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Jalisco La permacultura para la Gerardo Ruiz Consultor y educador de permacultura por medio de PLANTUM, un estudio de diseño regenerativo www.plantum.mx [email protected]
Este artículo está dedicado a Juan Negrín y a su trabajo. Él fue director del Centro de Investigación Wixárika y falleció en 2015. Esperamos que su legado pueda continuar por medio del proyecto que aquí se reseña. En una zona muy remota de la Sierra Madre Occidental, al norte del estado de Jalisco, se encuentra la comunidad wixárika (huichol) de Tuapurie (Santa Catarina Cuexcomatitlán). Desde tiempos inmemoriales el pueblo wixárika ha trabajado para preservar su forma de vida, cultura e íntima conexión con el mundo natural. El territorio comunal de Tuapurie cubre más de 76 mil hectáreas de bosque templado y selva baja caducifolia ricas en biodiversidad. Actualmente el territorio se encuentra amenazado por compañías madereras externas que realizan contratos con la comunidad para explotar sus bosques pagando un precio muy bajo por la madera extraída. Estas actividades le generan a la comunidad un beneficio casi nulo y han afectado el ciclo natural del agua en la región, causado problemas graves de erosión en el suelo y pérdida de biodiversidad de fauna y flora. En 2012, a petición de los líderes comunitarios de Tuapurie, el Centro de Investigación Wixárika se comprometió a reanudar el trabajo que realizaba anteriormente en la comunidad. En esta ocasión se decidió trabajar conjuntamente con el bachillerato autónomo “Tamaatsi Paritsika”, un proyecto independiente a la Secretaría de Educación Pública que busca ofrecer una educación culturalmente apropiada a los jóvenes del lugar. La propuesta que se presentó buscaba apoyar a la comunidad a realizar una transición de exportadores de madera en rollo a fabricantes de productos maderables sostenibles para los mercados locales y nacionales, ayudando así a preservar su patrimonio cultural y ecológico. Los objetivos específicos del proyecto a largo plazo son:
La primera fase consistió en la construcción de un horno solar para secar tablas de madera a un grado óptimo de humedad que permita a los estudiantes elaborar productos de carpintería de alta calidad. A pesar de que la madera puede ser secada al aire libre, se requiere un horno para reducir de dos a tres veces el tiempo de secado y alcanzar un contenido de humedad óptimo para la elaboración de estos productos. Una vez terminada la construcción, los profesores del bachillerato y algunos miembros de la comunidad recibieron un curso de capacitación sobre el secado de madera y las propiedades de las diferentes especies de árboles maderables de la región. El horno solar fue construido por el Centro de Investigación Wixárika en colaboración con la Universidad de Guadalajara y del bachillerato. La estructura principal se construyó con adobe (bloques de tierra) producido por miembros de la comunidad usando técnicas tradicionales y materiales locales; al mismo tiempo, el horno solar integra tecnología moderna, que fortalece la autonomía del proyecto, como el sistema de paneles fotovoltaicos que producen la electricidad requerida para el funcionamiento del sistema de ventilación, y algunas herramientas eléctricas de carpintería.
La siguiente fase del proyecto consiste en la construcción del taller de carpintería para el bachillerato y la compra de un aserradero portátil que permita un procesamiento más eficiente de la madera. Adicionalmente se planea establecer un vivero de árboles adaptados al clima local para la producción de frutas, nueces, forraje y madera. Este proyecto tiene como intención crear un modelo que pueda ser replicado en otras comunidades indígenas del país que deseen implementar programas forestales y agroforestales para la regeneración de su tierra, la economía local y su cultura. Para obtener más información y apoyar este proyecto, visite la página del Centro de Investigación Wixárika www.wixarika.org. Querétaro Una vida dedicada a la cultura del suelo Esther Díaz Coordinadora de Comunicación de Grupo Ecológico Sierra Gorda [email protected]
