En Madrid, el Thyssen-Bornemisza exhibe obras del italiano y de pintores en los que influyó
Martes 28 de junio de 2016, p. 4
Madrid.
El primer texto que hace referencia al artista Michelangelo Merisi da Caravaggio data del siglo XVI y advierte que su personalidad severa y su vida en penumbra se deben en parte a que estaba convencido de que todas las cosas no son más que bagatelas, fruslerías, nimiedades...
Lo anterior explica su penetrante oscuridad que, cual manto hipnótico, contagió a algunos de los grandes genios del arte y lo convirtió a él mismo en figura crucial en la historia, como inquietante e impenetrable.
La exposición Caravaggio y los pintores del norte escudriña en las llagas dolientes de un artista que vivió ensimismado, absorto ante la naturaleza, a la que siempre aspiró copiar con la máxima perfección y respeto.
Caravaggio era un hombre solitario, cuya existencia, a pesar de vivir en pleno auge del siglo XVI en la bulliciosa Roma, era casi monacal y silenciosa y sólo era acompañado por un sirviente. Prácticamente no hablaba con alguien ni tenía relación con el resto de la sociedad. Vivía sometido a su propio torrente creativo, que lo llevó a pintar algunas de las piezas más inquietantes y admirables en la historia del arte, como su mítico David vencedor de Goliat.
Virtuoso del claroscuro
La muestra destaca la docena de obras que lo convirtieron en el máximo exponente de la técnica o lenguaje del claroscuro
.
Figuran Los músicos, San Francisco en meditación y la última obra documentada del pintor, El martirio de santa Úrsula, 1610, una de las joyas de la exposición. Se dice que pudo terminarla una semana antes de morir y es una de las más oscuras, donde está muy presente la angustia ante la muerte. Detrás de santa Úrsula está Caravaggio, en un autorretrato, y se puede apreciar cómo dialoga con los ojos con otro de los personajes, el que está matando a la mujer.
La exposición reúne 53 pinturas procedentes de colecciones privadas, museos e instituciones como la Galleria degli Uffizi, de Florencia; los museos Metropolitano, de Nueva York; el del Prado, de Madrid; el del Ermitage, de San Petersburgo; el Rijksmuseum, de Ámsterdam, y la iglesia de San Pietro in Montorio, en Roma.
Junto a Caravaggio se exhiben obras de artistas de las escuelas de Utrecht, como Dirck van Baburen, Hendrick ter Brugghen y Gerard van Honthorst; de la francesa, como Simon Vouet, Claude Vignon y Valentin de Boulogne; o Flandes.
El comisario Gert Jan van der Sman explicó que, “admirado en su época, Caravaggio fue también, como es sabido, objeto de violentos ataques: para sus detractores, la modernidad de su pintura –el principio dal naturale– se basaba sobre todo en su incapacidad para inventar. Pero con el paso del tiempo se entendió la profundidad filosófica de su trazo pictórico, que hasta la fecha deja abiertas numerosas interrogantes”.
El director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza, Guillermo Solana, destacó que esa muestra, que concluirá el 18 de septiembre, es una ocasión histórica
para poder disfrutar de Caravaggio, así como de los pintores en los que influyó.