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La presencia del célebre narrador recorre América, continente al que jamás pudo viajar

El mundo se rinde a Cervantes en su 400 aniversario luctuoso

Fernando del Paso, Premio Cervantes 2015, lo recibirá este sábado en Alcalá de Henares

La novela El Quijote es la piedra fundacional, la primera, de la literatura de nuestro continente opina la escritora y periodista Elena Poniatowska, reconocida con ese galardón en 2013

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La conmemoración por los 400 años de la muerte de Cervantes detona múltiples actos a escala mundial, como en Colombia, donde el Teatro Colón de Bogotá presenta Los entremeses de Miguel de Cervantes (la imagen corresponde a la función del pasado día 9), montaje inscrito en el mes del libro en esa capitalFoto Xinhua
 
Periódico La Jornada
Martes 19 de abril de 2016, p. 4

A finales del siglo XVI, Miguel de Cervantes Saavedra quiso conocer el Nuevo Mundo, pero jamás pudo embarcarse hacia América tras haber solicitado sin éxito varios puestos en la entonces tierra prometida.

Hoy, a 400 años de su muerte, su presencia recorre el continente durante el gran homenaje que se rinde al autor de El Quijote, el cual tiene su epicentro en España, tierra natal del más grande constructor de la lengua castellana.

En México, la mayor parte de las actividades se realizarán el sábado 23 de abril (cuando se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor) en espacios de la capital del país, como el Palacio de Bellas Artes, el Centro Cultural Elena Garro, la Fábrica de Artes y Oficios (Faro) de Oriente y el panteón de San Fernando.

Cervantes comparte honores con William Shakespeare, también en su 400 aniversario luctuoso, con Elena Garro en el centenario de su natalicio, y Juan Rulfo a 30 años de su muerte.

Una conversación ficticia entre los autores homenajeados, un análisis sobre la manera en que ha evolucionado a lo largo de los años la imagen del Quijote, actos en zancos, representaciones en kamishibai (especie de teatrino en que se narra una historia con imágenes en dibujos y textos), comparsas, pasacalles (desfile y rondas de artistas caracterizados), teatro de improvisación, lecturas en voz alta, encuentros de lectores, talleres y cine, integran el amplio programa con el que la Secretaría de Cultura del gobierno federal difundirá la obra de esos exponentes de las letras.

Además, se distribuirán en salas de lectura y otros espacios públicos de fomento de ese hábito, así como en las unidades habitacionales del Infonavit del país, ediciones especiales de Don Quijote de la Mancha (publicado por el Museo Iconográfico de El Quijote), Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro, y de Juan Rulfo, Pedro Páramo, El llano en llamas y El gallo de oro.

España, epicentro de las honras

El Quijote es la piedra fundacional, la primera, de la literatura de nuestro continente”, dijo a la agencia Dpa la escritora mexicana Elena Poniatowska, galardonada en 2013 con el Premio Cervantes.

En opinión de la autora de La piel del cielo, la más cervantina de todas las plumas latinoamericanas es la de Carlos Fuentes, de quien destaca su idealismo, tan vivo en don Quijote de La Mancha, así como su “gran capacidad de trabajo. Carlos Fuentes decía que releía El Quijote el primer mes de cada año. Yo lo leí de niña con estampas en francés. Era el Quijote para niños y me impresionó muchísimo pensar en los molinos de viento”, explica.

Poniatowska también ve la huella de Cervantes en los relatos de Gabriel García Márquez o en las obras de escritoras como la mexicana Elena Garro y la brasileña Clarice Lispector.

En poesía, uno de los máximos admiradores del escritor español fue el nicaragüense Rubén Darío.

La novela cumbre El Quijote llegó a América poco después de su publicación en España, en 1605. Según documentos hallados por el cervantista español Francisco Rodríguez Marín a principios del siglo XX en el Archivo de Indias de Sevilla, algunos ejemplares, almacenados en cajas, viajaron en las embarcaciones que partían hacia el nuevo continente.

Cervantes no pudo llegar a América, pero en ella vive en casa propia, dijo en una ocasión Rafael Heliodoro Valle, escritor hondureño afincado en México, en referencia al fenómeno.

