n medio del alud informativo por el que nos enteramos de los crímenes y la corrupción que asuelan nuestro país, sorprendentemente la semana pasada se difundió ampliamente una muy buena noticia: dos jóvenes mexicanas triunfaron en una competencia internacional de matemáticas. Olga Medrano Martín del Campo, originaria de Jalisco, obtuvo la medalla de oro, y la morelense Alka Xavier Earathu la de plata, en la quinta Olimpiada Europea Femenil de Matemáticas, que se realizó el pasado abril en Busteni, Rumania.
La gran difusión que tuvo el logro de las dos estudiantes de bachillerato, que cuentan apenas con 17 años de edad, se debió en parte a un interesante fenómeno: en las redes sociales la noticia se convirtió en lo que se conoce como hashtag, es decir, un mensaje que se reprodujo gran número de veces con el nombre #LadyMatemáticas, impulsado con la intención de contrarrestar otro mensaje con un tema menos inspirador (titulado #Lady100pesos), lo que provocó que diversos medios de comunicación reaccionaran y les hicieran algunas entrevistas y que incluso el Presidente de la República les enviara una felicitación (algo que es frecuente en las competencias deportivas, pero muy raro ante las hazañas científicas de los mexicanos).
Pero esta celebridad, surgida en cierto modo de forma fortuita en las redes sociales, debe ser bienvenida, pues permite hacer visibles los logros de los y las jóvenes de nuestro país en distintos campos de la ciencia: el año pasado, en la 56 Olimpiada Internacional de Matemáticas que se realizó en Chiang Mai, Tailandia, la delegación mexicana tuvo una participación espectacular. En aquella ocasión, Carlos Ortiz Rothon ganó el oro; Kevin William Beuchot Castellanos y Luis Xavier Ramos Tormo, plata, y Pablo Meré Hidalgo y Antonio López Guzmán, la medalla de bronce. También en 2015, pero en otra disciplina, Gustavo García Venegas consiguió la medalla de bronce en la 12 Olimpiada Internacional de Geografía celebrada en Tver, Rusia.
En la Olimpiada Iberoamericana de Química, celebrada en 2105, en Teresina, Brasil, Víctor Hernández Lima, Jesús Barreras Uruchurtu y Saúl Pérez Arana ganaron plata. En 2014, otros dos jóvenes mexicanos, Fernando Cornejo Sarmiento y Pablo Herrera Sandate, ganaron dos medallas de oro en la Olimpiada Iberoamericana de Biología. Y aquí me detengo, pues la lista de los logros de nuestros jóvenes en competencias internacionales de ciencia en los años recientes es muy vasta.
En la tecnología hay talento de sobra, como demuestran los frecuentes logros de los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional y otras instituciones educativas en las competencias mundiales de robótica.
En síntesis, México es potencia mundial en matemáticas y ciencias a nivel juvenil.
Pero esto no es producto de la casualidad. Los ejemplos anteriores muestran, por una parte, el gran potencial intelectual que tiene nuestro país en sus jóvenes, cuya capacidad está al mismo nivel, o por encima, de los de otros países. Revelan además que existen organizaciones y personas que estimulan y apoyan su desarrollo. En el área de las matemáticas, por ejemplo, es de destacarse la labor de la Sociedad Matemática Mexicana y, en esta y otras disciplinas científicas, la de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
Pero en todo esto hay una gran paradoja. Estos logros tan importantes coexisten con otra realidad: México ocupa los últimos lugares en matemáticas y ciencias en las evaluaciones sobre el desempeño escolar que se realizan a escala internacional. Aquí hay lecciones muy importantes. Una de ellas es que el sistema educativo de nuestro país debe acercarse y aprender de lo que hacen en pequeña escala organizaciones científicas como las citadas.
La ciencia mexicana ha desarrollado técnicas novedosas para la enseñanza de las matemáticas y las ciencias para los jóvenes y para los maestros, que podrían convertirse, si cuentan con el apoyo necesario, en instrumentos multiplicadores para llegar a todas las escuelas y a todos los jóvenes de nuestro país, como las desarrolladas por Rogelio Valdez Delgado y la sociedad mexicana de la especialidad para las olimpiadas de matemáticas, o por Carlos Bosch para ésta y otras disciplinas científicas en el programa La ciencia en tu escuela, en la AMC. Por cierto, este último ha sido evaluado recientemente por la organización independiente CollaboretED, del Reino Unido, y han dicho que este programa ha demostrado tener excelentes resultados para mejorar la enseñanza de la ciencia en el nivel básico
En mi opinión, el énfasis de cualquier transformación educativa no debe ponerse en la evaluación de los maestros, sino en un aspecto mucho más generoso, que es la capacitación de los mismos.