eneralmente a la oscuridad se le asocia con valores negativos y aun a conceptos denigrantes o peyorativos. Por ejemplo, en el Diccionario de la Real Academia Española, además de significar falta de luz para percibir las cosas
o lugares sin luz o con luz muy escasa
–lo cual es en sí mismo llamativo por su asociación con la idea de carencia– también tiene otras connotaciones como falta de luz y conocimiento en las facultades intelectuales y espirituales
e incluso con humildad y bajeza en la condición social
. Así, en nuestra lengua (y en otras) hay un inocultable juicio moral adverso hacia lo oscuro.
Pero la oscuridad es un prodigio, pues además de otorgarnos el privilegio de la vida, nos permite apreciar la belleza del cielo y conocer los secretos que encierra el universo. Nos desarrollamos en el vientre materno en la oscuridad, luego soñamos inmersos en ella. Todas nuestras funciones vitales obedecen a un armonioso ciclo de luz y oscuridad. La Tierra gira para regalarnos cada día el majestuoso paisaje de lo oscuro. No obstante, la oscuridad se encuentra en un proceso de extinción.
De acuerdo con datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), actualmente más de la mitad de la población mundial habita en las ciudades y se estima que dentro de dos décadas lo hará más de 75 por ciento del total. Esto genera una gran contaminación lumínica asociada con una mala planeación de los asentamientos humanos y el desperdicio de energía. Todo lo anterior tiene consecuencias adversas no sólo por el consumo energético y el deterioro ambiental que implica, sino en las funciones orgánicas de todos los seres vivos y hace muy difícil o imposible, ejercer uno de los derechos que los humanos hemos tenido desde nuestros más remotos orígenes: mirar las estrellas.
En todas las civilizaciones mirar al cielo ha tenido un papel muy importante. En México, por ejemplo, la observación del firmamento fue la base de la cosmovisión de los antiguos mexicanos, como lo muestran la edificación de monumentos y otros vestigios. En el cielo están algunas de las respuestas acerca de nuestros orígenes y de lo que somos. En la actualidad ir más allá de lo que nos permiten los sentidos es una tarea que corresponde a los astrónomos, la ciencia se convierte en una extensión de nosotros, sin embargo, la contaminación lumínica hace cada vez más difícil la investigación astronómica.
Es por eso que desde hace varios años, algunas organizaciones mundiales, y especialmente grupos de científicos, se han echado a cuestas la tarea de luchar por el derecho a los cielos oscuros, gracias a lo cual han surgido diversas iniciativas con las que se busca determinar límites a la contaminación lumínica. Gran parte de este problema surge de sistemas inapropiados de iluminación en las ciudades, pues en la actualidad iluminan no sólo hacia abajo, sino hacia el cielo donde son inútiles para las actividades humanas y generan el desperdicio. De este modo se ha logrado avanzar en algunos lugares, desafortunadamente muy pocos, en la creación de legislaciones que puedan preservar sitios adecuados para la investigación astronómica y que permitan a los ciudadanos el disfrute de mirar al cielo.
Con el fin de discutir y elaborar recomendaciones sobre este tema, mañana darácomienzo en la ciudad de México la reunión internacional Derecho a los Cielos Oscuros, que se realizará del 20 al 22 de enero organizada por la Oficina en México de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, la Universidad Nacional Autónoma de México, la Academia Mexicana de Ciencias y el Foro Consultivo Científico y Tecnológico, de la cual se espera se produzcan avances para la preservación de los cielos oscuros.
México cuenta con uno de los lugares privilegiados para la investigación astronómica y se ha avanzado en alguno de ellos en materia legislativa, como es el caso de Ensenada, Baja California, cerca de donde se encuentra el observatorio astronómico de San Pedro Mártir. Sin embargo, es mucho lo que queda por hacer tanto en México como el resto del mundo, pues como advierte la astrónoma mexicana Silvia Torres, actual presidenta de la Unión Astronómica Internacional, en una entrevista realizada recientemente por la periodista Anayansin Inzunza: Nos han quitado el privilegio de ver el cielo. Es como si no tuviéramos flores, sería el mismo mundo, pero no sería igual
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A la memoria de José María López Cienfuegos