Era un hombre que amó este país y jamás traicionó la palabra, afirma Cristina Pacheco
Miércoles 24 de febrero de 2016, p. 6
Tlalnepantla. Mex.
¿Quién era José Emilio Pacheco)?, un hombre que amó este país entrañablemente, que nunca quiso traicionar a las palabras, un hombre sí, que amaba el tiempo, la memoria, los libros, el mar. Ese mar que siempre lo acompaña
, así describió Cristina Pacheco a su entrañable compañero de vida, cuyo nombre se atribuyó ayer al Centro Municipal de la Cultura y las Artes, ubicado en calle Riva Palacio, en el centro de Tlalnepantla.
Acompañada de la alcaldesa Denisse Ugalde Alegría; de Antonio Crestani, titular de Vinculación Cultural de la Secretaría de Cultura federal, entre otros servidores públicos, y más de 300 vecinos, Cristina Pacheco recibió con agrado la distinción que honra al polígrafo, quien falleció el 26 de enero de 2014.
La colaboradora de La Jornada agradeció la deferencia a su esposo y dijo no traer un discurso, por no ser hábil para hacer ese tipo de textos. “Me confundo. Y en realidad hay otra forma de presentarme a las personas, contando los hechos, lo que pasa, lo que sucede.
Creo en la herramienta suprema que es la palabra; no existe nada, absolutamente nada que sea más poderoso que la palabra, con esto decimos la paz, la guerra, el amor, el odio; con eso nombramos a los amigos queridos y al poeta.
Antes, el canto de una soprano y luego la interpretación del vals Sobre las olas, de Juventino Rosas, favorito de José Emilio Pacheco, interpretada por la orquesta municipal, detonaron los recuerdos de la escritora.
“Hoy han dado un regalo inmenso más que a mí, a José Emilio. No voy a hablar de él porque no puedo. Me cuesta un trabajo inmenso, porque desde hace un tiempo sólo puedo mencionarlo en pasado y eso no lo quiero. Él está aquí, con nosotros, está en lo que hizo y en lo que fue, en su trabajo.
“Hoy me regalaron un vals, que era su predilecto. Si estuviera en este momento diría: ‘No, hombre, no sé porque perdieron su tiempo. Van a perder media hora más, es día de trabajo. Muchísimas gracias, yo no merecía que me dieran esta casa, el medallón es precioso, pero no, no, no, no lo merecía’.
Él era así, de muchísimas formas; un hombre muy modesto, muy natural, que sabía quién era, un trabajador de las palabras. Se murió tal vez de agotamiento, de tanto buscar las palabras exactas para decir su planteamiento y el de nosotros. Porque finalmente el poeta traduce lo que somos nosotros
, recordó así Cristina Pacheco al autor del Las batallas en el desierto.
La escritora provocó el silencio en el recinto: El tiempo pasa, las gentes se acaban. Las cosas quedan. Queda un vestido, una botella, un vaso, una pluma, un zapato, un sombrero, queda un edificio. Va quedar éste, mucho después de que yo o algunos de ustedes ya no estén. Me pregunto qué va a pensar alguna persona que pase frente a este edificio, levante los ojos y diga: Casa de la Cultura y las Artes José Emilio Pacheco. Y ¿ese tipo quién era?