A los cinco años, Mario David Pedraza llegó a la Sierra Gorda de Querétaro a vivir con sus padres. Al llegar a la mayoría de edad, empezó a trabajar en Grupo Ecológico Sierra Gorda (GESG), una organización no gubernamental fundada por sus padres en 1987 para restaurar los ecosistemas de esta área natural del tercio norte de Querétaro. Hoy, Mario es un experimentado ranchero y coordinador de la Estrategia Nacional de Manejo Regenerativo de Suelos. En los primeros años de GESG, Mario siguió de cerca lo que él llama “el viejo manual mexicano”. Se construían barreras vivas o zanjas trinchera para prevenir la erosión y se realizaban reforestaciones, pero había mucho más por hacer. Autodidacta, Mario empezó a invitar a expertos internacionales en permacultura a la Sierra Gorda, incluidos Jairo Restrepo Rivera, Eugenio Gras, Ignacio Simón y Darren Doherty. Ellos compartieron con Mario los principios de la microbiología y la remineralización de la tierra, y técnicas como la cromatografía –una forma barata, sencilla y precisa de evaluar las mejoras en el suelo a lo largo del tiempo sin necesidad de pruebas de laboratorio. Poco a poco, Mario empezó a adaptar estos conocimientos a las pequeñas parcelas de la Sierra Gorda, como el Diseño Keyline –una técnica de permacultura australiana que usualmente se implementa en grandes extensiones de terreno para prevenir erosión. “Enseñamos con herramientas muy sencillas, un trozo de madera y un nivel, cómo formar los contornos para el cultivo. También instruimos a los agricultores sobre cómo capturar los microorganismos nativos, reproducirlos y regresarlos al suelo”, explica el ranchero. Bajo su dirección, GESG ha adquirido habilidades en manejo holístico, un marco para la toma de decisiones que se aplica en la regeneración de pastizales y que fue desarrollado por el biólogo y guarda-parques africano Alan Savory. “El manejo holístico es bastante diferente al método tradicional de ganadería, en el que al ganado se le permite sobre-pastorear, erosionando los suelos y creando desiertos improductivos”. Además, a la vez que sana el paisaje y el suelo, el manejo holístico funciona como un potente agente secuestrador de carbono. Así, desde 2010, GESG trabaja con el Instituto Savory, y actualmente es uno de los tres Savory Hubs en México; los otros están en Sonora y Chihuahua. De esta forma, practicantes locales ya han sido capacitados en manejo holístico y están compartiendo su conocimiento con una creciente comunidad de agricultores y ganaderos en la Sierra Gorda. “Hoy día tenemos 13 granjas que utilizan tanto técnicas de manejo holístico como de permacultura, y alrededor de 150 parcelas de agricultura –con unas diez mil hectáreas–- están implementando todos los principios”. “Usando los principios del manejo holístico vemos el ganado como una herramienta para mejorar el proceso del ecosistema. Pero nuestra práctica debe responder simultáneamente al contexto holístico de cada granja o productor”. Mario explica que, desde la perspectiva del manejo holístico, es imposible separar la agricultura de la ganadería. “Ambos se tratan de la cultura del suelo. Aquí, en el pasado, nunca cuidamos el suelo. Ahora nuestra misión es crear nuestro propio estándar para hacerlo. Después de todo, venimos del suelo, somos parte del suelo y tenemos que nutrirlo para tener comida y todos los demás servicios que vienen de él”. Como parte de su proyecto de restauración de suelos, GESG trabaja con muchos hombres jóvenes que han regresado a sus parcelas desde Estados Unidos, adonde fueron en busca del sueño americano. “Regresan y tratan de sobrevivir en una pequeña parcela de tierra. Son muchos y tendremos un problema en las manos si empiezan a trabajar con los antiguos métodos. Necesitamos tener nuevas respuestas y alternativas para ellos”. Además, las mujeres serranas también se capacitan, pues a menudo trabajan solas como agricultoras porque sus esposos, padres y hermanos se han ido a trabajar al norte. Actualmente, hay 200 huertos bio intensivos y orgánicos en toda la Sierra Gorda. En apenas un año, los efectos de mejora del suelo en el rancho de Mario resultaron evidentes. Las plantas, cuenta, son más grandes y coloridas, y el agua más abundante y limpia. “Lo que compartimos es conocimiento muy barato. Es muy caro comprar agroquímicos. Pero si enseñas a los granjeros cómo fermentar estiércol y usar microbiología cuesta muy poco. Empiezas con cinco granjeros y, debido a los resultados, otros se interesan y se hacen socios”. Con la metodología de Soil Carbon Coalition, GESG también monitorea la salud del suelo científicamente. Para ello, la Fundación Gonzalo Río Arronte proporcionó fondos para los trabajos de restauración de suelos y cuencas durante los años recientes. Además, la Secretaría de Agricultura aportó fondos para capacitar a 45 nuevos educadores de manejo holístico en varios estados del centro de México, y el FOMIN del Banco Interamericano de Desarrollo está apostando y apoyando su proyecto para replicar estos aprendizajes. “Trabajaremos con todos los rancheros que estén dispuestos a implementar el manual completo para regenerar suelos y luchar contra el calentamiento global. Estamos trabajando contra reloj”, dice Mario.
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