ecibí una carta de la Asociación de Colonos de Portales AC, emotiva e indignada; se preguntan sobre la pasividad de otros habitantes de la vieja colonia del sur de la Ciudad de México: ¿Qué pasa, vecinos? ¿Por qué no hay apoyo para que se eviten más construcciones y no se destruyan los pocos pulmones que quedan en la zona?
Se duelen de que en un predio ubicado en Nevado 108 se talaran más de 50 árboles añosos que formaban parte del paisaje y del hábitat.
Tienen razón. Me consta que hicieron solicitudes a la delegación Benito Juárez y al gobierno de la ciudad para evitar la tala criminal, pidieron la aplicación de las leyes protectoras del medio ambiente y sólo recibieron respuestas burocráticas, citas a mesas de concertación inútiles, promesas de investigar y ofrecimientos vagos y generales.
En otra zona de la delegación, en la obra conocida como Deprimido de Mixcoac, no fueron 50 sino cerca de mil árboles los que se destruyen; un hermoso paseo que era el pulmón de varias colonias del sur de la delegación por una decisión nunca bien explicada e impuesta por la fuerza, un paseo se convierte en una vía rápida para automovilistas.
Hay una grave contradicción, ¿cómo se combate la contaminación y al mismo tiempo se suprimen zonas verdes? No sólo en la Benito Juárez, en toda la ciudad los proyectos públicos se amoldan a los intereses privados y los edificios de apartamentos inhumanos, por pequeños, o de comercios y despachos aparecen como hongos en la humedad por todos los rumbos de nuestra atormentada capital; algunos proyectos se han detenido o pospuesto por la oposición ciudadana, como la rueda de la fortuna en la entrada del milenario Bosque de Chapultepec o el corredor comercial en la avenida del mismo nombre, pero no hay tiempo, no digamos de detener, sino siquiera de denunciar la cantidad de atropellos como los que menciono en esta colaboración.
Los vecinos de Portales en forma irónica dan las gracias
a los que expiden las licencias de construcción y a los que toleran desde los puestos burocráticos, el corte de 50 árboles, conocen el neologismo de moda: gentrificación
, y se plantean con dolor qué es lo que sigue, qué será de la fauna que vivía en esos árboles y se preocupan porque en Nevado 108 se pretende erigir un nuevo conjunto que hará más difícil la vida de todos, incluyendo por supuesto la de quienes compren departamentos en la nueva construcción. Sólo se benefician los desarrolladores
y las autoridades que sin ver por el bien común permiten la destrucción de la urbe a cambio de gratificaciones y beneficios personales.
Pareciera una esquizofrenia, una percepción falsa de la realidad de parte de quienes dañan materialmente barrios y pueblos de la capital o dan su visto bueno para la destrucción, pero no lo es, no se trata de un error o una enfermedad mental, es un exceso de ambición, de codicia, de egoísmo que sólo ve el bien personal y hace a un lado el colectivo; se trata de ganancias sin importar consecuencias, de gobernantes que de dientes para afuera hablan de bien común y en la práctica permiten hacinamiento, congestión vehicular y escasez.
La carta de los vecinos de Portales es una llamada de atención a quienes dirigen la política urbana, para que vean más allá de sus carteras y sus sueños como escaladores de cargos.
Aprovecho para otra solicitud de atención a Mancera: el parquímetro 51703, acera norte de la calle de Tamaulipas en la Condesa, entre Alfonso Reyes y Mexicali, sólo acepta monedas de 10 pesos, las de cinco las devuelve, por lo que se debe pagar más aun cuando la ocupación del espacio sea breve. ¿Funcionarán así todos esos aparatos? ¿Es una forma nueva de hincarles el diente a los ciudadanos? La empresa de parquímetros no es ni para pintar las rayas blancas de los espacios, pero es buena para encontrar cómo cobrar de más.