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El caleidoscopio de la existencia
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Periódico La Jornada
Sábado 2 de abril de 2016, p. a12

Pensar con el corazón. Amar con el cerebro = KaLEidOScope.

El nuevo proyecto realizado por la pianista georgiana Khatia Buniatishvili se titula KaLEidOScope (Sony Classical) y es una obra maestra de interpretación musical.

Tiene forma de disco compacto, pero en realidad es un proyecto realizado, porque Khatia no graba discos: trae sueños a la realidad.

El trabajo anterior de esta pianista fuera de serie lo reseñó el Disquero en su oportunidad. Recomiendo su (re) lectura porque ahí cuento la historia de Khatia, de su hermana Grantsa, otra pianista grandiosa, y de la madre de ambas, Natalia, pianista enorme también. He aquí el link: http://goo.gl/aXrGcg

Sus discos son proyectos. En Motherland, el referido en la reseña anterior, reúne el misterio del mundo en 17 miniaturas.

Ahora, dibuja la naturaleza humana y nos la muestra a través de un caleidoscopio, artefacto cuya etimología directamente griega reúne tres vocablos: observar (scopéo), imagen (éidos), bella (kalós) y que funge a manera de metáfora para mostrar todas las emociones a la manera de Mozart: los momentos tristes son perecederos, los momentos alegres quedan. Como tu sonrisa.

Elige para el efecto tres partituras monumentales: Cuadros de una exposición, de Mussorgsky; La Valse, de Ravel, y Petrushka, de Stravinsky.

De las tres existe discografía abrumadora pero también abrumada, porque la tendencia es adocenar, fotocopiar, ilustrar. Cierto, existen versiones portentosas, pero también es cierto que el parecido entre ellas es notable.

Una manera de decir que la versión de Khatia es maravillosa consiste en, simplemente, afirmar con objetividad que es diferente.

Khatia renuncia a la espectacularidad, esnobismo, necedad narrativa de muchos pianistas para lanzarse de cabeza, pensar con el corazón, amar con el cerebro.

El resultado es: música, lo cual no es obviedad, porque cuando un pianista renuncia a los trucos, queda a merced de algo que pocos logran y es en lo que consiste el arte de la interpretación. Se llama musicalidad.

Musicalidad: emocionar, conmover, ser fiel a la partitura pero incursionar en nuevos territorios amatorios, insondables. Uno escucha a Khatia y no sale de su asombro. Al escucha le parece estar escuchando una partitura nueva, no aquella que se sabía de memoria, hasta que se da cuenta de que Kathia no está tocando de memoria, sino de corazón, por el corazón, para el corazón, y aquí queda que ni mandado a hacer el término francés par coeur = de memoria.

Dije que Khatia renuncia a la espectacularidad. Una vez que lo logra, en los momentos de clímax, eso rebasa lo espectacular: es volcánico, incesante, intensísimo. Orgásmico de necesidad.

El mismo procedimiento sigue y consigue con la sensualidad de La Valse y las pulsiones salvajes características de la música de Stravinsky, en los tres movimientos de Petrushka que Kathia pone en órbita.

El piano ya no es piano. Es sueño. El sueño ya no es sueño. Es magia. La magia ya no es magia. Es un vendaval. El vendaval ya no es vendaval. Es una caricia. La caricia nunca deja de ser caricia porque es una sonrisa que palpita como una mariposa de mil colores.

Tu sonrisa.

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