Los locales tenían constantes fallas y los camoteros sorprendieron con un gol de Alustiza
En la recta final, Arias se improvisó de portero por la tarjeta roja mostrada a Campestrini
Lunes 25 de enero de 2016, p. 4
Fallar es una fatalidad, ya se sabe. Pero hacerlo de manera insistente, con persistencia obsesiva, requiere de cierta vocación de necedad. Los Pumas tuvieron tantas llegadas como quisieron, pero fallaron todas con remates débiles o exagerados. Tantos como para arruinar la tarde a la afición universitaria por la derrota 1-0 ante el Puebla, que apenas hizo el esfuerzo como visitante.
Nada pudo rescatar a un equipo cebado en la imprecisión. Ni la expulsión rigorista del arquero Cristian Campestrini a pocos minutos del final, ni el improvisado portero Ramón Arias, quien se enfundó los guantes para sacar adelante lo que quedaba del partido.
Los Pumas se veían sobrios cuando el marcador estaba en cero. Dominando su cancha, con salidas veloces y algunos vaivenes de la delantera en el área rival. Eduardo Herrera estrelló la pelota en el poste, Javier Cortés trató de poner a prueba su pie fuerte en la larga distancia y a Fidel Martínez le falló el toque.
Hasta ahí todo parecía parte de la rutina que tarde o temprano produce goles. Mientras el Puebla no invertía mucho esfuerzo en contrarrestar a los universitarios, los delanteros auriazules no dejaron de insistir en toques rápidos y combinaciones por los costados, que se perdían en centros desperdiciados o con finales débiles.
Ismael Sosa generó emoción en una escapada por el costado derecho, dejó atrás a la desconcertada zaga poblana y cuando llegó al área para encarar al portero, asumiendo el riesgo del éxito o el fracaso del contragolpe, decidió apostar a la segura con un centro que suponía un encuentro con Herrera. Éste, sin embargo, llegó tarde y con problemas para definir; lo único que pudo sacar fue una falta que no llegó a nada.
El gol del cuadro local parecía próximo. Pero el Puebla en un parpadeo estropeó el domingo a los universitarios. Nadie vio llegar al incómodo Matías Alustiza; apareció de pronto en el área y Christian Hobbit Bermúdez le envió un centro exacto para marcar el único tanto del partido cuando apenas había transcurrido media hora. Los defensas sólo intercambiaron miradas confundidas por lo que había ocurrido.
El Puebla creció con la confianza que le imprimió el gol. Alustiza estuvo siempre amenazante, con el ojo puesto en el arco y el botín listo. El Hobbit, escurridizo y a punto de hacer más terrible la tarde a los de casa.
Para la segunda parte la escuadra dirigida por Guillermo Vázquez volvió con la intención de corregir la estrategia. Salió otra vez a buscar el área contraria. Fidel Martínez dejó su lugar a Daniel Ludueña, quien buscó poner orden en el ataque.
Pero la historia fue la misma. Sosa, explosivo e incontenible por la derecha, mandó la pelota de forma inmejorable al área. Herrera corrió desbocado para buscar el remate, pero no llegó a tiempo y desperdició el tiro, que cruzó peligroso ante el arco.
Después el propio Sosa se complicó en recortes de sobra y retardó una acción que pudo salvar a los auriazules. Los apellidos y errores se sucedieron con intermitencia. Herrera mandó a las manos del arquero, Britos y otra vez Herrera dispararon de manera consecutiva sin doblegar a Campestrini. Inclusive Ludueña se pasó ligeramente en un tiro de castigo.
Los camoteros respondieron esporádicamente, pero cada pelota en sus pies representó peligro. El portero empezó a especular con el tiempo, alargando de manera casi infantil cada despeje –nada que no se haya visto con el cancerbero local– y por ese motivo fue expulsado a seis minutos del final por doble tarjeta amarilla. Los reclamos y manoteos no impidieron que el Puebla quedara con un hombre menos en la cancha y con Arias de improvisado en el arco.
Ni en esas condiciones los Pumas mejoraron. Tuvieron un par de disparos que el portero emergente se dio el lujo de rechazar en medio de carcajadas de los propios aficionados auriazules.
Duele perder en casa
, dijo a manera de resumen el delantero Matías Britos. La tristeza invadió a todos los auriazules por una derrota que no esperaban en casa cuando el torneo apenas empieza. El entrenador Vázquez reconoció lo evidente: Hoy sí el equipo no funcionó como normalmente lo hace
.