Un fraile dominico, François Neyt, quien vive en Bélgica, en un monasterio, pero ha pasado mucho tiempo en África, ha recorrido muchas zonas de ese continente, en particular el Congo, y lo conoce como la palma de su mano.

El también antropólogo es el curador de la muestra Río Congo: artes de África Central, que mañana concluye en el Museo Nacional de Antropología.

La historia de Neyt la contó el director del recinto, el etnohistoriador y traductor Antonio Saborit, durante la presentación del catálogo de la exposición, inaugurada el pasado diciembre y que hasta la noche del jueves había recibido casi 111 mil visitantes y podría acercarse a los 120 mil cuando se cierren las puertas, a las 19 horas de este domingo.

Máscaras y estatuillas femeninas

Ese catálogo presenta la exposición completa curada por Neyt en 2010, como se montó en el Museo de Quay Branley de París, a diferencia de la que ocupa la sala de exposiciones temporales del museo ubicado en Paseo de la Reforma.

La muestra en el recinto mexicano es más pequeña, debido a que muchas de las piezas exhibidas en París fueron devueltas a los coleccionistas que las prestaron. Sin embargo, la del Museo Nacional de Antropología tiene algo que no tenía la de la capital francesa: cuatro tapetes que pertenecieron a Henry Matisse y que se encuentran casi al final del recorrido, poco después de la sala lúdica, donde es posible tocar algunos instrumentos o colocar adornos sobre figuras de madera.

Río Congo: artes de África Central reúne casi 350 piezas, de las cuales al menos cien jamás habían salido de Francia, entre ellas la máscara doble que es llamada por el Museo de Quay Branley su Mona Lisa y los cuatro tapices de la colección de Matisse recientemente adquiridos por el recinto parisino.

Dominan las máscaras, aunque también se encuentran maniquíes funerarios, estatuillas de ancestros, estatuillas relicario y de guardián de relicarios, relicarios, tocados, un sarcófago Eleku, cofres, cestas.

Asimismo una estatuilla protectora que representa a un europeo, una estatua mágica zoomorfa nkisi nkondi, motivos arquitectónicos, un estuche de arpa arqueada, el fragmento de un panel de puerta, máscaras femeninas, taburetes, sillas, una estatuilla femenina cargando a un niño, una estatuilla femenina mágica, instrumentos musicales, mobiliario, esteras, paños, telas de corteza, cuchillos y un largo etcétera.

Se trata de piezas realizadas por los habitantes de los pueblos de las riberas del Congo, el octavo río más grande del planeta, para las que emplearon madera, conchas, latón, cobre, hierro, fibras vegetales y pigmentos.

Colonización y arte clon

Son piezas que se realizaron en el siglo XIX y principios del XX y ya no se hacen más, recordó Saborit en la presentación del catálogo. Durante las conferencias (que se ofrecieron como actividades complementarias de la exposición) se habló de la novedad que representaron para un grupo de intelectuales, artistas y escritores de principios del siglo XX, al grado de llevarlas a incorporar a su obra (por ejemplo Picasso), pero son acervos que no fueron creados por antropólogos y sin embargo existen, que llamaríamos etnográficos, pero de indudable carácter histórico porque ya no se hacen, porque fueron las últimas de su tipo, porque la invasión de Occidente transformó todo aquello.

El proceso de colonización llevó a los pueblos africanos a crear un arte africano clon de éste que está aquí en la sala de exposiciones, y desde la que llegamos como observadores del siglo XXI posvanguardias, posPicasso. Ya no nos escandaliza porque nacimos en un mundo donde la abstracción es moneda de uso corriente.

Son piezas que hablan de un mundo que ya se perdió, que asombran por su hechura, que invitan a imaginar explicaciones. Objetos que recuerdan libros de aventuras, que proponen temas de investigación y que dejarán el país en unas horas.

El Museo Nacional de Antropología se ubica en Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec. La entrada a Río Congo: artes de África Central es gratuita.