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Costa Rica fortalece la agricultura familiar

Evitar la migración campesina, reto para Guatemala
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América Latina y el Caribe contribuyen con 10 por ciento de la producción agrícola mundialFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Lunes 7 de marzo de 2016, p. 17

Ante la volatilidad de los precios de los principales granos y cereales en el mercado mundial, los agricultores tienen que elevar la productividad para disminuir los costos de producción, así como asociarse con la industria para dar mayor valor agregado a sus cosechas, y de esa forma ser competitivos, consideraron el ministro de Agricultura y Ganadería de Costa Rica, Luis Felipe Arauz, y el viceministro de Desarrollo Económico y Rural del Ministerio de Agricultura de Guatemala, Felipe Orellana Mejía, entrevistados durante la pasada conferencia 34 de la FAO para América Latina y el Caribe.

Preocupados porque los altibajos de los precios de los granos están desincentivando a los campesinos en sus respectivos países, los funcionarios señalaron que por ello es necesario apuntalar la cooperación Sur-Sur, pues no sólo se trata de la volatilidad del mercado internacional, sino de los efectos que ya está causando el cambio climático; por ejemplo, el surgimiento de plagas que devastan los cultivos, así como la escasez de agua.

Afirmaron que los países de Latinoamérica y el Caribe aportan 58 por ciento de la producción mundial de café, 52 de soya, 29 de azúcares, 26 de carne bovina, 22 de la de aves y 13 por ciento de la producción de maíz. La región contribuye con 10 por ciento de la producción agrícola mundial.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los cereales son la principal fuente calórica para los países de la región. En México y Centroamérica representan 43 por ciento de las calorías disponibles, en el Caribe 37 y en Sudamérica 32 por ciento.

José Felipe Orellana Mejía, viceministro de Desarrollo Económico y Rural del Ministerio de Agricultura de Guatemala, dijo que el bajo costo de los combustibles ayuda a los campesinos a que sea más barato extraer agua del subsuelo, pues –recordó– esa nación está localizada en el llamado corredor seco centroamericano.

La tierra y el agua son indispensables para la producción de alimentos, y el líquido debe extraerse de los tres afluentes que hay en Guatemala. Para ello se requiere diésel, cuyo costo por galón (3.8 litros) es de 1.60 dólares; para ello, agregó, se están rehabilitando las 29 unidades de riego de que disponen. Lo que más preocupa al gobierno, agregó, son las plagas, como la roya del café, el gorgojo descortezador del pino, el HLB de los cítricos y la mancha de asfalto en el maíz que están haciendo estragos en los cultivos, agregó.

El combate de las plagas requiere agroquímicos y eso encarece la producción; con el apoyo de la FAO estamos trabajando en productos orgánicos para el bio control, pero apenas estamos empezando. Hay que invertir muy fuerte para evitar la migración campesina; la cosa esta muy complicada y por eso requerimos el apoyo de la comunidad internacional para el control de plagas, el desarrollo de biotecnología y la triangulación de conocimientos. El cambio climático llegó para quedarse, subrayó.

Luis Felipe Arauz, ministro de Agricultura y Ganadería de Costa Rica, afirmó que la baja de los precios internacionales de los granos pone en desventaja a los productores porque encarece la producción local, y los industriales prefieren importar, como en el caso del maíz. Ejemplificó: un quintal (46 kilos) cuesta al productor 25 dólares y en el mercado mundial se consigue en 11 dólares; la productividad en promedio es de 2.2 toneladas por hectárea, aunque hay agricultores que producen más del doble, pero son muy pocos.

El reto del gobierno, agregó, es evitar el abandono del campo, por ello su política está orientada a fortalecer la agricultura familiar y la asociación de los agricultores con los industriales.

Costa Rica está interesada en firmar un convenio con México para la esterilización de insectos dañinos a los cultivos. Esa tecnología tiene más sentido que los mosquitos genéticamente modificados, consideró.