16 de abril de 2016     Número 103

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


ILUSTRACIÓN: Mark Henson

La permacultura para la
restauración de territorios
con huella antropogénica

Gerardo González Garibay Permacultura México, AC  [email protected]

Las actividades que realizamos como humanos contemporáneos y civilizados afectan a los patrones y procesos ecológicos en dos formas principales: directamente, por la transformación de la tierra a infraestructura y áreas productivas, o indirectamente, mediante los productos derivados de las actividades humanas que se dispersan lejos de su fuente de origen y degradan las funciones del ecosistema a un ritmo en constante aumento.

Ejemplo de forma indirecta son las escorrentías agrícolas: se transportan por escurrimiento los agroquímicos tóxicos y venenos rociados en los campos de cultivo hacia los ríos y mantos acuíferos y terminan en el mar. Hay un agravante adicional, estos mismos químicos se potencializan con el sol, se evaporan y se dispersan por las nubes, ampliando la degradación y el envenenamiento de los ecosistemas en un ciclo constante de muerte.

La permacultura o Permanente-agriCultura ofrece soluciones positivas, con el uso de la ecología como base para estudiar, diseñar y realizar sistemas perdurables, funcionales, sostenibles e integrados que sustenten los asentamientos humanos y los ecosistemas naturales. Y no estamos hablando sólo de realizar obras de conservación, cosecha de agua, cultivos perennes y de regeneración de suelos, entre otros muchos elementos que complementan el diseño de sistemas naturales, sino de un profundo cambio en cada habitante del planeta: de integrar a los individuos nuevamente a los ecosistemas; mostrar con la verdad el regreso de nuestros orígenes que llevamos dentro como parte de la Naturaleza; quitar el velo de la aparente “estabilidad” en que vivimos, y reflexionar si realmente vale la pena seguir sosteniendo el sistema actual, un sistema que se basa en la competencia, que destruye las posibilidades de una cooperación social para el bienestar común.

El cuidado de la tierra, el cuidado de la gente, el compartir los recursos con equidad, capacidades y energías excedentes son base de la ética de la Permacultura.

Al aplicar la permacultura (y ya ocurre así de forma autónoma en más de cien países) y sus principios a las áreas productivas y a un rediseño de los asentamientos humanos, erradicaremos los daños de la humanidad hacia el planeta e iniciaremos en conjunto desde nuestras comunidades locales y ciudades la restauración ecológica profunda de los territorios degradados por la huella humana.

La clave es cooperación, no competición.


Labores para una huerta exitosa

Raúl Medina de Wit [email protected]


FOTO: Raúl Medina de Wit

Varios diccionarios coinciden en definir el éxito como “el resultado feliz de una acción o suceso”, lo cual es subjetivo. Por ello partiré de que hay diferentes formas de éxito, y que su interpretación particular, por un grupo o sector de la sociedad, define las labores a llevar a cabo en la huerta.

En el Sistema Socio Económico Industrial Globalizado (SSEIG), el éxito se mide en productividad (kilos y dinero), y se soslayan completamente los aspectos social y ambiental. La Agricultura Orgánica Certificada, siendo un secuestro de un trabajo social, reconfigurado, apropiado y mantenido dentro del SSEIG, está diseñada para sólo llevar a cabo la sustitución de insumos, a la par de mantener la misma visión de productividad (kilos y dinero) y la omisión de lo social y ambiental. Un ejemplo es la producción de agave orgánico: En los primeros dos años de su cultivo, se promueve el uso de agrotóxicos, fertilizantes sintéticos y coadyuvantes derivados del petróleo, y durante los siguientes tres años se certifica su manejo orgánico industrializado, para entonces cosechar agave “orgánico”. Posterior a la cosecha, se retiran las raíces del agave, mediante la práctica de levantar y retirar una capa de 20 a 30 centímetros del suelo en toda la extensión de la parcela usando un tractor con cargador frontal; ese suelo se amontona en una orilla, para después prenderle fuego a la materia orgánica. Hecho esto, se procede a preparar el suelo (barbecho y rastreo) y sembrar maíz industrial con agrotóxicos. Estas son labores para una parcela exitosa.

La misma idiosincrasia diseña las labores propias de otros cultivos “orgánicos” de exportación como las moras, los aguacates, las manzanas, etcétera.

Pues sí son huertas exitosas… pero, ¿para cuántos de los que habitamos el planeta es deseable este tipo de éxito? ¿Por cuánto tiempo más podrá el Sistema Natural procesar y resolver las consecuencias ambientales de este tipo de éxito? ¿Por cuánto tiempo más podrá la humanidad asumir las consecuencias sociales de este tipo de éxito?


FOTO: Gabriel Flores Romero

Me considero uno entre decenas de millones de personas a lo largo y ancho del planeta cuya mayor consciencia empuja a la construcción de alternativas al SSEIG en todos los ámbitos de satisfacción a las necesidades básicas humanas: producción de alimentos saludables y vitales, salud integral, hábitat integrando al sistema natural, comunidades en organización de redes y no piramidales, educación para la vida y plenitud humana, economías multimonedas, etcétera. Es ya también claro que la construcción y práctica de todas esas actividades están encaminadas a integrarse en un todo que comienza ya a ser el Sistema Alternativo Integrado a la Naturaleza, el cual inevitablemente sustituirá al SSEIG, que es producto del sueño en decadencia e inviable de unos pocos.

A partir de este contexto, hemos creado Suelo Feliz, Huerta, Hábitat y Aula www.suelofeliz.com espacio en donde practicamos la Agricultura Natural o Agricultura de los 4 Elementos, realizando labores para crear condiciones de armonía y equilibrio dentro del agrosistema, que provoquen que los procesos naturales y servicios ambientales sucedan por sí mismos: Construcción de la estructura del suelo, degradación de la materia orgánica, construcción del humus permanente, flujo de nutrientes, retención de humedad, equilibrio de poblaciones de microbios e insectos, etcétera. Las labores son:

•    Equilibrio del elemento tierra:

o    Dejar raíces de los vegetales y hierbas que cosechamos
o    Sólo mover diez centímetros de la superficie del suelo
o    Establecer coberturas a diferentes estratos
o    Diversificar la población vegetal mediante policultivos, mezclando hierbas, cultivos,
      flores y aromáticas
o    Coadyuvar a la construcción de la estructura grumosa y porosa del suelo
o    Incorporar composta aeróbica terminada de alta calidad

•    Equilibrio del elemento agua:

o    Crear infraestructura que mantiene viva (en movimiento y dinamizándose) el agua que
      disponemos en sustitución de la infraestructura que estanca y mantiene estática el agua
o    Estructuración del agua que utilizamos
o    Diseño hidrológico del terreno
o    Mantener coberturas para equilibrar el elemento aire (vientos) y el elemento fuego (calor
      y energía sol) que deshidratan el suelo

•    Equilibrio del elemento aire:

o    Facilitar el intercambio de gases del suelo
o    Coadyuvar a la presencia y flujo del aire en el suelo
o    Mantener la estructura grumosa y porosa del suelo

•    Equilibrio del elemento fuego (en su aspecto de energía que mueve a los organismos vivos en un
      sistema):

o    Promover el aumento de especies (microorganismos, insectos, plantas) en el
      agrosistema (usamos composta y tés para promover este objetivo, entre otras técnicas)
o    Coadyuvar a la construcción de los servicios ambientales
o    Integrar nuestro agrosistema al ecosistema local, mediante el uso de preparados
      homeopáticos que compilan información del ecosistema

El éxito en nuestra huerta es cuando ésta aporta a construir la vivencia plena de nuestra condición humana.

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