El autor peruano Ricardo Palma decía que Simón Bolívar, considerado entusiasta lector de la obra de Cervantes, dijo en su lecho de muerte: Los tres grandísimos majaderos hemos sido Jesucristo, Don Quijote y... yo.

Fallecido el 22 de abril de 1616, pero enterrado un día después, Cervantes sobrevivió a una batalla naval, un secuestro por piratas, años de cautiverio en Argel y una estancia en prisión.

Lo que le da tanta fuerza a la literatura de Cervantes es que vivió de manera muy intensa, afirma el fotógrafo José Manuel Navia, quien recorrió los lugares visitados por el escritor para una exposición conmemorativa.

La muestra forma parte de los actos –más de 300, entre exposiciones, obras de teatro, lecturas y conferencias– que se organizan este año en España para conmemorar a Cervantes.

Una de las actividades estelares se efectuará el próximo sábado, cuando los reyes Felipe VI y Letizia presidan en Alcalá de Henares la ceremonia de entrega del Premio Cervantes al mexicano Fernando del Paso, galardonado a sus 81 años por su innovador trabajo.

Escrutando archivos oficiales, escasos testimonios de la época y prefacios autobiográficos de sus libros, los académicos han intentado durante décadas separar la realidad del mito de un autor considerado el padre de la novela moderna, que inspiró a Jane Austen, Fedor Dostoievski y Gustave Flaubert.

Cervantes nació en 1547 en Alcalá de Henares, cerca de Madrid; su familia sufría estrecheces económicas. A los 20 años escribió su primera poesía conocida, antes de viajar en 1569 a Roma por motivos tal vez relacionados con su participación en un duelo. En Italia se alistó de soldado y luchó en 1571 en la batalla de Lepanto, en la que más de 200 galeones de la alianza cristiana derrotaron a la flota del Imperio Otomano.

Temblando de fiebre, yace en un camastro infestado de piojos, en el entrepuente que sirve de enfermería... el mareo y la malaria lo dominan, cuenta su biógrafo Jean Canavaggio sobre el día de la batalla.

Aun así, Cervantes fue a luchar: recibió disparos en el pecho y la mano izquierda, que jamás pudo volver a utilizar. Sin embargo, siguió participando en campañas militares hasta que decidió regresar a España en 1575.

El sepulcro del autor está en el convento de Las Trinitarias, en pleno barrio de Las Letras, uno de los más tradicionales de Madrid. La calle por la que se accede es estrecha y empedrada. Ironías de la vida, lleva el nombre de Lope de Vega, otro de los grandes autores de las letras españolas.

Yace aquí Miguel de Cervantes Saavedra 1547-1616, dice una inscripción sobre la placa de piedra, adosada al muro del templo, donde se leen también versos de Los trabajos de Persiles y Sigismunda.

Puntuales, media hora antes de misa, las monjas trinitarias abren a diario al público las puertas de la iglesia de San Ildefonso, situada dentro del convento fundado en 1612. Siempre muy amables reciben a los admiradores del escritor.

La localización de los que se supone son los huesos de Cervantes llegó a tiempo para el cuarto centenario de su muerte. La búsqueda empezó en 2014; en marzo de 2015 se dieron por hallados y el 11 de junio de ese año se celebró un solemne sepelio en medio de gran expectación.

¡Don Miguel, misión cumplida!, clamó la entonces alcaldesa de Madrid, Ana Botella, en el convento de Las Trinitarias. Cervantes fue sepultado por tercera vez desde su muerte, en 1616. O no. Porque los arqueólogos y demás expertos que trabajaron en la localización de los restos carecen de certeza absoluta de que así sea, pues más que fragmentos de huesos son esquirlas, encontradas en una fosa junto a restos de otros 16 cuerpos.

No se pudieron practicar pruebas de ADN para cotejarlas, porque el único pariente del escritor del que se tiene constancia, su hermana, monja carmelita, está enterrada entre cientos de huesos de religiosas en un osario de Alcalá de Henares. Aunque no hay evidencia científica, está la placa, la cual indica que ahí descansa el más célebre autor de la lengua española.