ste 15 de mayo, Día del Maestro, los profesores en resistencia reiniciaron una serie de movilizaciones contra la denominada reforma estructural educativa en prácticamente todos los estados. Se trata de manifestaciones preparativas cuyo objetivo central es llegar a la huelga nacional indefinida del magisterio. Los antecedentes más inmediatos de esta nueva movilización se encuentran en las jornadas de 2015, cuando la evaluación aplicada por las autoridades educativas, con la fuerza de las policías Federal, las estatales e incluso las de la Marina, obligaron a una porción mínima de los docentes a presentar el examen, mas no fueron suficientes para doblegar a la mayoría que ejerciendo sus derechos constitucionales defendieron sus centros de trabajo, sus escuelas, de la intervención policiaca y militar. Como signo ominoso de los tiempos que corren, esas jornadas no obtuvieron el respaldo efectivo de los sindicatos que se reclaman independientes, ni siquiera de los agrupamientos de las universidades y gremios hermanos de instituciones de educación superior. Sin embargo, fueron acompañados por grupos de padres de familia que con espontánea, pero significativa organización brindaron solidaridad a los maestros en su lucha pacífica frente a las agresiones; incluso, algunos padres fueron encarcelados junto con los docentes. Aurelio Nuño no se cansa de repetir en Televisa que la violencia viene de los trabajadores de la educación, pero el pueblo a través de los videos que las redes transmiten en tiempo real sabe perfectamente quién ejerce la violencia y quién está llamando al diálogo y la discusión para conformar una verdadera reforma educativa.
Los docentes, desde el nivel prescolar hasta la educación media superior, conforman uno de los gremios donde más conscientes están de que pertenecen a la clase trabajadora, y debido al trabajo intelectual que les toca desempeñar son también uno de los sectores más informados y más escépticos respecto del rumbo económico que ha tomado el país en las pasadas tres décadas. Aunque por su estatus de ingreso y de consumo semejantes al de clase media el grueso de profesores pudieran parecer alejados de los demás trabajadores de la sociedad, en realidad la inestabilidad y las medidas draconianas del fisco contra ellos (contribuyentes cautivos) los hacen sentirse inseguros de su capacidad de permanecer en ese estatus. Saben que en el país las fuerzas de derecha han avanzado en la privatización de casi todos los servicios y que los docentes y la educación están en ese turno.
Desde la década de 1980 las reconversiones de la industria nacional denominadas también restructuraciones terminaron por privatizar el patrimonio nacional ofertando industrias, empresas y servicios. En el caso de las industrias una condición para pasarlas del Estado a manos del capital privado fue la disminución de los derechos en los contratos colectivos de trabajo. Ese fue el caso de la Compañía Minera de Cananea, aunque allí para lograr eso Carlos Salinas hubo de simular una quiebra y ocupar militarmente la mina en 1989. En otros casos, como Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey (Fumosa), en 1986 el Ejército la ocupó para después cerrarla definitivamente. En cada una de las reconversiones desde hace 30 años se alega que hay ineficiencia en la empresa, que los contratos son fuente de una clase trabajadora privilegiada y que las restructuraciones tienen por objetivo modernizar la producción de tal manera para ponerla a tono con la competitividad mundial.
Desde hace ya varias décadas estos son también argumentos que vienen repitiéndose contra el magisterio. Los resultados de estas tres décadas han terminado por hacer más férreo el control del capital sobre la fuerza de trabajo como ahora se pretende con los mentores. En este caso su campo de acción tiene que ver con la producción intelectual de quienes van a ingresar a los procesos de producción de todas las áreas y actividades de la sociedad. Es decir, son un pilar estratégico, así como la minería, el transporte, la generación de electricidad, el petróleo y la seguridad, por sólo mencionar algunos. Aquí también se trata de debilitar la representación sindical de los docentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), y quizá conservar a la actual cúpula del SNTE como administrador de los millonarios recursos que los docentes aportan por varias vías, aunque Claudio X. González, de la organización Mexicanos Primero, codiciosamente amenaza con ir tras esos recursos.
Lo que es destacable en este punto es que el millón y medio de docentes no son solamente agremiados, sino que son inversionistas de su propia seguridad social, con un capital comparable al de algunas de las grandes empresas y que son también factor de estabilidad económica a través de su actividad financiera. Sorprende que a pesar de las amenazas de despido de parte de la SEP (como si la Constitución fuera ya un ordenamiento desechado), los maestros se apresten a mostrar su inconformidad con la reforma educativa a todas luces impuesta y a la vez fracasada. Pero también sorprende que los mismos sindicatos independientes y contestatarios no vean estas movilizaciones como oportunidad de unir sus demandas junto a las de los docentes en un solo pliego petitorio. Sorprende que en las condiciones de emergencia en las que este país se encuentra por ningún lado aparezca lo que alguna vez se denominó solidaridad de clase, pese a que en sus estatutos sindicales se consigna como obligación. ¿Qué importancia tendría que en esta jornada de movilizaciones se aparecieran, por ejemplo, los electricistas en resistencia, los obreros del único sindicato realmente minero, el Sntmmsrm, el Stunam (¿existe todavía?), algunos sindicatos universitarios y los telefonistas? ¿Sería mucho pedirles que por 24 horas mantuvieran una acción conjunta solidaria? En esas condiciones de solidaridad el efecto dominó sería formidable, a ellos mismos les ayudaría a salir de la situación de espera en la que el Estado los mantiene inmovilizados con promesas a medio cumplir o de plano falsas, y ayudaría a empezar a ver otro panorama, otras salidas a la crisis generalizada en la que nos encontramos, y no la vía borrosa y ominosa en la que estamos transitando.