l que su padre el rey de España designó su sucesor cuando la monarquía sufría el peor desgaste de los tiempos modernos no le han salido bien las cosas las últimas semanas. Tampoco a su esposa, Letizia. Todo comenzó cuando le ofrecieron su cariño y solidaridad a su muy querido amigo Javier López Madrid, empresario de mucha influencia en su país y en México. Ahora está acusado de cometer varios delitos.

Uno de ellos, utilizar una tarjeta de crédito de dos instituciones de las que era directivo y gastar con cargo a ella miles de euros. Esto, mientras ambas caían en bancarrota y eran rescatadas con 30 mil millones de dólares del erario. Otro delito, financiar ilegalmente al partido gobernante, el Popular, con decenas de miles de dólares a través de contratos a los que se restaba 10 por ciento, que iba a las arcas de esa agrupación política.

La pareja real era tan amiga de López Madrid que éste tomaba clases privadas de yoga con Letizia. Fue por medio del móvil de ella que el hoy acusado recibió los mensajes de solidaridad de sus majestades. Se hicieron públicos gracias al matutino digital El Diario.es. En uno la reina calificó de mierda la severa crítica que por el apoyo al delincuente de cuello blanco les hizo el director adjunto del periódico El Mundo, Iñaki Gil, quien respetuosamente puso en su lugar a Leti y, de paso, a su marido.

Dos semanas después de este escándalo, la pareja real viajó a Puerto Rico, donde inauguró el séptimo Congreso Internacional de la Lengua Española. La televisión pública local se estrenó con una errata en su rotulación al referirse a Felipe VI como su magestad el rey de España. Luego vendría otro tropiezo diplomático y cultural, cuando éste dijo lo feliz que se encontraba de regresar a Estados Unidos.

Las reacciones, especialmente de los escritores portorriqueños, fueron virulentas. Eduardo Lalo (premio Rómulo Gallegos), calificó de acto de barbarie lo dicho por Felipe VI. Por su parte, el más reconocido novelista de la isla, Luis Rafael Sánchez, dijo que Puerto Rico nunca ha sido culturalmente estadunidense y que el español es nuestra última trinchera. Ellos y otros más criticaron también al director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, por afirmar que era la primera vez que el congreso no se celebraba en Hispanoamérica.

Ante tan nula memoria histórica, cabe citar a Nicolás Guillén:

¿Cómo estás, Puerto Rico,/ tú de socio asociado en sociedad?/ al pie de cocoteros y guitarras,/ bajo la luna y junto al mar,/ ¡qué suave honor andar del brazo,/ brazo con brazo del Tío Sam!/ ¿En qué lengua me entiendes,/ en qué lengua por fin te podré hablar,/ si en yes,/ si en sí,/ si en bien,/ si en well,/ si en mal,/ si en bad, si en very bad?