Deportes
Ver día anteriorViernes 18 de marzo de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Se enfrenta hoy a la monarca estadunidense Martha Salazar

Contra el estereotipo, La Tigre aspira al título de peso completo

Quiere hacer historia; ningún hombre mexicano ha destacado en esa división

Foto
Alejandra Jiménez enfrenta dificultad para encontrar rivales en MéxicoFoto Juan Manuel Vázquez
 
Periódico La Jornada
Viernes 18 de marzo de 2016, p. a15

Eligió el apodo de La Tigre como un abierto desafío gramatical y semántico. No La Tigresa, con su connotación de hembra seductora y ronroneante, sino un nombre neutro.

Alejandra Jiménez prefiere moverse en esa frontera en la que cuestiona estereotipos. Es boxeadora de peso completo, categoría inusual en México, y no le gustan los guantes rosas con los que suelen pelear las mujeres en este deporte. Es grande y fuerte, una afrenta a la idea retrógrada de la fragilidad esencial femenina.

Cuando miras un tigre no distingues si es hembra o macho. Lo único que ves es un animal majestuoso que inspira temor y respeto, señaló.

En el imaginario en el que se mueve La Tigre los atributos femeninos no están asociados a los tonos pastel ni a las crinolinas de princesas. Por eso hace un mohín ante la forma en la que suelen anunciar a las representantes del pugilismo rosa o las damitas sobre el cuadrilátero.

Hay momentos en los que cuesta trabajo darse cuenta de lo que uno puede simbolizar. No sólo en el boxeo sino en el deporte y para las mujeres, pero estoy consciente del rol que juego para romper estereotipos y tabúes, reflexiona La Tigre.

De ahí provienen sus anhelos de triunfar en un deporte que fue territorio inhóspito para las féminas –que en México tuvo una ley hasta 1999 que les impedía convertirse en profesionales– y hacer carrera en un peso casi inexistente en nuestro país.

En una disciplina en la que las mujeres se desarrollaron principalmente en categorías pequeñas, la aspiración de convertirse en campeona mundial en peso completo también tiene ecos de desafío sin género.

Ningún mexicano hombre o mujer ha destacado en esa división y el único antecedente es el de Manuel Pulgarcito Ramos, noqueado en dos asaltos por el campeón Joe Frazier en 1968.

Con sólo cinco peleas en su trayectoria, Jiménez buscará ese título cuando enfrente a la actual monarca, la estadunidense Martha Salazar, este viernes en Cancún.

La brevedad de su historial explica lo difícil que es encontrar contrincantes en México. Incluso el trabajo en el gimnasio la obliga a entrenar con hombres porque no encuentra peleadoras que que se aproximen a su peso.

Es una categoría complicada en la que encontrar una chica para entrenar ha sido imposible. Mis preparaciones han sido con hombres wélter y superwélter, ahora con pesos completos por el combate, pero lo he tomado como un reto, indicó.

La poca actividad que exhibe trata de remediarla con el entrenamiento y con el estudio minucioso de la rival, pero sobre todo convenciéndose a sí misma de que puede convertirse en una boxeadora histórica.

La Tigre sabe que no sólo pelea en el territorio deportivo y que un triunfo llevará consigo otros significados. Cuando piensa en lo que implica que una mujer gane el primer título en peso completo para México, no puede sino agradecer el camino que abrieron las precursoras en este país.

Ellas dejaron un legado que conquistaron con tanto trabajo, que les costó lágrimas por los insultos y que todas debemos darles el lugar que merecen, recuerda La Tigre.

“Tengo la fortuna de conocer a Laura Serrano, la mamá de las pollitas, y ella me platicó tantas vivencias que me mueven a demostrar lo que podemos hacer las mujeres.”

Esas historias que le contó la pionera del boxeo femenil en México incluyen aquella ominosa función que inauguró el profesionalismo de las mujeres en la Arena México en julio de 1999. Aquella noche Ana María Torres y Mariana Juárez soportaron insultos sexistas y sólo lograron silenciar el repudio a que dos mujeres boxearan cuando demostraron su coraje y entrega.

La experiencia de La Tigre es distinta. No padeció humillaciones en el gimnasio ni en las funciones que ha participado. Incluso reconoce que algunos compañeros se cuadran ante ella. La respetan como a cualquiera que se esfuerza y sacrifica en este negocio.

No tanto porque soy fuerte, aunque sé que lo soy. Uno debe ser consciente de lo que tiene sin soberbia ni sobrestimarse. Sólo hay que saber valorarse, dice orgullosa.

En eso no titubea La Tigre. Tiene fuerza y valor. Aunque su récord sea modesto, se siente con la suficiente confianza de hacer historia como La Tigre, una boxeadora cuyo nombre ya es un desafío.