcionario también informó que pronto se presentará la estrategia nacional de prevención de adicciones.

Por su parte, Mazzitelli planteó que, si acaso, el tráfico de drogas es un acelerador de la violencia, pero no es cierto que por sí mismo la origine. También se pronunció porque el tema del uso de drogas sea visto como problema de salud y se ofrezcan servicios de tratamiento y rehabilitación, así como penas alternativas al encarcelamiento de quienes son consumidores.

Para hacerlo “se necesita responsabilidad compartida, inversiones en materia de desarrollo que a escala global se han reducido en términos absolutos, a partir de 2014. Esto también es un problema, porque sin recursos económicos será una tarea imposible ofrecer programas alternativos de desarrollo en zonas de cultivo de estupefacientes, sostuvo.