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Recuerdan su papel central para minar el retorno de Zelaya al poder en Honduras

Hillary Clinton es responsable, en parte, del asesinato de Berta Cáceres: expertos

Tras el golpe se desató una ofensiva contra movimientos populares en el país centroamericano

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La precandidata del Partido Demócrata Hillary Clinton durante el debate con el senador Bernie Sanders celebrado en Miami el miércoles pasado. La ex secretaria de Estado es señalada por historiadores y analistas por su grado de responsabilidad en el golpe de Estado en Honduras en 2009Foto Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 11 de marzo de 2016, p. 20

Nueva York.

El asesinato de Berta Cáceres en Honduras es, en parte, responsabilidad de la actual precandidata demócrata Hillary Clinton, acusan expertos al recordar el apoyo implícito que la ex secretaria de Estado brindó a los golpistas en Honduras.

Hillary Clinton será buena para las mujeres. Pregúntenle a Berta. Pero no pueden. Está muerta..., escribió en The Nation el día del asesinato de Cáceres el reconocido historiador Greg Grandin, profesor de historia en la Universidad de Nueva York. Grandin recuerda que Berta fue una líder indígena valiente y opositora al golpe hondureño de 2009 que Hillary Clinton, como secretaria de Estado, hizo posible.

Clinton, como fue reportado tanto por él como por otros analistas y comprobado después en los correos electrónicos de la entonces secretaria, desempeñó un papel central en minar el retorno de Manuel Zelaya, el presidente depuesto. Al hacerlo, Clinton se alió con los peores sectores de la sociedad hondureña, agrega Grandin, y dio legitimidad al Congreso golpista.

Zelaya fue secuestrado por militares hondureños armados, quienes lo sacaron del país el 28 de junio de 2009, y aunque el acto fue condenado internacionalmente como un golpe, el Departamento de Estado nunca lo calificó como tal, lo cual se interpretó como un apoyo implícito a los golpistas.

Grandin reporta hoy que, antes de su asesinato, la propia Cáceres señaló a Clinton como una de las responsables de legitimar el golpe en su país. Cáceres fue una de las voces en demanda del retorno de Zelaya, pero señaló que Clinton promovía la elección de un llamado gobierno de unidad. Cáceres, en una entrevista videograbada en Argentina en 2014, recuerda que advertimos que eso sería muy peligroso (ver video).

Después del golpe se desató una ofensiva represiva contra los movimientos e intereses populares, incluyendo el de Cáceres y su agrupación Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). Se han documentado incesantes asesinatos de activistas, periodistas y defensores de derechos humanos en ese país durante los últimos años. Clinton, en su libro Hard Choices, presenta el caso de Honduras como un gran ejemplo de su manejo pragmático de su política exterior.

Los nombres de los asesinos de Cáceres aún no se conocen. Pero sabemos quién la mató, escribe Grandin, señalando la ola de represión contra el trabajo de COPINH, sobre todo su oposición a un megaproyecto hidráulico de una empresa hondureña, DESA, financiada con gran capital extranjero.

De hecho, en su libro, Clinton describe que hizo todo como secretaria de Estado para asegurar que Zelaya no pudiera regresar a la presidencia: En los días subsecuentes (después del golpe) hablé con mis contrapartes alrededor del hemisferio, incluyendo la secretaria Espinosa en México. Elaboramos estrategias sobre un plan para restaurar el orden en Honduras y asegurar que pronto pudieran realizarse elecciones libres e imparciales de manera legítima, lo cual dejaría irrelevante la cuestión de Zelaya (ese párrafo ya no aparece en la edición paperback del libro, aparentemente por decisión de Clinton).

Pero, como recuerda el analista Mark Weisbrot, codirector del Centro para la Investigación Económica y de Políticas, en Washington, y experto en política exterior estadunidense en América, la cuestión de Zelaya era todo menos irrelevante, ya que líderes latinoamericanos, la Organización de Naciones Unidas y otras organizaciones multilaterales condenaron el golpe y exigieron el retorno del presidente legítimo al poder. La posición desafiante y antidemocrática de Clinton impulsó un deslizamiento hacia abajo en las relaciones estadunidenses con varios países latinoamericanos...

En el debate entre los dos precandidatos demócratas el 9 de marzo, algunas preguntas giraron en torno a las deportaciones de familias que huyen de Centroamérica, incluido Honduras. En ningún momento reconoció Clinton su papel en el golpe en lo ahora se considera uno de los países más violentos del mundo.

Más aún, evadió cualquier referencia a la obvia relación entre la situación política que ayudó a engendrar en Honduras con la crisis de refugiados que huyen de ese país, y sólo se presentó como alguien que desea proteger a esos inmigrantes. Tampoco recordó que cuando era secretaria de Estado –tal como acusó su contrincante Bernie Sanders– justificó regresar a menores de edad que huían de Honduras y otros países centroamericanos para intentar frenar esa ola de migrantes.

Beverly Bell, colaboradora en proyectos con Cáceres durante más de 15 años, comentó al Instituto para la Precisión Pública que, más que nada, el asesinato de Cáceres tiene que ver con el continuo apoyo estadunidense y del gobierno de Honduras al robo de tierras, ríos y la inversión multinacional.

Por otro lado, la organización School of the Americas Watch recordó que el golpe hondureño fue llevado a cabo por egresados de lo que antes se llamaba la Escuela de las Américas, institución castrense estadunidense para la capacitación de militares latinoamericanos.

Grandin concluyó que se debería preguntarle a Clinton hoy día si aún está orgullosa del infierno que ayudó a hacer rutinario en Honduras.