21 de mayo de 2016     Número 104

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

“La ceiba hace milpa”: Rafael Ruiz,
director ejecutivo y clave en el reordenamiento
económico-administrativo de la Ceiba


FOTO: La Jornada del Campo

En 2008 Rafael Ruiz llegó a La Ceiba Gráfica con un proyecto de gráfica digital. Y hoy continúa allí pero como director ejecutivo. Y es que la circunstancia lo trajo a este lugar diez meses antes de que estallara una crisis económica y de organización de gran magnitud que puso en riesgo la existencia del proyecto. Rafael propuso y generó pronto acciones para enderezar lo que estaba chueco. Las crisis continúan presentándose, afirma, pero ya hay más estabilidad y sobre todo hay reglas y principios acordados que darán continuidad a este “paraíso”, a esta “milpa cultural”, como él define a La Ceiba.

Rafael Ruiz es licenciado en Artes por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y también maestro en Artes Visuales por la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Antes trabajó en Cómputo Académico en la UNAM y en la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de Universum.

“Cuando llegué a La Ceiba Gráfica, dice, por un lado vi un paraíso con todas esas cosas que ya existían: ya estaba el Taller de Litografía, la galería y algunas habitaciones de residencias. Estaba la fabricación de equipo, lo cual era y es muy importante y funcional. Y además de eso pues el lugar y el entorno eran bellos y muy hermoso el árbol de la ceiba a la entrada. El primer impacto fue decir ‘qué increíble y qué increíble que todo salga del mismo lugar’.


Box CMYK, huecograbado, 2011. Rafael Ruiz Moreno

“Pero la segunda impresión fue ‘esto se está cayendo, está totalmente desordenado`. No había atención al público, no había nadie que te recibiera, nadie contestaba un teléfono, los baños estaban sucios. Era un contraste con la parte de los talleres y la creación. Puertas abiertas, cualquier persona podía entrar y salir. Nadie explicaba nada. En ese entonces no había cursos. Había gallinas, y lo peor fue cuando empezó a haber problemas económicos, de ya no poder pagar el teléfono, luz… Y había muchas tensiones entre quienes estaban aquí por la depresión económica”.

El hecho es que La Ceiba Gráfica había tenido un capital semilla que fue malentendido por quienes entonces formaban la asociación civil del proyecto, pues se gastaba en sueldos que no correspondían con las condiciones económicas, de ingresos, del lugar.

“Hubo un intento entonces por reestructurar el proyecto. Y con muy buenas intenciones llegó Fernando Gálvez, quien había sido director del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca. Lo que él planteó fue hacer un plan para conseguir los recursos que necesitaba La Ceiba para sostenerse y conservar el comodato, plan que sólo para formularlo requería dos años. Presentó esta idea al gobierno de Veracruz y fue rechazada. Entonces el siguiente planteamiento fue ‘liquidémonos’ todos antes de que se acabe el dinero, con esa visión de las asociaciones civiles de que si no hay dinero en un proyecto, pues lo cerramos y buscamos otro. Obviamente Per Anderson y Martín Vinaver, los fundadores, no tenían esa visión. Llegó a haber una votación de la asociación civil de La Ceiba para sustituir la mesa directiva, que afortunadamente abortó por un voto. La sustitución hubiera propiciado la liquidación de los socios y que se cerrara el proyecto. Pero no se hizo y al ver que no iba a haber liquidación, muchos de la asociación se salieron. En la crisis, Per todavía sostuvo el proyecto con lo que le quedaba de recursos del Sistema Nacional de Creadores, pero eso también tenía un límite.

“Yo llegué a La Ceiba diez meses antes del colapso económico. Lo primero que hice fue realizar un proyecto que le interesaba a La Ceiba y que era de imagen digital, de gráfica digital. Después les planteé crear el Taller de Grabado, porque yo tenía el equipo de grabado y me apegué al ejemplo de Per de ofrecerlo al uso común. Hubo una respuesta inmediata y muy buena, porque son buenísimos para generar espacios en un dos por tres. A la semana siguiente ya estaban abriendo el taller, cosa que a mí –viniendo de la Ciudad de México, de la UNAM– me sorprendió muchísimo.


