esde que se anunció la reforma educativa de EPN, vaciamos aquí algunos ríos de tinta diciendo, desde diversos ángulos, que la llamada reforma educativa no era tal. Muchos otros colegas lo dijeron también, todos, desde sus particulares puntos de vista, como es natural. Varias veces utilicé la metáfora de que se había colocado la carreta delante de los caballos.
Se han hecho muchas cosas, pero su calidad y funcionalidad, o bien ya han mostrado fallas diversas, o en el mejor de los casos está por verse cuán útil resulta el conjunto de instrumentos que han sido creados, cuando esté en marcha una reforma que nos explique cuáles son los modelos educativos elegidos en un país con oceánicos rezagos, con inmensas diferencias regionales, con abundantes diferencias culturales, con brechas educativas terribles, que son una más de las expresiones de la desigualdad de este país. Y será necesario también un consenso entre una población que debe ser ampliamente informada sobre los contenidos educativos para todos los niveles de la instrucción básica.
Entre lo no poco que se ha creado está el INEE; se han puesto las bases del Servicio Profesional Docente; se han creado las inexcusables reglas para el ingreso, la promoción y la permanencia, como exige la academia desde el nivel básico hasta el superior; se han llevado a cabo los primeros concursos de oposición; ha habido un vasto proceso de evaluación. Sí, todo esto se ha hecho, y en su momento, cuando hayamos visto sus efectos y tengamos reunida información dura sobre sus resultados, seguramente veremos quizá que todos estos instrumentos requerirán reparaciones. Pero nada de esto es la reforma educativa: se insistió en que primero era la carroza y luego iban los caballos.
Qué más requería la reforma: consensos. ¿Era una cuestión sólo de diálogo? No, no solamente. Si se hace uno cargo de los hechos de la realidad histórica siempre fue claro que se requería una operación política compleja, porque el terreno estaba repleto de poderes espurios y de toda clase de mecanismos de corrupción: los líderes del SNTE y su infame ejército de acompañantes, decenas de miles de profesores
comisionados por el sindicato; la entrega por el gobierno de prebendas políticas sin fin, desde presidencias municipales hasta Subsecretarías de Educación en el gobierno federal y los gobiernos estatales, talegas interminables de dinero para conservar la lealtad política del más grande sindicato de América Latina, todo, fue un crescendo hasta llegar al penúltimo eslabón con Carlos Jonguitud Barrios, que era profesor y licenciado
, líder único y asesor permanente
, líder natural del magisterio
, guía moral de los mentores
y, claro, presidente del buró político de Vanguardia Revolucionaria. Su pupila destacada: Elba Esther Gordillo. Salinas le entregaría a Gordillo el puñal con que mataría políticamente a su mentor, para entrar al tramo histórico más negro de la historia del SNTE con la maestra
.
Pero lo caminos del sur, como los del mundo, son muchos. En diciembre de 1979, nació en Chiapas, con corrientes de oposición a la dirección del SNTE, la CNTE, con intenciones de democratizar a su propio sindicato; e inició su propio crecimiento. Pero, siempre pero, los políticos mexicanos han operado en todo momento con una máxima de sabiduría política
que no cesan de repetir: problema político que se arregla con dinero, sale barato
. Con los años, la CNTE hizo de su oposición a la dirección del SNTE, su propio modus vivendi mediante mecanismos y chantajes corruptos. Ahora aparece como víctima del gobierno autoritario. Por supuesto, es inaceptable la violencia oscura de Nochixtlán, cruzada por una proclama del ERP, muertos civiles que no eran profesores; un policía con un machetazo en la cabeza…; y los niños, por más de medio siglo, olvidados.
La reforma educativa como propósito del actual gobierno ha hecho las cosas mal por partida doble. Redujo a nada a la maestra
, pero se ha topado con la CNTE: docenas de bloqueos carreteros, saqueos, desabasto grave en Chiapas y Oaxaca, y mucho más. Y la dimensión educativa también hasta ahora ha fallado, porque lo realizado no es el núcleo, el corazón verdadero de una reforma educativa.
Es preciso desandar el camino hasta donde sea necesario, conservando las ganancias referidas. Pero cada vez menos se podrá gobernar y llevar adelante políticas públicas, sin consensos. El autoritarismo ha empezado a agonizar.
Es preciso trabajar a fondo y bien en los contenidos y los modelos educativos con los profesores dispuestos, que deben ser mayoría. Pero la profundidad de las brechas sociales es tan enorme, que la reforma no puede llevar la misma velocidad en todas partes. Requerimos una reforma educativa al menos en dos tiempos. Hay un tiempo distinto al menos para Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, que para el resto de la República. Ese puede ser un acuerdo en la Secretaría de Gobernación.
A México le es indispensable una buena reforma educativa en el nivel primario, para que pueda haberla también en los niveles superiores. Insisto en que hoy una licenciatura universitaria es apenas un barniz de conocimiento; actualmente los saberes avanzan meteóricamente. Qué hacemos en México con 5 millones de analfabetos, y otros 30 millones de analfabetos funcionales. Necesitamos volar para recuperar algo de tanto tiempo perdido por la clasista e inepta política educativa de tanto tiempo. Cuánto tiempo perdido sin aprender a tejer consensos sociales sin los cuales seguiremos perdiendo el tiempo.