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Periódico La Jornada
Sábado 20 de febrero de 2016, p. a12

En los estantes de novedades discográficas esplende una fiesta carioca.

Caetano Veloso/ Gilberto Gil/ Dois amigos, um século de música./ Multishow ao vivo, se titula este álbum triple que reproduce el hermoso, inolvidable concierto del 22 de agosto pasado en São Paulo, como fin de la gira que recorrió Europa y Brasil para celebrar Un siglo de música: los 50 años de trayectoria de esos dioses del Olimpo brasileiro y 146 años de edad, si sumamos los 73 de cada uno.

Caetano y Gilberto son hermanos del alma. Juntos vivieron prisión y exilio por causa de la dictadura militar que azotó a su país en 1969. Juntos animaron el movimiento cultural Tropicalismo, en defensa de lo brasileiro. Juntos aprendieron del maestro de todos los grandes músicos brasileños: João Gilberto (1931). Ambos son poetas. Ambos la misma cara de Jano.

Armados tan sólo de una guitarra acústica cada uno, construyeron el mundo en lo que duran dos discos compactos y un devedé: 28 piezas del repertorio común y de cada uno de ellos desfilan por este álbum irresistible. En dos discos compactos se sucede el audio de las 28 piezas.

Se inicia con Back in Bahia, pieza que compusieron durante su exilio en Londres (Naquela ausencia de/ calor, de cor, de sal/ De sol, de coracao prasentir) y enlaza con un clásico también de nacimiento londinense: Corazón vagabundo, que no se cansa de tener la esperanza de algún día ser todo lo que quiere (una mujer que pasó por mi sueño sin decir adiós).

El track 5 sirve para rendir homenaje al maestro de ambos, João Gilberto, y poner a bailar a todos: E luxo so (esa mulata cuando danza/ su cuerpo se abalanza) y el corazón se agita y palpita más ligero.

En la siguiente pieza, Manhá (Mañana), escuchamos dulcemente la lluvia de madrugada y cada estrella es una flor.

La voz de Caetano Veloso: un arcoíris que nace en Copacabana y yace en Río, con todos sus colores esplendentes. La voz de Gilberto Gil: otro arcoíris. Registros canoros amplios, luminosos, coloridos, vibrantes. Embrujadores. Embajadores de magia. Brujos.

El escenario está desnudo. Penden banderas miniatura de los países y ciudades recorridos en la gira. Caetano sonríe mientras Gilberto luce su condición de guitarrista de concierto en plena playa, con sus huaraches de cuero y su sonrisa de marfil y su voz de manso minotauro.

Estrenan una composición que hicieron juntos para la fiesta: As camelias do quilombo du Leblon (Las camelias del prostíbulo de Leblon), una bossa nova a dos guitarras dos gargantas dos potencias donde se asoma una condición que une y distingue a estos goliardos: su calidad de activistas políticos.

Las camelias que se cultivaban en el jardín del prostíbulo más famoso de finales del siglo XIX en Brasil, el quilombo de Leblon, y donde escondían a esclavos perseguidos y desde donde se gestaron estrategias, se convirtieron en el símbolo del movimiento abolicionista de la esclavitud. Gilberto Gil, de raza negra, ministro de Cultura de Brasil con Luiz Inacio Lula da Silva entre 2003 y 2008, canta a Xangó, a las divinidades de la santería y a su piel morena donde cae una lágrima blanca (como en la bella canción Desde que samba e samba: lágrima clara sobre piel oscura) y ambos rinden brujería de guitarreos cual colibríes. Una fiesta.

Bastan dos guitarras y dos gargantas para poner a bailar a multitudes. Y a cantar, como lo hace el público presente en el concierto, especialmente el femenino y a uno se le pone la piel chinita y no deja de fluir una vibración verdemarela por todo el cuerpo.

Caetano, Gilberto. Príncipes goliardos. Gilberto, Caetano, poetas supremos. Caetano y Gilberto, Dois amigos, um século de música.

Caetano Veloso y Gilberto Gil. Maestros hacedores de belleza.

¡Salve!

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