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Del Brexit al Mexit
¿S

e equivocaron los electores? Uno podría decir que los electores se equivocan votando, cuando el resultado termina por perjudicarlos. Pero dado el contexto, los incentivos y las tendencias profundas que se asientan en varias de las sociedades occidentales, es necesario matizar esas afirmaciones.

¿O es una clase política mediocre e hipócrita la que llevó al electorado a una mala decisión? El Brexit se puede resumir en una frase: convergencia de oportunismos y divisiones partidistas. El primer ministro británico creyó que tendrían que hacer alianza con los liberales demócratas y en consecuencia su promesa electoral de someter a votación la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, sería vetada por su aliado. Dado que ganó una mayoría propia, no le quedó más remedio que organizar un referendo que desde el principio se veía disputado.

La feria de mentiras y divisiones. Luego durante la campaña misma los partidarios del Brexit prometieron mentiras, como la cantidad del dinero que regresaría de la UE al RU y que podrían seguir gozando de las ventajas del mercado común con una política de migración restrictiva. Además, entre las filas de conservadores y laboristas hubo divisiones y campañas más contra sus dirigentes que contra o a favor del Brexit.

La fragmentación. Se ha hablado de las diversas fracturas que las elecciones expresaron; por edad, por región entre ciudades y regiones rurales, entre categorías sociales y por nivel de escolaridad. La misma unidad del Reino Unido quedó cuestionada con los votos de Escocia a favor de mantenerse en la Unión Europea. Pero hay sentimientos mezclados: un sentido de pérdida de identidad frente a la decadencia actual imputada sobre todo a los migrantes.

Los saldos de la globalización. Empero como reconocen hasta los más fervientes partidarios de la globalización –como The Economist– estas elecciones y los fenómenos político-electorales que se están presentando en otros países de Europa y en Estados Unidos apuntan a un problema estructural: las millones de personas que por falta de movilidad social, habilidades, conexiones o simplemente por no pertenecer a las élites, han quedado afectadas y dañadas en su vida e ingresos por la globalización.

México. Los resultados electorales en México tienen un origen en principio diferente. La corrupción, la falta de rendición de cuentas, la absoluta impunidad, los privilegios de los poderosos. Es decir, el mal gobierno, con particular severidad en Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua. Encima de lo anterior una profunda crisis de los derechos humanos, y una incapacidad del gobierno federal para responder con prontitud y eficacia a los múltiples casos al respecto. Hay también un proceso de reformas que comenzó aparentemente auspicioso con el Pacto por México, pero que ha hecho agua en su aplicación y ha puesto a prueba la credibilidad del gobierno.

El uso legítimo de la fuerza. En esta frase tan mentada es necesario poner énfasis en la palabra legítimo. Aunque a veces se hable retóricamente de la violencia estatal como último recurso, lo que con ello se busca señalar es que la misma legitimidad de la violencia de Estado es producto de un proceso largo de reflexión colectiva, de diálogo y de negociación.

La estabilidad. Pero también como en el Reino Unido, España o Estados Unidos, está presente en México una constante demanda por la estabilidad y la certidumbre. Hemos vivido en los pasados 25 años un dramático proceso de dislocamientos, desarticulaciones, fragmentación del poder. Hay una enorme cauda de damnificados producto de una manera brutal de aplicar una determinada forma de globalización que va de la mano con el privilegio, la corrupción y la impunidad. Algunos optan por ensimismarse, otros más demandan una inclusión en los frutos de la globalización, pero sobre todo en la manera de concebirla y aplicarla.

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