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Testimonio Apropiarse de los nuevos medios: Responsable de Relaciones Públicas y Difusión de La Ceiba Gráfica
Nací en Poza Rica, Veracruz, estudié la licenciatura en Negocios Internacionales en la Universidad Anáhuac de Xalapa y entré a La Ceiba Gráfica en 2012, inicialmente para realizar mi servicio social. Empecé organizando la Tienda. Durante varios años trabajé en hacer un inventario, saber lo que había, ver los costos y las ganancias para obtener precios balanceados. Al principio había ciertas ideas, ciertos cálculos, pero no había un documento. No había un orden. Hice el primer catálogo de los productos y servicios que ofrece La Ceiba. Incluso gestioné para comprar una computadora portátil –la cual seguimos usando– y allí metí un programa llamado “Caja” para ir haciendo cortes de caja de la Tienda, diarios, o mensuales; para ver qué productos se están vendiendo más, clasificar los productos, incluso quería poner código de barras… Mi visión era administrativa, de comercialización. Empecé ganando súper poquito, mil pesos mensuales, un porcentaje de las ganancias de la Tienda. Después ocurrió que el encargado de las residencias se fue –él también hizo aquí su servicio social, era estudiante de artes, vivía en la propia hacienda y junto con Martín Vinaver se encargaba de contestar correos y agendar las residencias. En ese entonces yo sentía la necesidad de salir de mi casa, y al ver la plaza desocupada, dije “yo le entro”. Y pues sí, iba a tener que estar viviendo aquí, esa era la condición, para poder recibir a los residentes y cuidar la casa. Estuve viviendo aquí dos años. Asumí la parte operativa de las residencias, desde la comunicación con los interesados, hasta cerrar el trato, revisar depósitos y calendarizaciones, además de ser la persona a la que acuden para lo que necesitan o lo que se les ocurre. Conforme ha pasado el tiempo he tenido cada vez más trabajo. Sobre todo porque lo he combinado ahora con la parte de la difusión, en especial en medios digitales. Es algo que me interesa mucho. Crecí en esta era de empezar a chatear y me apasiona todo lo que se ha venido desarrollando en la red. Me intrigaba cómo funciona de modo que tomé un curso y a partir de eso alimento las redes sociales de La Ceiba. Ya teníamos una página de Facebook pero no había un enfoque, no había una directriz, no había un estilo. Desde 2013 ya Martín no contestaba correos electrónicos. Era yo quien respondía, con frecuencia en inglés o francés. Pero creo que una de las cosas más importantes que he hecho ha sido la venta de equipo de impresión, además de que yo me encargaba de los envíos. Eso al mismo tiempo que administraba residencias y atendía la tienda. Fue esa una época dura, porque varias personas que estaban en La Ceiba salieron. Antes los costos por las residencias eran bajísimos. No soy administradora, pero parte de lo que vi en la Universidad me dio herramientas para hacer ajustes. Hicimos cálculos, vimos que hay gastos fijos, que hay que darle mantenimiento a las instalaciones, que en los talleres hay desgaste de máquinas. Entonces ajustamos los cobros, pero mantuvimos descuentos para estudiantes y maestros. Hay dos tipos de residencias: de aprendizaje y de producción. Aprendizaje incluye un curso y el hospedaje y puede ser por una semana o por dos semanas, por un mes, o por tres meses, o por seis meses. Lo que más está demandado es la semana. Tenemos la habitación individual y la habitación compartida. Y hay tarifa de grupo. La semana de una persona con un curso sale en seis mil pesos, con siete días de hospedaje, uso de taller 24 horas; aparte, si conoce las técnicas, puede usar todos los talleres. Y el curso te da los materiales, además de los residentes pueden hacer uso de la cocina. Si quieres Doña Marce te hace el desayuno con una tarifa por persona de 30 pesos. Los servicios de