Sábado 21 de mayo de 2016, p. a12
En los estantes de novedades discográficas esplende un disco triple que compendia una parte sustancial de la historia contemporánea de la música y que ya es reconocida y nombrada como la era Rattle
.
Es un álbum triple. Se titula The Sound of Simon Rattle. Berliner Philharmoniker.
Aparece como un compendio del parteaguas que ha significado su labor de director titular, desde 2002, de la mejor orquesta del mundo, la Filarmónica de Berlín. Hace un año anunció su retiro de esa agrupación de la que es el espíritu mayor, para ser sustituido en 2018 por Kirill Petrenko.
Digno sucesor de Claudio Abbado, Rattle modificó y llevó a la perfección lo que Claudio había cimentado. Gracias a Simon, podemos ver en vivo, vía Internet, en alta definición de imagen y sonido, todos y cada uno de los conciertos de la Filarmónica de Berlín. Gracias a Simon, la música contemporánea se escucha en la Philharmonie, esa hermosa sala sede de la Filarmónica berlinesa, tanto en conciertos de temporada como en irresistibles conciertos después de las 10 de la noche. Gracias a Simon, la vida es aún más disfrutable.
El primero de los tres discos de su nueva publicación sería suficiente para catalogarlo como imprescindible. Se titula Mahler Adagios y es de alta, muy alta intensidad. Es la expresión de un hombre enamorado.
Se inicia precisamente con el Adagietto de la Quinta Sinfonía y el escucha queda ahí, estaqueado, flotando en belleza y amor. Hombre profundamente enamorado.
Enseguida, suena el Adagio inicial de la Décima Sinfonía, la escritura póstuma de Mahler. Como en toda antología, uno como público puede estar de acuerdo o desacuerdo con la selección. Entiendo que Rattle haya elegido este pasaje porque se trata de la grabación más antigua de todo el disco, pero hubiese preferido por ejemplo el Chorus mysticus, que no es propiamente un adagio, pero su tono está marcado por una indicación inicial en la partitura: Wie ein Hauch (como un soplo) y aparece el tema del amor, tan Mahler.
Este hermoso tomo uno del disco triple culmina con el final de la Sinfonía Resurrección. Kate Royal, soprano; Magdalena Kozená, mezzo. Sencillamente conmovedor.
Queda claro, nuevamente, que Mahler se convirtió en un autor cercano a la Filarmónica de Berlín gracias a que Claudio Abbado y su sucesor Simon Rattle lo entienden más allá de los convencionalismos y proponen, en cambio, lecturas nuevas, frescas, sorprendentes. Ellos dos, por ejemplo, instruyeron a Gustavo Dudamel para que se convirtiera en otro de los nuevos directores mahlerianos. Nuevos de toda frescura.
Dijimos que con el primero de estos tres discos bastaría para quedar maravillados pero tenemos frente a nosotros, en los discos 2 y 3, todo el universo de sonidos, emociones, incursiones y sentido del humor característicos del repertorio de Simon Rattle.
Ambos tomos se titulan Rhythm and Colours, I y II. El inicio del segundo es inglés hasta la pared de enfrente: Mars, the Bringer of War, de la Suite Los Planetas de Gustav Holst. Corta el aliento.
Siguen: Debussy (preludio, siesta, fauno), Chaikovski (cascanueces), Brahms (danza húngara), Stravinsky (Le Sacre), Rachmaninov (danzas sinfónicas), Borodin (danzas polovetsianas), Mussorgsky (cuadros, exposición), Beethoven (obertura Fidelio), Schubert (final de la Novena), Berlioz (sinfonía fantástica), Satie (Gimnopedia tres, orquestada por Debussy), Elgar (pompis, digo pompa y circunstancia, je), Ravel (mamá la oca), Bernstein (Candide), para culminar con una obra mexicana: The flower is a key (A rap for Mozart), de Sergio Cárdenas, con Los 12 Chelistas de la Filarmónica de Berlín, y Simon Rattle rapeando.
Los dos tomos son muy amenos, intensos, disfrutables. Pero de manera inevitable uno vuelve a poner el inicio del disco 1: adagietto. Sehr Langsam. Hombre profundamente enamorado.
Aún falta mucho tiempo por fortuna, hasta 2018, para seguir disfrutando el arte de Simon Rattle al frente de la Filarmónica de Berlín. Por lo pronto, disfrutemos el compendio en este álbum triple.
Imprescindible.