NL 85, litografia sobre mármol mexicano. Rafael Ruiz Moreno

“Esto era un ejemplo de la asombrosa capacidad de Per y de Martín de materializar con las manos lo que componían en la imaginación. Ellos diseñaron y ejecutaron muchos de los muebles de La Ceiba. Es lo que mejor hacían juntos. Les estabas platicando un mueble y ya lo estaban dibujando y buscando los materiales, de modo que a la semana siguiente ya estaba hecho el mueble.

“Entonces haber armado el taller de grabado fue una muy buena experiencia. Una cosa que acordamos es que el taller iba a tener una economía aparte, que iba a establecer yo unas cuotas de recuperación para poderlo equipar y darle mantenimiento. Muy fácilmente, con cuatro o cinco personas que llegaron al taller, logré tener dinero por lo menos para limpiar el baño del espacio. Y entonces resultaba que era el taller más limpio, el más ordenado. Y lo percibieron. Mientras unos se jalaban los pelos por carencias, aquí había orden. Fue cuando me invitaron a participar en la asociación, pues se habían quedado con el mínimo indispensable de asociados.

“Ya como socio propuse que hiciéramos reuniones de reestructuración del proyecto. Las iniciamos y comenzamos a hablar de orden, de división de tareas, de establecer los objetivos de cada uno de los espacios. Pero ya cuando íbamos organizando cosas, les dije ‘alguien lo tiene que hacer, alguien se tiene que responsabilizar por cada una de estas acciones’, entonces Per y Martín me preguntaron si me aventaba el boleto. Y les dije que sí, que yo me haría cargo de lo económico, de todo el dinero, de los espacios, de la gente, de todo lo que es la dirección operativa, pues”.

“Ha sido un trabajo de estructurar, de ordenar, de definir... Muchos de los principios ya estaban puestos en práctica, pero había que hacerlos formales y comunicables. Decir este es el principio, este es el objetivo, esto es lo que queremos hacer...

“Desde el inicio de mi participación, quedó claro que La Ceiba mantendría autonomía respecto del gobierno. Cuando yo llegué el gobierno de Fidel Herrera había asignado ‘medias plazas’ para La Ceiba, en un mecanismo oscuro. Pero después fueron retiradas, lo cual fue bastante bueno, fue como limpiarse, como una purga, porque eso era una contaminación.


FOTO: Tomada del libro La Ceiba Gráfica. Una década de arte sustentable y comunitario

“Las estrategias económicas de La Ceiba han ido cambiando. En un principio establecimos una separación total de la economía por áreas: área de residencia, área de producción, área de cursos. Cada una manejaba su propio dinerito. El dinero que entraba se repartía en tres: Un tercio para las personas que laboraban en esa área, otra porción para pagar el mantenimiento del espacio y la última para materiales. Era una división muy sencilla y a veces teníamos ingresos de cinco mil pesos al mes y a veces sólo de 600, pero eso era lo real: ‘eso es lo que estamos metiendo, no hay nada más. ¿De dónde quieres que saque si no hubo un ingreso de tu área?’ Fue una etapa fuerte, dura, pero de realidad. Economía real, no imaginada. Así estuvimos un año y medio, hasta que logramos arrancar, recalcular, redefinir, diversificar y empezar a tener recursos para volver a una economía solidaria entre las áreas. Porque una de las cosas que sucede es que por ejemplo residencias, en cierta temporada tiene un ingreso alto y después decae. Y lo mismo pasa con fabricación de equipo, las compras son de golpe. De modo que hay que compensar.

“Después vino la multitarea, que significa que una misma persona puede trabajar en producción y en enseñanza; en un taller y en otro. La idea es que para sacar a flote el proyecto, en lugar de quedarnos paraditos cada uno en su área, nos movemos a otra área que en ese momento es la que necesita empuje para generar recursos. Los trabajadores de La Ceiba tenemos ahora salario fijo. Somos 12, pero temporalmente podemos llegar a 22, con instructores y gente que apoya en la limpieza.

