En el recinto de Paseo de la Reforma comenzó su gira por la Ciudad de México
Escasa difusión de la presencia de la reconocida agrupación del Sistema
de Venezuela
tomó por asaltoel Centro Cultural Ollin Yoliztli, donde se impartieron clases magistrales, hubo un ensayo abierto al público y dieron un concierto gratuito en la sala Silvestre RevueltasFoto Roberto García Ortiz
Sábado 25 de junio de 2016, p. 4
Sin mucha difusión ni promoción, la Sinfónica Simón Bolívar (SSB), de Venezuela, comenzó la noche del jueves su breve gira por la capital mexicana con un fulgurante concierto en el Auditorio Nacional.
La multipremiada agrupación, resultado y expresión máxima del Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de esa nación sudamericana, fundado en 1975 por José Antonio Abreu, interpretó un programa que convocó a tres culturas, épocas, geografías y lenguajes distintos.
Estuvo integrado por la Suite Margariteña, del venezolano Inocente Carreño (1914); la Sinfonía India, del mexicano Carlos Chávez (1899-1978), y Titán, la primera sinfonía del bohemio-austriaco Gustav Mahler (1868-1911).
Marejada gozosa de emociones
Fue una velada de casi dos horas en la que el conjunto sudamericano mostró y demostró sin reservas por qué está considerado entre las mejores orquestas del continente y una de las más reconocidas a escala mundial.
Lo anterior merced el ímpetu y la excelencia técnica de sus 120 integrantes, así como la notable cohesión y equilibrio entre sus diferentes secciones, comandados en esta ocasión por la batuta huésped del también venezolano Diego Matheuz, uno de los directores jóvenes más prometedores de América.
De allí la extrañeza ante la magra convocatoria del primero de los tres conciertos que la SSB efectuará en su gira por estas tierras. Lo más que el recinto logró cubrir fue la tercera parte del aforo, que suma unas 10 mil personas.
La primera parte de la presentación estuvo compuesta por las obras de Carreño y Chávez, de profunda raigambre nacionalista, que alude a los sabores y colores de las tierras de sus autores.
Los músicos venezolanos obsequiaron una ejecución fresca y diáfana en su sonido, sonriente, que realzó las alusiones que ese par de piezas hacen a sus respectivas culturas.
Sin embargo, fue de la mano de la partitura de Mahler que la agrupación dio rienda suelta a todo su potencial, con una ejecución comprometida y de gran pulcritud, audaz, en la que fueron muy evidentes los diversos tránsitos que propone la pieza: de la realidad al ensueño, de lo sutil al frenesí, de las tinieblas a la luz. Una marejada gozosa de emociones y sensaciones.
El concierto concluyó con tres encore: el Huapango, de José Pablo Moncayo, acaso como gesto de cortesía a los anfitriones; y una versión orquestal de la emblemática pieza venezolana Alma llanera, que fue repetida ante el júbilo de la comunidad de aquel país que se dio cita en el recinto de Paseo de la Reforma y que durante varios momentos del concierto lanzó ¡vivas! para su patria.
Como parte de su gira en la capital mexicana, la SSB tomó por asalto
este viernes el Centro Cultural Ollin Yoliztli. Primero, con la impartición de una serie de clases magistrales de los músicos venezolanos a sus pares mexicanos.
También lo hizo con un ensayo abierto al público, poco después del mediodía; y finalmente, por la noche, con el concierto gratuito que ofreció en la sala Silvestre Revueltas, en el que interpretó obras de Maurice Ravel, Evencio Castellanos y Hector Berlioz.
La agrupación sudamericana culminará este sábado su estancia en la urbe con un concierto masivo, a las 17 horas, en la explanada de la delegación Iztapalapa, también sin costo, según anunció la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.
Antes de esa presentación, a las 12 horas, en ese lugar, hará un ensayo abierto para integrantes de orquestas juveniles de la demarcación, así como para el público en general.