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Todos a una: Fuenteovejuna, señor
C

omo explicaba el filósofo español don José Ortega y Gasset hay que ver en el relevo generacional uno de los motivos más poderosos que arrastra el cuerpo de la historia. –¿Qué fuerza tendrán los jóvenes en la elección de finales de año de Estados Unidos?– bien sabido es que para Ortega ahí estribaba el secreto de la pugna por el poder. (Ver Fernández Á. La sociedad española, ed. Nacional, Madrid).

El mismo Fernández Álvarez aprecia esta crítica en la literatura de la pieza magistral del teatro español Fuenteovejuna. Todos los atropellos de un alto señor en un pequeño pueblo: Fuenteovejuna. Los mismos que empezaron a aplicarse en forma de amenaza a los migrantes mexicanos –una minoría– por los líderes del Partido Republicano y sus seguidores en el poderoso país vecino.

Este magnífico drama, de sencilla e imponente grandeza, representa la lucha entre la consciencia y la conciencia populares contra el despotismo de un gobernador o cacique; representa, igualmente, la reacción de la justicia inmanente en el alma humana contra el capricho transitorio de un carácter humano desequilibrado.

El éxito grandioso que en todos los tiempos y países ha obtenido esta obra de Lope se explica tanto por su sentido universal como por la delicia de su poesía espectacular. Harto el pueblo de Fuenteovejuna de los robos, atropellos y crueldades de Fernán Gómez de Guzmán, comendador de la villa impuesto por la Orden de Calatrava, una noche se amotinó, invadió su casa y lo mató. Cuando el juez pesquisidor enviado por los reyes católicos intentó enterarse de quién había sido el matador, todos los vecinos –hombres, mujeres y niños– respondieron con esta única palabra: ¡Fuenteovejuna! Y de tal declaración no pudieron sacarles ni aun con los tormentos. Los reyes católicos decidieron aprobar la muerte de aquel odioso tirano y aun recompensaron a Fuenteovejuna, pasándola a la jurisdicción real.

Este es el argumento de Fuenteovejuna, verdadero drama épico donde se plantea la venganza social, no la individual.

–¿Quién mató al Comendador?

–¡Fuenteovejuna, señor!

–¿Y quién es Fuenteovejuna?

–¡Todos a una!

Contra el tirano, la licitud de la venganza de los oprimidos como estado social. En Fuenteovejuna el protagonista genial es el pueblo. Cuando el poder real interviene, es únicamente para sancionar la justicia debidamente aplicada. Según Menéndez Pelayo, no hay obra más democrática en todo el teatro castellano, no ya con la patriarcal democracia de los jueces de Castilla, sino con la tumultuosa y desbordada furia de los tumultos anárquicos que iluminaron las postrimerías de la Edad Media.

El tema de Fuenteovejuna lo encontró Lope en la Crónica de las tres órdenes militares de Rades y Andrada, publicada en 1572. Del tema nacieron varios romances muy divulgados y un dicho popular: Fuenteovejuna lo hizo, que registra Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana (1611).

Fuenteovejuna –como Lope– contra quienes iba era contra las jurisdicciones privilegiadas, contra el nepotismo nobiliario. Los nobles medievales eran en ocasiones de los reyes. No todo en este drama es sombrío y agudo. Abundan en él muy lindas escenas villanescas, dichos ingeniosos, cuadros de género, deliciosas pinceladas de las que mejor y más caracterizan una época, un lugar y una sensibilidad colectiva, poesías de una infinita gracia cotidiana y humilde, una pasmosa adivinación en mil detalles de la sicología de las muchedumbres.

Ver Lope Félix de Vega Carpio Obras completas comentarios de Federico Carlos Saenz de Robles, página 825, editorial Aguilar, Madrid.