Se realizó la edición 173 de la tradicional procesión de Semana Santa en la delegación Iztapalapa
Las rachas de viento tiraron una columna de la escenografía, pero el evento causó más risa que alarma
Acudieron al acto observadores de la Unesco, ya que se busca la inclusión de la ceremonia en la lista de patrimonio cultural de la humanidad de dicho organismo
Sábado 26 de marzo de 2016, p. 5
Con saldo blanco, desde la procesión del pasado Domingo de Ramos hasta que Jesús quedó teóricamente en Zeta Uno, por ahí de las cuatro y media de la tarde concluyó la representación de la Semana Santa en Iztapalapa.
Dionne Anguiano Flores, delegada perredista en dicha demarcación, dio cuenta del parte de novedad de la procesión que en su 173 edición se escenifica en la hoy delegación más poblada de la Ciudad de México.
Desde temprano comenzó el hormiguero en torno al jardín Cuitláhuac. El ir y venir de vecinos y paseantes mirones fue incesante. Se calcula que asistieron dos millones de personas.
En la Casa de los Ensayos, residencia de la familia Cano Reyes, donde desde hace más de medio siglo se realizan los preparativos para la fiesta relgiosa más importante, no sólo de Iztapalapa, sino de toda la ciudad, que iguala quizás a un 12 de diciembre, sin que esto sea con propósito de generar polémica.
Ariel Rodrigo Luna Estrella, quien personificó a Jesús, dedicado a la fabricación de bolsos, se preparó para el día más importante de su corta vida, que se cuenta en 18 años.
Lo mismo ocurrió con Bianebeeu Ohadewi Madrid López, habitante del barrio de San Pablo y estudiante de medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México, quien hizo de Virgen María.
Un par de horas más tarde, ellos y el resto del elenco de la representación, que sumó 173 actores, se posesionaron de sus papeles y comenzaron el punitivo recorrido que tuvo su intermedio a la hora del juicio, el cual fue acompañado por rachas de viento que tiraron una columna de escenografía que cayó sobre unas personas de la organización, sin que ello representara mayor daño, y luego hasta causó risas.
Dictada la sentencia vino el calvario de subir al Cerro de la Estrella no sin antes escenificar unas caídas y sufrir azotes. En el trayecto se rindió homenaje a las personas fallecidas que han sido parte del acto y a quienes han cumplido medio siglo de servicio en el mismo.
Ya en el emblemático promontorio miles esperaban desde horas antes. Unos cargando su cruz y otros simplemente una cobija para tirarse en el pasto-tierra o ya unos banquitos para hacer menos cansada la espera.
Jorge Bustillos, fornido troquelador de 22 años, realiza el recorrido cargando su propia cruz, heredada de su hermano; lleva nueve años haciendo lo mismo que, dice, cumple por la unión que priva en su familia.
Como él, son cientos los que con ropón de nazareno se aventuran en ritual similar.
En lugar reservado en el cerro ocupan su sitio diplomáticos rusos y nicaragüenses, así como representantes de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés), quienes, a decir de Anguiano Flores, acudieron en plan de observadores, ya que tanto la delegación como el Comité Organizador de la Semana Santa en Iztapalapa, conocido como el Cossiac, se preparan para emprender las gestiones para que la procesión y actos anexos sean considerados patrimonio cultural mundial, pues a escala doméstica ya lo son.
Miguel Morales, presidente del Cossiac, aclaró al término de las celebraciones que no hubo ningún problema interno y que el comité eroga unos 80 mil pesos para los actos con base en aportaciones de 500 pesos de los 55 socios que forman el comité, así como de donativos de los colonos. Cada participante en la escenificación se hace cargo de su vestuario.
(Con información de Daniel González Delgadillo)