as discrepancias entre las declaraciones de Manuel Zerón, director de la Agencia de Investigación Criminal de la Procuraduría General de la República (PGR), y las de Carlos Beristain, del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), no hacen más que enredar aún más las pesquisas sobre la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Zerón intenta hacer quedar mal a los expertos al referir supuestas fallas de un video presentado por el GIEI, que por conducto de Beristain señala que la visita que hizo el jefe policiaco al río San Juan en Cocula –donde supuestamente fueron arrojadas las cenizas de los 43– no consta en la averiguación previa, lo que considera una irregularidad.

Lejos de parecer que unos y otros transitan por la misma senda hacia el descubrimiento de lo ocurrido en Iguala, proyectan la percepción de que cada quien se aferra a su propia conclusión: el gobierno a su verdad histórica, según la cual todos los muchachos fueron incinerados en el basurero de Cocula, y el GIEI, que insiste en que no hay evidencia científica de que los normalistas hayan sido quemados allí.

Al principio, el informe pericial de la PGR reveló esa conclusión; en el segundo, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) dictaminó que no fueron hallados restos humanos; ergo, no es posible que hayan sido incinerados ahí, pues no hay consistencia entre la evidencia física y la testimonial.

A fin de elaborar un peritaje integral, el EAAF formó un equipo multinacional con 26 peritos en arqueología, antropología, criminalística, entomología y botánica forenses, balística, dinámica de fuego, interpretación de imágenes satelitales, odontología forense, genética y especialistas en traumas óseos. Es decir, no se trató de improvisados.

No conforme, la PGR insistió y convenció al GIEI de que formaran un grupo de profesionales propuestos por ambos bandos para hacer otro peritaje, que arrojó que al menos 17 cuerpos fueron quemados, lo que el GIEI sigue rechazando.

He ahí sólo dos ejemplos de las contraposiciones de expertos y gobierno que, 19 meses después, no abonan en nada al descubrimiento de la verdad.