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En el Palacio de Bellas Artes presentaron Naveluz, proyecto editorial de la UNAM

Formar docentes y jóvenes lectores capaces de escribir, pide Garrido

Es esencial para tener un país mejor preparado y pacífico, indica el escritor

En 2010 de 34 millones de afabetizados, sólo 4 millones eran lectores, cifra escandalosa que refleja un desperdicio brutal de recursos, sostiene el colaborador de La Jornada Semanal

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Decenas de niños con sus padres en una jornada del Festival de Lectura Multicultural por el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil, en las áreas verdes del Centro Nacional de las Artes, el 11 de abril de 2015Foto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Viernes 8 de abril de 2016, p. 3

Formar docentes y jóvenes lectores que sean también capaces de escribir es una necesidad esencial que debe ser satisfecha para tener un país mejor preparado y pacífico, destacó el escritor Felipe Garrido.

El ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2015 participó en la presentación del proyecto editorial Naveluz, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el pasado miércoles, en la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes.

En los recientes 30 años, explicó el colaborador de La Jornada Semanal, “ha habido un desperdicio de recursos respecto del fomento a la lectura; no basta con hacer campañas ni con repartir libros, pues no es lo mismo ser una persona alfabetizada que un lector.

“Durante siglos México fue un país de analfabetas. En 1921, cuando se publicó por primera vez el poema La Suave Patria, de Ramón López Velarde, únicamente podrían haberlo leído 34 de cada 100 mexicanos, es decir, el índice de alfabetismo era apenas de 34 por ciento”, apuntó el catedrático.

Campañas y pobres resultados

La Revolución de 1910 devastó el país, no había cultivos, fábricas, minas, comercio, y lo peor de todo, no había profesores ni escuelas. Con la finalidad de remediar esa situación, en 1921 Álvaro Obregón fundó la Secretaría de Educación Pública (SEP) y puso al frente a José Vasconcelos, quien convocó a los que sabían leer y escribir para que enseñaran a los que no sabían; fueron cinco campañas que dieron muy pobres resultados, porque el problema para formar lectores no se resuelve con campañas. Esa cuestión requiere de tiempo, señaló Garrido.

“Vasconcelos además inundó al país de libros. Muchos los compró a editores privados, sobre todo de texto, y otros fueron encargados a un grupo muy selecto de jóvenes artistas y ensayistas.

Sin embargo, lo que quedó claro luego de esa inundación de libros es que no basta con repartir libros. Lo que nos convierte en lectores es que alguien nos cuente, nos lea, nos hable, y así nos anime a contar, a leer y escribir para los demás, y eso no lo hizo Vasconcelos.

Quien sí lo empezó a hacer, 20 años después, fue Jaime Torres Bodet, dos veces titular de la SEP, explicó Garrido.

Torres Bodet centró su trabajo en fundar y crear escuelas y maestros, además de que construyó muchos museos. Cuando llegó por primera vez a la SEP el analfabetismo era de 48 por ciento, cuando salió de su segundo periodo, era de casi 27 por ciento. Dio al país lo que es realmente necesario: escuelas y maestros.

Entre las estadísticas, continuó Garrido, en 1970 México tenía 48 millones de habitantes, 26 por ciento de analfabetismo y la escolaridad promedio era de tres años y medio. Para 2010, 40 años después, la población pasó de 48 a 112 millones, se multiplicó casi por tres, la escolaridad promedio aumentó a ocho años y medio, y el índice de analfabetismo se redujo a 7 por ciento, cifra que es muy discutible; algunos señalan que es de 9 o 10 por ciento. No obstante, ello refleja que la orientación de Torres Bodet era la correcta, la de un país que necesitaba alfabetizarse.

Sin embargo, expresó el también historiador, la simple alfabetización tampoco es suficiente. Así como repartir libros no forma lectores, una población alfabetizada tampoco resuelve los problemas educativos, porque no es lo mismo estar alfabetizado que ser lector; hay una enorme diferencia.

Leer por placer, corriente romántica

En 2010 “la población alfabetizada era de 34 millones de personas (se debe recordar que ese sector se mide en mayores de 15 años, los menores de esa edad no son analfabetos, son niños y no cuentan para esos índices).

De esos 34 millones, sólo cuatro millones eran de lectores y 30 millones eran los que se denominan alfabetos no lectores. Esa cifra es escandalosa. Es reflejo de un desperdicio de recursos brutal por gobiernos, familias, alumnos, por todo mundo. Lo que las escuelas forman son alfabetos, no lectores, y un mínimo de lectores, en una proporción de cuatro a 30; más nos vale no seguir produciendo alfabetos no lectores, advirtió. Sería mucho mejor que las escuelas estuvieran produciendo lectores capaces de escribir.

En las pasadas tres décadas ha habido muchos esfuerzos y programas de formación de lectores, pero siempre se olvida que tan importante es leer como escribir, “ambas deben ir juntas y para ello hace falta dos cosas: una, que la SEP y las secretarías de los estados ya no consideren como meta de la educación básica, de prescolar a secundaria, que la población quede alfabetizada. No es suficiente, sino que la meta sea formar lectores capaces de escribir.

La segunda es que los maestros tenemos la obligación de ser también lectores capaces de escribir, porque si los docentes no somos capaces de ello, es imposible que podamos formar a nuestros alumnos de esa manera, destacó.

Esa corriente romántica que sostiene que la lectura es por puro placer, concluyó, “me parece equivocada. La formación de lectores implica la capacidad de escribir.

La escritura es la mejor escuela de pensamiento. Cuando escribimos aprendemos a estructurarlo; quien escribe claro es porque piensa claro, y viceversa. Necesitamos lectores capaces de escribir, porque deseamos un país mejor preparado, más próspero, más justo y pacífico.

Garrido, con Benjamín Barajas, Édgar Mena y Javier Perecho, presentaron Naveluz, que desde hace cuatro años publica textos literarios de jóvenes talentos universitarios, así como obras de los maestros de los Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH) de la UNAM y de escritores de reconocida trayectoria.

Recordaron que se creó en el CCH Naucalpan y ha generado las colecciones de poesía, narrativa, ensayo y teatro. Se han publicado 22 títulos con trabajos de tres generaciones de estudiantes, dijo Barajas, director del proyecto.

Es un esfuerzo orientado a satisfacer una de las mayores necesidades del país: la formación de lectores capacitados para escribir sus propios textos literarios, finalizó Garrido.