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Detrás de ella están intereses económicos de naciones poderosas: Caravana por la Paz

La guerra contra las drogas ha dejado enormes ganancias al poder político
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El académico Adolfo Gilly y María Herrera, quien busca a sus cuatro hijos, durante el foroFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Martes 12 de abril de 2016, p. 5

Integrantes de la Caravana por la Paz, la Vida y la Justicia, a quienes se sumaron representantes religiosos, académicos, investigadores, intelectuales y activistas pidieron poner fin ‘‘a la guerra contra las drogas’’, que ha dejado cientos de miles de víctimas, y también enormes ganancias a los dueños del dinero y del poder político.

Señalaron que esta ‘‘guerra’’, impulsada desde los intereses económicos de los países más poderosos, ha dejado en las naciones mesoamericanas flagelos como la militarización de la seguridad pública, el desplazamiento interno forzado, desapariciones, tortura, ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias, corrupción e impunidad.

Reunidos en un foro organizado por la caravana y especialistas, advirtieron que nuestras sociedades no pueden seguir cediendo sus derechos ante la ‘‘terrible y absurda’’ lucha contra las drogas, que ha colocado a casi todos los países de Centroamérica y a México entre las naciones más violentas del mundo.

La caravana, que salió el pasado 28 de marzo de Honduras y ha transitado estos días por El Salvador y Guatemala para llegar a México, tiene como destino final la ciudad de Nueva York, adonde pretende llegar el próximo 18 de abril en la víspera de la sesión especial convocada por la Asamblea General de Naciones Unidas para discutir el tema de la política internacional contra las drogas.

Laura Carlson, directora del Programa de las Américas; Martín Baraona, obispo emérito de la Iglesia Episcopal Anglicana de El Salvador, y Alex Sierra, de Global Exchange –todos ellos integrantes de la caravana– señalaron que el objetivo es exigir a la ONU un diálogo abierto que dé paso a políticas alternativas, destacando el altísimo costo social que ha tenido la política prohibicionista y la guerra contra las drogas; se debe priorizar siempre el respeto a los derechos humanos y la disminución de la violencia, coincidieron en afirmar en sus intervenciones.

En tanto, el religioso dominico Miguel Concha, el historiador e intelectual Adolfo Gilly, y el director ejecutivo de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, José Antonio Guevara, destacaron la enorme importancia de esta caravana para comprender lo que realmente está detrás de esta ‘‘guerra’’, que son los intereses de los dueños del dinero y del poder político.

‘‘Basta ya de muerte, de violencia y de control militar y policiaco en los territorios y en las personas’’, dijo el sacerdote Miguel Concha, quien cuestionó que el presidente Enrique Peña Nieto no asista a la sesión especial de la ONU donde se abordará el tema de la lucha contra las drogas, pese a que fue el mismo mandatario quien solicitó que se adelantara.

Adolfo Gilly, por su parte, señaló que ‘‘contra la arbitrariedad y la locura autista del poder’’, la caravana está recuperando la solidaridad entre los pueblos y este trabajo colectivo trasciende fronteras en el ánimo de alzar la voz ante la muerte y para trabajar por la paz, la justicia y la dignidad.

Durante el foro, en el Museo de la Ciudad de México, se planteó que este movimiento, como el de la defensa de la tierra y el territorio, forma parte de la reacción de la sociedad frente a un mismo fenómeno, que es la ‘‘terrible crisis civilizatoria’’ que enfrenta la humanidad.