Ganadora de dos Óscares, participó en Lo que el viento se llevó
Jueves 30 de junio de 2016, p. a10
Los Ángeles/París.
Excepto uno, Olivia de Havilland ha sobrevivido a todos sus compañeros de reparto en el clásico de 1939 Lo que el viento se llevó. Clark Gable, alias Rhett Butler, falleció hace 55 años; Vivian Leigh, la bella Scarlett O’Hara, tenía 53 cuando en 1967 fue hallada muerta junto a su cama. Leslie Howard, que encarnaba al objeto de deseo de Scarlett Ashley Wilkers, murió ya en la Segunda Guerra Mundial.
Actualmente sólo sigue vivo el octogenario Mickey Kuhn, que en la ficción cinematográfica interpretaba al hijo pequeño de Ashley y Melanie. Su madre en la gran pantalla era precisamente De Havilland, la inteligente y virtuosa Melanie Hamilton. El viernes, esta decana del Hollywood clásico y ganadora de dos premios Óscar cumple 100 años.
Según dijo el año pasado a la revista Entertainment Weekly, es un maravilloso privilegio mantener vivo el recuerdo de la película.
Aunque en 1955, tras casarse con el escritor y periodista francés Pierre Galante, dio la espalda a Hollywood, le gusta pensar en Lo que el viento se llevó y sus compañeros de rodaje. Felizmente, no me entra la melancolía
, añadió pese a confesar que la habrá visto unas 30 veces. Es más un feliz recuentro
.
Sin embargo, el filme también está ligado a una amarga decepción: en la noche de los Óscar de 1940, el drama fue coronado con ocho estatuillas, pero ella, nominada como actriz de reparto, se fue con las manos vacías. El hombrecillo dorado fue para su compañera de reparto Hattie McDaniel, quien encarnaba a la entrañable criada Mammy.
De Havilland supo resarcirse de aquella derrota y en 1946 se alzó con el Óscar, esta vez como joven madre soltera y protagonista de To Each His Own. Tres años más tarde, volvió a recibir el aplauso de los académicos por el drama de venganza The Heiress.
Los comienzos de la actriz en Hollywood fueron color de rosa. Hija de padres británicos nacida en Tokio, llegó de niña a California y el austriaco Max Reinhardt la descubrió
cuando sólo tenía 19 años para el papel de Hermia en la shakesperiana El sueño de una noche de verano.
Pese a los años que apenas le han pasado factura, De Havilland sigue dejándose ver en público. En 2003 voló a Los Ángeles con motivo del 75 aniversario del Óscar. Cinco años más tarde recibió del entonces presidente George W. Bush la Medalla Nacional de las Artes y en 2009 puso su voz a un documental sobre terapias para el Alzhéimer.
Según contó a Vanity Fair, su receta para vivir tantos años se resume en tres L
: love, laughter and light
(amor, risa y luz). El año pasado confesó a Entertainment Weekly que estaba deseando ver su cumpleaños número 100. La idea de haber vivido todo un siglo me gusta mucho.