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La gran fiesta de la especulación continúa
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obert Reich, secretario del Trabajo en el gobierno de Bill Clinton y actualmente profesor de la Universidad de California en Berkeley, publicó hace poco el libro Saving Capitalism: for the Many not the Few, que en traducción libre se podría intitular Salvar el capitalismo para la mayoría, no la minoría. Aunque el título es suficientemente elocuente, vale decir que una de las obsesiones de Reich es la forma en que la desigual distribución de la riqueza en Estados Unidos está afectando, no sólo la vida de millones de personas, sino la esencia misma del sistema capitalista.

Reich ha publicado una serie de artículos en los que da ejemplos que denotan la forma en que la desmedida ambición de los modernos Robber Barons está minando, cada vez más profundamente, las bases del sistema capitalista.

Recientemente, en uno de sus artículos usó de ejemplo la película The Big Short (La gran apuesta), estrenada hace unos días. Según Reich, los votantes estadunidenses deberían verla antes de sufragar en las próximas elecciones. En ella se da cuenta de cómo la especulación en el mercado de bienes raíces, que literalmente arrojó a la calle a millones de personas, que además de perder su casa también perdieron su empleo y sus ahorros, fue determinante en la crisis de 2008. En la película se advierte cómo los fondos de los cuentahabientes se usaron en préstamos de gran riesgo, sin ninguna garantía de recuperación, pero a la postre significaron grandes ganancias a un puñado de especuladores. La historia está en la misma línea de otras, como Too Big to Fail y The Inside Job, en las que se ponen de relevancia los medios que financieros sin escrúpulos usaron para enriquecerse, gracias a la desregulación financiera iniciada con Ronald Reagan.

Para Reich la actualidad de la cinta tiene que ver con la insistencia de Bernie Sanders, precandidato demócrata a la presidencia, en reinstaurar los principales elementos de dos leyes cuyo fin es la regulación del sistema financiero: la Glass-Steagall y la Dodd-Frank. La primera prohíbe a las instituciones que hacen inversiones en el mercado de valores desarrollar actividades propias de la banca comercial para evitar que se especule con los depósitos de los cuentahabientes; la segunda establece que a ninguna institución financiera se le debe permitir crecer de tal forma que en caso de quebrar arrastre a todo el sistema financiero, como sucedió en la crisis de 2008.

Sanders ha criticado duramente a la también precandidata demócrata Hilary Clinton por su cercanía con Wall Street. Parafraseando lo que Reich explica en su artículo, si los votantes entendieran la forma en que las instituciones financieras se beneficiaron de la crisis de 2008, que posteriormente los contribuyentes solventaron con sus impuestos, 90 por ciento negaría su voto, ya no digamos a cualquier candidato republicano, sino también a Hilary Clinton.

El final de la película es al fin y al cabo una muestra del por lo visto irremediable problema del sistema tal como lo conocemos. Sólo algunos de los responsables de ese periodo de especulación sin límites acabaron en la cárcel; la mayoría continúan realizando las mismas operaciones que les permitieron enriquecerse y no parece haber remedio a la vista.