os responsables de las dependencias de gobierno son los encargados de tomar decisiones estratégicas y de aplicarlas. Hacer esto último es parecido a los procesos artesanales: depende mucho de la actuación de los creadores para que el pan salga bien. Por ello son importantes dos requisitos para que el trabajo de gobierno funcione: el perfil de los responsables y el seguimiento cercano de su actividad.

Conducir una organización gubernamental supone intervenir el sistema de acción y conocer y tener visión del tema en cuestión. En el argot de las políticas púbicas se conoce como fixer al político con garantía de compromiso y fuertes convicciones con el tema. Además, debería tener monitoreo de su actividad por un poder equivalente, para garantizar las metas planteadas.

Para lograr lo dicho, el esquema de elección político-partidaria o elección personal del gabinete por parte del gobernador no lleva al nombramiento de los perfiles que mencionamos. Para acercarse a ese objetivo debe aproximarse a métodos semiparlamentarios, donde se proponga a diversas personas con base en convocatorias públicas acordadas por la Legislatura y entren a un proceso de selección basado en méritos y rasgos esenciales. Además, estipular que cada funcionario electo de esta manera deba rendir cuentas de su acción al propio Congreso. Del mismo modo, debería modificarse la Ley de la Administración Pública, para instituir al gabinete como órgano con capacidad directiva propia. Es decir, algo cercano a un Ejecutivo colegiado.

Si el gobernador electo tiene la intención de integrar un gabinete por fuera de los cánones que ya demostraron fracaso sostenido, debe pensar (ya) en el gobierno de gabinete (o algo cercano). Puede elaborarse en este periodo de transición una ley que respalde esa iniciativa. Repetir lo que ya ha sido inequívocamente un fracaso lleva justo a otro fracaso.

¿Quiere Alejandro Tello (gobernador electo de Zacatecas) realmente hacer las cosas bien con nuevos métodos o sólo fintas?