Opinión
Ver día anteriorMartes 21 de junio de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Vuelven los chuchos

Ambiciones desmedidas

Diálogo con la CNTE

S

i algo le ha causado daño, un daño profundo, al PRD son las ambiciones desmedidas de algunos de sus dirigentes, esos que usan, desde luego, las presiones de todo tipo para tratar de hacer que sus chantajes aterricen en la conciencia de los políticos a quienes tratan de convertir en rehenes.

El caso más reciente es la campaña que Jesús Ortega ha levantado para obligar a que el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, decida, aun en contra de sus declaraciones, intervenir dentro del grupo de los constituyentes del PRD para que sea el mismo Ortega quien dirija los destinos de los diputados que actuarán en la asamblea convocada para redactar la carta magna de la Ciudad de México.

Los métodos son más que conocidos dentro y fuera de esa organización política y mal, muy mal, haría Miguel Ángel Mancera si se deja presionar por las declaraciones que dentro y fuera del sol azteca hacen los chuchos. Está claro que a Ortega no le interesa en demasía el futuro del PRD; todo parece indicar que sus horizontes están muy alejados de las pretensiones que desde otra perspectiva tiene otro grupo de perredistas preocupados por la suerte de ese instituto político.

Al PRD le hace falta, sin duda, personalidad propia. Primero, con Cuauhtémoc Cárdenas, el partido vivía a la espera de las decisiones de su fundador. Más adelante se movió al ritmo que le marcó Andrés Manuel López Obrador, y Marcelo Ebrard ejerció sobre el PRD una influencia muy marcada. Miguel Ángel Mancera, que no es militante de ese partido, ha sido respetuoso de su vida interna, aunque no se puede ignorar la autoridad que dentro del grupo le dio el cuantioso número de votos con que llegó a la jefatura de Gobierno.

Y no sólo eso: la influencia de los chuchos en los males del PRD logró que se le conociera más por las decisiones que impactaron a ese partido –para mal, creemos nosotros– y que a todos los militantes se les juzgara por esas acciones, más que por las luchas que desde algunos frentes se dieron, incluso a contracorriente de su aparato dirigente nacional.

En fin, el asunto es que el PRD hasta ahora carece de identidad propia, esa que muy en sus principios pareció establecer desde sus aspiraciones fundacionales, y que se fue pervirtiendo entre acuerdos vergonzantes y alianzas contranatura que no le permiten ser él mismo, sino la sombra, por si fuera poco, de la derecha.

Por lo pronto, el PRD no tiene a ningún otro candidato para 2018, se diga lo que se diga, que el propio Mancera. Los chuchos lo saben a la perfección y quieren saber cómo medran con la aspiración de Mancera. Lo malo es que tratan de ignorar que para el jefe de Gobierno esos trucos ya están bien medidos, y para cada uno tiene remedios, así que lo más probable es que esta vez, cuando menos, el chantaje no prospere.

De pasadita

Las dos fuerzas de izquierda más importantes en la Ciudad de México han iniciado acciones en contra de la violencia que se ha desatado por el conflicto magisterial. Los diputados de Morena habrán de cooperar económicamente para apoyar la lucha de los maestros; por su parte, el PRD iniciará una serie de movilizaciones que irán desde las puertas de la Suprema Corte de Justicia hasta la visita a las agencias defensoras de los derechos humanos. La intención es pedir una solución al conflicto para frenar la violencia.

Tal vez así se entienda que lo que del poder emana, el poder debe frenar. Poner más riesgos a la seguridad de los habitantes del país, ya tan dañada, es una verdadera locura. No más muertes, no más cárcel ni más violencia. El diálogo no se ha agotado; el uso de fuerza, entonces, es innecesario.