Llama la FAO a mejorar sistemas de evaluación de seguridad alimentaria
doble carga de la malnutriciónen AL y el Caribe
Jueves 12 de mayo de 2016, p. 13
Para avanzar en la erradicación del hambre y malnutrición en América Latina y el Caribe se requieren mejores sistemas de supervisión, así como de evaluación de la seguridad alimentaria y nutricional, ya que en varios países la coordinación de las entidades encargadas es aún insuficiente, asentó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En el informe Monitoreo de la seguridad alimentaria y nutricional como apoyo a políticas públicas en América Latina y el Caribe expone que hay una gran fragilidad entre las instituciones que implementan las políticas de lucha contra el hambre y los sistemas creados para su seguimiento
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Además, señala, el reto de los países no sólo es enfrentar el hambre, sino la doble carga de la malnutrición
que crece con el aumento de la obesidad y el sobrepeso. Detalló que en América Latina persisten desigualdades de subalimentación. En Brasil, México, Venezuela y Uruguay la población subalimentada es menor a cinco por ciento, mientras en Guatemala, Nicaragua, Honduras y El Salvador el porcentaje es superior a 12.
Los factores que explican las incongruencias en la región son varios; muchos, de naturaleza histórica, política, social y ambiental, lo que hace que sean muy complejas las iniciativas de políticas públicas para reducirlas a corto y mediano plazos
, indica.
Agrega que la situación económica favorable desde 2000 tuvo impacto positivo en las políticas públicas de lucha contra la pobreza y la inseguridad alimentaria y el hambre; entre las políticas de corto plazo destaca las vinculadas a los programas de transferencia condicionada de ingresos y a los de alimentación escolar; en las de mediano y largo plazos menciona las acciones de apoyo a la agricultura familiar campesina.
En el prefacio del estudio, Raúl Benítez, representante regional para América Latina y el Caribe de la FAO, asienta que hace 25 años más de 66 millones de personas de la región no tenían acceso a los alimentos necesarios para llevar una vida sana; hoy el panorama es diferente, señala, pues la cifra se ha reducido a 34 millones, debido a las diversas políticas públicas de seguridad alimentaria y nutricional, erradicación de la pobreza y desarrollo rural.
Sin embargo, considera necesario mejorar la eficiencia de dichas políticas, generar espacios de seguimiento, supervisión y evaluación para garantizar sus impactos y rescatar lecciones aprendidas. Ello, destacó, no es posible sin la participación de las entidades gubernamentales, la sociedad civil, el sector privado, la academia y la cooperación internacional durante todo el proceso
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