Presentaron ¿Cómo se hace un dios?, el trabajo más reciente del historiador
Repiten los grandes momentos de la muerte, de la pelea en el inframundo, afirma
Jueves 7 de julio de 2016, p. 5
Para el historiador Enrique Florescano es extraordinario que el mito del resurgimiento del maíz convertido en planta con nombres y lenguajes diferentes tenga más de 3 mil años de figurar en la historia de México.
Durante la presentación de su libro ¿Cómo se hace un dios?: creación y recreación de los dioses en Mesoamérica (Taurus), el investigador emérito del Sistema Nacional de Investigadores señaló que los mitos del maíz en las comunidades actuales de México y Centroamérica es una vivencia muy fuerte y una interpretación muy semejante a la antigua, porque repiten los grandes momentos de la muerte, de la pelea en el inframundo
.
Ante un público que abarrotó la sala de cine del Centro Cultural Bella Época, Florescano recordó que su primer acercamiento a la historia de ese grano fue a finales de los años 60 del siglo pasado, cuando publicó su libro Precios del maíz y crisis agrícolas.
Me dio una visión muy completa de todo lo que era y significaba el maíz en la historia social, económica y política en México, y a partir de entonces no me puedo desprender, desatar, de ese tema tan importante, obsesivo y consistente de la historia del país.
El autor narra la formación de los dioses en Mesoamérica, de las cosmogonías más antiguas a los relatos, ritos y cantos de los pueblos indígenas de la actualidad.
Es una búsqueda con la finalidad de comprender cómo fueron creados los dioses y cómo, a pesar de sus transformaciones constantes, las deidades principales conservaron sus identidades y funciones originales, así como sus cultos y ritos a través de los siglos.
El historiador e investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México Pablo Escalante dijo que en ese trabajo Florescano “intenta la primera gran reconstrucción de la historia de un dios mesoamericano en la diacronía, y la sigue por cerca de dos milenios desde el año 900 antes de nuestra era hasta finales del periodo clásico.
En el año 900 dC recupera una fantástica historia que hace décadas era imposible vislumbrar y muestra el valor de los estudios iconográficos y epigráficos de las manifestaciones olmecas y mayas para el conocimiento de los orígenes del pensamiento religioso mesoamericano.
Escalante añadió que tras explorar la narrativa visual y escrita o el origen del mundo de olmecas, mayas, zapotecas, mixtecos y nahuas, Enrique Florescano reflexiona sobre el carácter agrícola de la religión a la que esos relatos dan fundamento.
Deidades polimorfas
El lingüista e historiador Antonio García de León se refirió a la transformación de los antiguos dioses que Florescano llama deidades poliformas, que están presentes en el dios mayor de los pueblos indígenas contemporáneos: el dios maíz, que ha sido la base de narrativas sobre la vida, la muerte, el origen del cosmos y las vicisitudes de la producción y la supervivencia.
Se sumerge en el inframundo, al igual que el dios del maíz, permitiéndole hurgar en el sitio de nacimiento, vida, muerte y resurrección de las deidades de ese grano que fueron la base de la legitimidad de los gobiernos antiguos y marcan hoy la narrativa oral de varias regiones de México y Centroamérica
, dijo García de León.
De acuerdo con el historiador Erik Velásquez –quien también participó en la presentación de ¿Cómo se hace un dios?– “Florescano, en su papel de historiador, parte de la idea de que el origen de los dioses y de los mitos es la impresión de un fenómeno agrícola y natural, pero con el paso del tiempo estas construcciones sagradas sirvieron para legitimar el orden y la desigualdad social.
Plantea la tesis de que los pueblos antiguos del mundo recurrieron a un procedimiento universal de hacer dioses partiendo de las fuerzas naturales de las que dependía su sustento que verificaba mediante el rito, el símbolo y la transmisión oral, visual o escrita de estos fenómenos y tradiciones sin olvidarse de la danza, la música y la indumentaria
, explicó el experto en escritura jeroglífica maya.