Hasta mil 80 toneladas de basura electrónica al año son desechadas por los mexicanos, lo que ha convertido al país en el tercer tirador per cápita de este tipo de desperdicios en el continente, después de Estados Unidos y Canadá.

Heberto Ferreira Medina, del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES) de la UNAM, campus Morelia, aseveró lo anterior y agregó que de acuerdo con una iniciativa de la ONU, cada mexicano produce anualmente entre siete y nueve kilogramos de basura electrónica, que al multiplicarse por los 120 millones de habitantes del país alcanzan entre 840 y mil 80 toneladas.

Diferentes indicadores muestran que de ese total de desechos, en México hasta el momento sólo hay capacidad para reciclar 30 por ciento. En contraparte, se estima que cada año la cifra de basura electrónica crece entre 20 y 25 por ciento. El especialista aseveró que en 2015 se habían tirado aproximadamente 900 mil toneladas.

Desde 2010 el volumen de la basura electrónica ha ido en crecimiento en el país. Indicadores del Instituto Nacional de Ecología muestran que hace seis años cada mexicano desechaba entre tres o cinco kilogramos, y para 2015 creció a nueve kilos por persona.

El especialista planteó una hipótesis: si todos esos desechos fueran apilados llenarían la plancha del Zócalo de la Ciudad de México cada año. De continuar esta tendencia, agregó, cada dos años el estadio Azteca –el más grande del país– estaría prácticamente a tope.

Es un problema que diluido en el ámbito nacional no se nota, pero se trata de desechos que pueden llegar a contaminar los mantos freáticos y los hábitats; además, no hay cultura del reciclamiento.

Ferreira Medina aseguró que estos productos cuando se convierten en basura son altamente contaminantes. Las partes más riesgosas son los microcircuitos de las tarjetas madre, los tubos de rayos catódicos de los monitores viejos y las baterías, entre otros, porque contienen cromo, plomo y cadmio, metales pesados tóxicos para la salud.

Una pila contamina una alberca

Es tal el nivel de riesgo que si una pila contamina una alberca, el impacto durará decenas de años.

Otro elemento, dijo, con el que se debe tener cuidado son los plásticos retardantes de llama con base de polibromodifenil éteres (los cuales se deforman y no producen llama al incendiarse; suelen usarse en ropa, muebles y aparatos electrónicos), pues son bioacumulables y en altas concentraciones dañan la salud de los seres vivos.

El universitario propuso hacer efectivo el concepto disposición adecuada, que consiste en desensamblar los aparatos electrónicos de forma correcta; es decir, separar plástico, metales y componentes, además de reciclarlos para que vuelvan a las cadenas industriales. Es deseable que tanto el plástico como los metales se usen de nuevo. Ello representa una ventana de oportunidad que, por falta de incentivos, se desaprovecha.

Agregó que debe alentarse la cultura del reciclado. “La recomendación no es tirar a la basura; es mejor esperar los reciclatrones o reciclones, iniciativa de la autoridad federal y de empresas del área”.