¿Cuándo sentí que el barco salía a flote? Bueno yo creo que a los dos años de que entré, pero ha habido nuevas crisis. No es nada más salir de un problema y ya. Acabamos de sufrir una crisis que ponía en riesgo el pago de la siguiente quincena. Es un pendiente que tenemos. Debemos tener un ahorro de por lo menos tres o seis meses de operación –los gastos fijos suman 90 mil pesos mensuales–. La Ceiba cuenta con recursos económicos, pero no en dinero líquido, en mármol por ejemplo cuenta con unos 300 mil pesos, que corresponden a pedidos de universidades pero que, por cuestiones administrativas, no han logrado concretarse; también cuenta con capital convertido en obra artística, que está a disposición para la venta. Entonces el problema es de liquidez. Pero también hay este asunto del crecimiento y de apoyar a Per en sus proyectos. Porque se trata de ir caminando juntos, de no sentirnos abandonados.

Los principales ingresos de La Ceiba Gráfica son en primer lugar por residencias y cursos, lo que es una combinación muy grata. El segundo lugar es venta de equipo, pero su fabricación implica de inicio una inversión muy fuerte. La venta de obra debe estar en tercero o cuarto lugar.

“La tinta y el papel que aquí hacemos son algo especial. Per tiene la idea de que hay algunos negocios más importantes y potencialmente rentables, y los impulsa con recursos suyos. No administra y siempre acaba poniendo de su bolsa. No lleva un cálculo de cuánto mete y cuánto gasta. Esto que ha gastado él en tiempo y dinero, nunca lo va a recuperar. Nunca… Pero no le importa.

“También está la parte de tienda, que va creciendo, y fue algo que se inventó para rellenar los tiempos bajos en residencias, cursos y producción de obra y de equipo. Es decir, cuando no había ni residentes ni producción, se abrió esta línea de hacer libretas, cuadernos, mandiles, para tener una oferta que permitiera cubrir los salarios. De esta manera, cambiando de actividad, la gente tiene un trabajo más o menos permanente.

“No hacemos la mejor litografía del mundo. No dominamos todas las técnicas de la litografía, de la fotolitografía y de no sé cuántas más. Tenemos la fabricación de los insumos, sí, pero ni siquiera en eso somos los mejores del mundo. Pero lo más importante es poder tenerlo todo en el mismo espacio, tener la capacidad de elaborarlo y transitar de una cosa a la otra. Y también, está el uso que se le da al medio, a la gráfica en general; porque aquí no sólo hacemos obra artística, hacemos las libretas, portadas de libretas… Pero también enseñamos. Y también difundimos. O sea que el chiste es hacer un montón de cosas que se complementen y se sostengan una a la otra. Es como hacer milpa.
“Per quisiera alcanzar el autoabasto de todo e incluso llegar al 110 por ciento en la auto provisión de insumos litográficos. Lo cierto es que nosotros no hacemos todo lo que utilizamos, nunca lo vamos a lograr, incluso sería necio buscar eso.”

Afirma Rafael: “La máxima virtud de la filosofía de La Ceiba, su mayor aporte, está en darse cuenta de que la capacidad creativa que tienen todos los individuos sin excepción debe servir a las necesidades colectivas. Y sobre todo despertar el sentimiento de que podemos, de que lo podemos hacer… Igual con el visitante, con las personas que comparten este espacio aunque sea por unas horas, se trata también de despertar en ellos ese sentimiento de poder, de potencia; el poder y la potencia que tenemos todos los individuos sobre todo cuando nos proponemos satisfacer necesidades comunes. Esa es la parte más importante. Saber que tú también puedes ser creador, tú también tienes esa capacidad de hacer cosas y de cambiar las cosas que tenemos aquí. Los talleres que impartimos, las máquinas que hacemos y que empleamos, el que mostremos los procesos y los trabajos que hay detrás… todo está permeado de ese sentido.

