Washington.

Un grupo de voluntarios dejó que científicos les inyectaran el virus del dengue para probar la eficacia de una vacuna, la cual los inoculó exitosamente. Ahora, los médicos quieren usar la misma estrategia con el zika.

La nueva técnica es poco conocida, pero su práctica va en aumento. Individuos saludables acceden a ser infectados intencionalmente, a fin de ayudar en la búsqueda de curas o vacunas contra una amplia gama de padecimientos, desde la influenza hasta la malaria.

El estudio, difundido este miércoles, demostró que puede dar pistas sobre la eficacia de un tratamiento.

Estamos tratando de acelerar la investigación de vacunas, declaró la autora principal del experimento, Anna Durbin, de la escuela de salud pública de la Universidad Johns Hopkins. De esta manera, podemos descubrir si es un tratamiento ineficaz, antes de darlo a miles o decenas de miles de personas.

La posible vacuna contra el dengue parece promisoria, dijeron los expertos en la publicación Science Translational Medicine.

El dengue causa brotes devastadores en zonas tropicales y subtropicales, y aunque la mayoría de los afectados sobrevive con pocos o ningún síntoma, cada año más de 2 millones de personas sufren el padecimiento de forma aguda y unas 25 mil fallecen.

Ha sido difícil hallar una vacuna. Tendría que ser eficaz contra cuatro cepas distintas de dengue, y una que sea sólo parcialmente eficaz podría resultar perjudicial. Ello es porque quienes sobreviven a un tipo de dengue pueden sufrir síntomas peores si se enferman con un tipo distinto.

Allí es donde los médicos aplican la vacuna experimental creada en los Institutos Nacionales de Salud, a base de cuatro tipos de dengue, activos pero débiles. Los resultados iniciales apuntaban a que el producto era seguro y promisorio, pero queríamos realmente tener una prueba temprana de que iba a funcionar, especialmente contra el tipo dos, que es difícil de prevenir, dijo Stephen Whitehead del departamento de alergias y enfermedades infecciosas de los Institutos Nacionales de Salud, que encabezó el desarrollo de esas vacunas.

Los investigadores en Johns Hopkins y en la Universidad de Vermont dieron a 41 personas saludables, que nunca habían estado expuestas al dengue, una dosis de la vacuna o de una inyección estéril. Seis meses después, los voluntarios fueron inyectados con el dengue tipo dos.

Los resultados fueron que los 21 participantes en el proyecto quedaron totalmente protegidos, mientras los que recibieron el placebo tenían el virus en la sangre o sufrían de una leve irritación o de una baja de sus glóbulos blancos, según el estudio.