Opinión
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Isocronías

Música que habla

E

stas muy breves e inconclusas notas nacen de dos artículos que, con la solvencia que lo caracteriza, ha publicado en La Jornada Semanal Juan Domingo Argüelles y no procuran sino caminar por el rumbo de su discurso.

Gran parte de mi educación poética proviene de la canción. Quizá, lo he pensado con frecuencia, mis verdaderas raíces estén ahí. Pero la poesía con música, es decir la letra, puede, precisamente por la música, engañar.

Le guste a uno o no, se puede hablar de canciones buenas cuyas letras no lo son. Verbigracia: aun con la pésima letra que conlleva, en tanto canción, Querida parece sostenerse.

Canciones populares extraordinarias hay que alguna falla letrística soportan. Bésame mucho: “que tengo miedo a perderte”; Paloma querida: y la luz de tus ojos divinos/ cambiaron mis penas por dicha y placer. En ambos casos el problema es la vocal a. Da la impresión en el primero de que debiera decir (desatendería la métrica): “que tengo miedo de perderte” (la compositora tenía 16 años, no le demos entonces importancia); en el segundo quizá el original, cierto o no, decía (no he oído a nadie que así la cante): “y a la luz de tus ojos divinos” etcétera (asunto de concordancia).

Mi educación lírica, aclaro, proviene más bien de la vieja canción ranchera, si no antigua pre-rradiofónica, más fresca que la radiofónica y ya no se diga que la televisiva.

Y sin embargo de La Malagueña recordemos los siempre recordados versos “Qué bonitos ojos tienes/ debajo de esas dos cejas…” y “Ellos me quieren mirar/ pero si tú no los dejas…/ ni siquiera parpadear”, que despojados de la música resultan más bien cómicos. Es la tonada la que aporta el verdadero sentido, la intención del compositor, (¿anónimo?) quien sólo pretende expresar: Qué bonitos ojos tienes; ellos me quieren mirar, mas tú no se (o te) lo permites.

La mención a las cejas aparte de ripiosa u ociosa resulta… curiosa: ¿dos cejas arriba de un par de ojos (uno espera, sentido común de la imaginación, que no sean ni más ni menos y que estén abajo de esos que por diversión llamaremos arcos pilosos) que no parpadean, inmóviles, petrificados?

Y tal canción la canta sin reparo muchísima gente. Siente, columbro, lo que dichas palabras gracias a la música quieren decir y por la música dicen, más que lo sin la música dirían. De otra manera expuesto: en la canción la música, la pura música, también habla.