“Per y yo entendemos que cumplimos funciones distintas. La mía es de sustento, de sostener económicamente las relaciones laborales entre las personas, que la cosa marche. La de Per es imaginar qué es lo que puede suceder y empujar para que suceda, crear nuevos espacios y nuevas cosas.

“Per tiene sueños, yo también. Mis sueños tienen que ver con cómo resolver cosas muy concretas. Cómo tener una estabilidad financiera, cómo lograr mejores condiciones de trabajo, cómo conseguir que a La Ceiba llegue a más gente, que la conozca más gente.

El arte y el acervo

Una de las virtudes que tiene La Ceiba Gráfica es la realización de visitas guiadas por sus talleres e instalaciones. Cuando la gente observa los procesos de producción artística, siente curiosidad por conocer la obra que se hace este lugar. “Se genera público e interés”, dice Rafael Ruiz, director ejecutivo de La Ceiba. “La gente que pasa por los talleres está más dispuesta a comprar obra. Y eso es parte de valorar el proceso”.

Rafael Ruiz dice que un 40 por ciento de la obra que se realiza en La Ceiba es de artistas veracruzanos y la mayoría de ellos jóvenes. Otro 30 por ciento es de diversos estados de la República y unos pocos extranjeros, “Y lo que resta es de Per, de Edgar Cano y mío. Somos los que más producimos”.

Se calcula que el valor económico de las obras que tiene la Ceiba suma alrededor de cuatro millones 300 mil pesos, desglosados así: “De José Luis Cuevas tenemos dos ediciones, de las cuales se tienen 15 impresiones de cada una, lo cual da 300 mil pesos. Por otro lado, hay obra de Edgar Cano, que llega aproximadamente a 420 mil pesos; de Per queda poca obra con tirajes muy pequeños, que suma unos 250 mil pesos; tenemos dos carpetas del Bicentenario completas que suman por lo menos 400 mil pesos cada una, y el resto de obra alcanza los 400 mil pesos. A eso hay que agregar el acervo no vendible de La Ceiba Gráfica, una copia de todo lo que allí se ha producido, que representa unos dos millones de pesos”.

Para La Ceiba Gráfica es un reto fortalecer su capacidad de vender obra litográfica. “Se han hecho esfuerzos. Cuando hubo una persona dedicada estrictamente a la venta de obra, hace dos años, se llegó a vender como 380 mil pesos, y este año seguro llegaremos a 140 mil. Se puede vender mucho más con alguien enfocado a esto. Pero a veces, si no cuentas con la gente adecuada para cierta tarea, es mejor esperar un poco”.

Rafael Ruiz comenta la forma como se realizan acuerdos con los artistas que hacen obra gráfica en La Ceiba. Se trata de un mecanismo de “coedición”, en que el artista produce un número específico de copias de su trabajo y con parte de esas copias numeradas paga su estancia y el uso de talleres, el resto es del autor. En el caso de artistas como José Luis Cuevas que está muy cotizado, esta coedición beneficia evidentemente a La Ceiba, pero en el caso de los jóvenes aún desconocidos, el beneficio es mayor para ellos.

El hecho es que La Ceiba cuenta con demasiada obra, y Rafael Ruiz considera que es momento de limitar la producción. “No vamos a estar produciendo y produciendo… Mejor sería darle la oportunidad a los jóvenes de que realicen un par de piezas, y luego, según se mueva su trabajo en el mercado, darles oportunidad de otros dos. Hay que ser realistas, no hagas tiros largos que se queden guardados, haz tus obras únicas, ¿para qué quieres diez piezas de algo que no se va a distribuir?”.

Señala que hay en los talleres de gráfica del país una preocupación compartida por la insuficiente venta. “Todos tenemos la misma problemática, gavetas llenas, obra empacada. Somos parte de un colectivo, que se llama Unión de Coeditores Gráficos, que son 12 talleres en el país: Nos estamos reuniendo para afrontar la cuestión de distribución, la generación de público, hablar del lenguaje de la gráfica, comentar lo que se produce y lo que no, reflexionar sobre la edición, en fin”.

 
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