El violinista alemán ofreció dos conciertos en el recinto capitalino
Viernes 4 de marzo de 2016, p. 9
El sonido del violín de David Garrett emula voces de cantantes de rock, estados de ánimo múltiples, con un repertorio prácticamente ilimitado por tener a su servicio el catálogo ya probado, universal, al estilo de la estación de radio 620, la música que llegó para quedarse
, como se demostró el pasado martes, en el primero de dos conciertos (el segundo fue el miércoles), ante un público que abarrotó el Auditorio Nacional.
Es guapo y talentoso
, comentaban mujeres que sueñan con el músico alemán, prodigio que a los 13 años fue contratado en exclusividad por Deutsche Grammophon Gesellschaft, lo cual no es muy frecuente. Por ello, para muchos la primera idea que les sobreviene al oír su nombre es Paganini. La necesidad de ídolos pareciera connatural al ser humano. Tótem y tabú.
Hay quienes observaban en su trabajo una velocidad y una digitación sobresalientes, además de amplias posibilidades de versatilidad. Lo mismo puede retrotraer al escenario a Axel Rose y Paul McCartney que hacer imaginar a Zorba, El Griego, encarnado por Anthony Quinn.
En honor a la verdad, gran parte del éxito de los conciertos de Garrett se debe a los excelentes integrantes de su banda, quienes ejecutan su música a veces con potencia de rock metalero o en ocasiones con suaves baladas, dulces, para los arrumacos, como ocurrió cuando en un momento del recital invitó a una joven (bella, por supuesto), a quien sentó a su lado en un sofá y le tocó una rola que hizo que a la fémina le temblaran las manos y se cubriera la boca con ellas... fue una serenata al calor de un violín.
Dividido en dos partes, el concierto abrió con Kashmir y Live and Let Die, con el poder del ex beatle Paul; Dueling Banjos, en la que el reto fue entre un violín y una guitarra española. Al público le emocionó la velocidad y la precisión. Con Bolero, de Ravel, volvió a pisar el terreno que le es propicio para su arte: lo clásico, pero el óbice fue que la versión garrettiniana fue hipercorta. No obstante, arrancó aplausos, por la precisión.
El también modelo y sexy, para ellas, se arrancó con Smells Like Teen Spirit, prendida. Garrett lucía como roquero, chamarra de cuero, colita de caballo y un sobrepeso abultado en la cintura. Peccata minuta y pelillos a la mar. ¡A aplaudir, se ha dicho! Las notas de Welcome to the Jungle y el canto afinado de la garganta del violín... homenaje a un clásico.
El flash del violín lo demostró al interpretar El vuelo del moscardón, de Nikolái Rimski-Kórsakov, a velocidad de rayo. La hazaña está en el libro Guinness. Esto le dio una fama que le otorga imán de taquilla.
Para romper la cuarta pared, Garrett hizo apariciones sorpresa entre el público, acompañado por guaruras alemanes que no empujaron a nadie.
La encarnación per se de Laslo Losla, el mejor violinista del mundo, según Don Gato, tocó para la concurrencia Dangerous, machacona de Michael Jackson; November Rain, de los Guns N’ Roses... para irse roqueramente con Walk this Way.