comida los ofrecemos para grupos de cinco personas en adelante. Justo en este año, en una nueva reestructuración, ya pusimos precios en dólares para los extranjeros. Hace poco vino una chica, ella es estudiante de Estados Unidos y pagó cinco mil 600 pesos por una residencia de producción. Era para dos personas, pero ella se confundió. Me había dicho que iba a venir otra persona que no llegó. Pero me dijo al final que estaba bien. Para ella cinco mil 600 pesos resultó súper accesible. Imagina, por ejemplo, si vienes en grupo, eres estudiante y quieres venir a tomar un curso, te sale en apenas tres mil pesos por siete días de hospedaje, un curso con materiales… Es realmente súper accesible. Aunque no estamos haciendo aún una difusión totalmente profesional, pues necesitaría un diseñador y un área montada de difusión, el manejo de redes sociales ha permitido mejorar la presencia de residentes. Ahora mismo ya tenemos programadas residencias para todo el año, y cada vez tenemos menos espacios vacíos en residencias. Cuando hay residentes, todos en La Ceiba tenemos que estar apoyando para darles la mejor atención. Cuando me dediqué exclusivamente a las residencias, lo hice de tiempo completo y por eso tuve resultados. Pero en La Ceiba Gráfica todos somos “multitareas”. Ahora quisiera poder dedicar más tiempo a la digitalización del acervo artístico que tenemos y a la venta de obra. Si lo hiciera venderíamos más. Imagínate, tener la obra digitalizada, y cada día o cada mes decir ‘vamos a poner la obra del mes, o el descuento tal’, aplicar estrategias de venta… Son cosas que se tienen que desarrollar. No hay criterios establecidos para definir los precios de las obras; por técnicas puede ser, o por número de ejemplares, y según si es de un artista joven o uno maduro. Los artistas que ya están muy posicionados en el mercado te dicen “no me vendas obra a menos de este precio”, y es natural. Pero de pronto hay jóvenes que quisieran vender un grabado en diez mil pesos. “No, mira, eso no es viable. Aún no tienes un nombre, y además es un grabado”, les digo. En el aniversario diez de La Ceiba Gráfica hicimos varias actividades, entre ellas dos exposiciones y la publicación de un libro conmemorativo. En las exposiciones vendimos algo de obra. Pero fue todo un esfuerzo llevar las cosas a varias ciudades, enmarcar y desenmarcar, ver la colocación de las obras, hacer cédulas, atender a la gente, el trabajo administrativo. Ya te imaginarás. Hay dos cosas que admiro de Per Anderson, por un lado su actitud chacharera y por otro su visión a futuro. Por ejemplo los archiveros que tenemos para guardar el acervo de La Ceiba los consiguió Per en mil pesos cada uno. Nosotros nos encargamos de limpiarlos y pintarlos. Hoy en el mercado esos archiveros te salen en siete mil u ocho mil pesos ya de uso. Son cosas en que dices ¡guau! Y es que Per se va con los paileros, se va a buscar estas cosas, desechadas, descontinuadas. Y viene con el gasto no programado de cuatro mil o cinco mil pesos y decimos “sí, claro”, son oportunidades. Lo mismo pasó con el horno eléctrico que hay en el Taller de Cerámica. Fue otra de estas cosas desordenadas; lo consiguió en sólo 20 mil pesos. Lo pagamos. No había entonces taller de cerámica ni plan de abrirlo, pero dijimos “vamos a comprarlo y a ver qué pasa, porque es una gran oportunidad”. Así nació ese taller. Se quedó parado cinco años. Y aquí tienes actitud chacharera y visión de futuro. No es que sea muy racional, pero finalmente funciona. ¿Mi sueño? Yo veo al maestro Per como la parte de la idea, de la concepción del proyecto, investigando, desarrollando, abriendo, creando, haciendo… Y veo Rafa y yo en la oficina, con la operación, la administración, las cuentas y todo lo demás. Son dos brazos trabajando juntos para el mismo objetivo. El uno no puede lograr nada sin el otro.
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