n el mercado mayorista de electricidad de México hay seis participantes. Se agrupan en tres tipos. Tipo uno: generadores (PM1) que ofertan energía eléctrica y productos asociados. Tipo dos: usuarios calificados (PM2), es decir, grandes centros de carga que concurren directamente a adquirir energía y productos asociados. Tipo tres: comercializadores suministradores, sean de servicios básicos (PM3), de servicios calificados (PM4) o de último recurso (PM5). O comercializadores no suministradores, que sólo compran o venden energía eléctrica y productos asociados, pero no la suministran (PM6).
También recordemos que este mercado tendrá una primera etapa (2016) con dos modalidades: día en adelanto y tiempo real. En el caso del día en adelanto se ofrecerá energía eléctrica producida por los generadores. Y se ofrecerá comprarla de acuerdo con los requerimientos de usuarios calificados participantes del mercado y comercializadores. Los ofrecimientos de venta de energía se harán –en tiempo y forma reglamentados– a través del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace). Los generadores especificarán cantidad y precio de energía ofrecida hora por hora, para las siguientes 24 horas. Y los ofrecimientos de compra de energía por parte de usuarios calificados y comercializadores también se harán –en tiempo y forma reglamentados– a través del mismo Cenace. Se especificará la cantidad de energía ofrecida o requerida para cada una de las horas del día siguiente. En ambos casos tomadores de precio
en esta primera etapa (segunda etapa entre 2017 y 2018 de acuerdo con el componente específico, señalan las bases del mercado publicadas en el Diario Oficial el martes 8 de septiembre de 2015). Así, y una vez recibidas todas las ofertas y las demandas para ese día siguiente, el Cenace escogerá la combinación de generadores y precios que le permita atender la demanda al mínimo costo. En todos y cada uno de los puntos de venta. Considerará para ello restricciones técnicas y de seguridad de ese día siguiente. Se trata del famoso despacho. Por cierto, ¿cuáles restricciones técnicas y cuáles puntos de venta? Las primeras se derivan de las características de las unidades de centrales eléctricas registradas y de las características de la red nacional de transmisión y las redes generales de distribución. Hay cuatro estatus que caracterizan a las centrales eléctricas. La firme despachable (EST1) con capacidad de seguir las instrucciones del Cenace en tiempo real, hasta su capacidad instalada, como los ciclos combinados, las termoeléctricas convencionales o la carboeléctricas. La firme no-despachable (EST2), que normalmente puede producir hasta su capacidad instalada, pero no puede controlar su nivel de producción en tiempo real, como algunas instalaciones de cogeneración, las nucleoeléctricas o las geotérmicas. La intermitente despachable (EST3), con capacidad para seguir instrucciones en tiempo real, desde su nivel mínimo de producción, hasta una capacidad intermitente, como las eólicas y las solares, que pueden reducir su generación mediante instrucciones automáticas de despacho. La intermitente no-despachable (EST4), que no pueden controlar su nivel de producción en tiempo real, pero pueden seguir instrucciones del Cenace cuando se requiere, como sucede con ciertas eólicas. Las implicaciones de cada estatus se registran y atienden. Para cada una de las 8 mil 760 horas del año (24 más en año bisiesto como este). Y muy particularmente para la hora de demanda máxima. Asimismo, se atienden las implicaciones de las características de las redes que conectan los diferentes nodos en los que se retira energía y se determinan precios. Teóricamente hay libertad de transmisión de electricidad de un nodo a otro nodo. Pero puede haber problemas de congestión. Influyen en la determinación del valor económico de la energía horaria demandada en cada punto de venta, en cada nodo. De una manera un tanto simplista, podemos identificar los puntos de venta a través de los nodos de precio (NodosP). Registran los retiros físicos de la energía. Para cada uno de ellos –resultado del despacho– el Cenace determina el llamado precio marginal local (PML). Corresponde al costo variable (combustible y operación y mantenimiento) de la central eléctrica más cara
(marginal) despachada para atender la demanda de cada hora. Este PML es resultado de la interacción horaria de oferta y demanda. Manuales dicen. También dicen que este PML debe ser retribuido a todas las centrales eléctricas despachadas
cada hora. A todas. Independientemente de su costo individual, vieja idea de origen ricardiano. Con ello pagan sus costos fijos. ¿Y los costos fijos, de la última central despachada, a la que sólo se le retribuye su costo variable? ¿Y los de la penúltima, la antepenúltima y todas las anteriores en orden de mérito (según sus costos), que se despacharon para atender la demanda? Menudo problema. Para atender la necesidad de recuperar los costos fijos, en muchos mercados eléctricos mayoristas –el de México, entre ellos– se han creado los famosos pero debatidos mercados de capacidad. Se aplican por medio de mercados o subastas de potencia. Ya se abrirán en México para los requerimientos de suministro de 2018 en delante. Sobre ellos deberemos ahondar en otro momento. Permítaseme hoy concluir con otra observación sobre el costo variable. El que determina la tabla de mérito de las centrales eléctricas. Y, en consecuencia, la mayor o menor capacidad competitiva de los generadores. Depende esencialmente del precio de los combustibles. Y del volumen requerido por cada central para generar un kilovatio-hora, de su eficiencia. La mayor eficiencia de los ciclos combinados orienta a concentrar la planta de generación en gas natural. Pero no hay que olvidar el valor –tampoco el costo– que tiene la diversificación. Incluso en términos de seguridad energética. El comportamiento reciente de los precios del combustóleo y del gas natural, por ejemplo, no muestra ninguna ventaja de este último hoy. Incluso se registra una ligera ventaja –ocasional, sin duda– del combustóleo. Pero sobre esto, también tendremos que comentar algo en otra ocasión. Sin duda.
