16 de enero de 2016     Número 100

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

TPP + TLCAN = RIP campo mexicano

Víctor Suárez Carrera Director de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC) [email protected]


FOTOS: Enrique Pérez S. / ANEC

A Armando Bartra, Lourdes Rudiño,
Enrique Pérez y Hernán García por
La Jornada del Campo número 100.

“No dejaremos a países como China
escribir las reglas de la economía global”
Barack Obama (La Jornada, 6/10/2015)

El pasado 5 de octubre Idelfonso Guajardo, secretario de Economía, anunció que se habían concluido “exitosamente” las negociaciones del Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) y recientemente informó que el próximo 4 de febrero se celebraría en Nueva Zelanda la Cumbre de presidentes y jefes de Estado para firmarlo. Acto seguido se esperaría que el Titular del Ejecutivo envíe el texto legal suscrito al Senado para su ratificación o rechazo.

Las negociaciones fueron secretas, a espaldas de los sectores productivos, de la sociedad y del Senado, y, como siempre, el gobierno mexicano anunció que “ahora sí” este enésimo tratado de libre comercio traería crecimiento económico, bienestar y prosperidad para todos.

Tanto en las negociaciones del TPP como en las del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) no participaron los pequeños y medianos agroproductores y agroempresarios, y se desestimó su exigencia de excluir al sector agropecuario del TPP a la luz de los resultados adversos de 21 años de TLCAN y por su carácter extremadamente sensible y estratégico para la seguridad nacional en un entorno global cada vez más adverso e incierto (estancamiento económico, crisis financiera, energética, alimentaria, climática, geopolítica, etcétera).

El gobierno mexicano volvió a utilizar las falsas promesas que expresó hace casi 25 años para justificar las bondades del TLCAN: “grandes oportunidades de exportación en el mercado más grande del mundo”, “el TPP será el motor del crecimiento sectorial”, “se lograron grandes concesiones para la protección del sector”… Veamos cuál es la realidad del TPP y las implicaciones para el campo mexicano.

Hay memoria: 21 años de TLCAN son suficientes. El presidente Peña Nieto y el secretario de Economía apuestan a la amnesia de la opinión pública y de la ciudadanía para intentar “vender” el TPP como un “producto nuevo”, replicando con exactitud la demagogia y las promesas incumplidas que en su momento formularon Carlos Salinas de Gortari, Jaime Serra Puche, Pedro Aspe, Luis Téllez y Santiago Levy, entre otros.

Desafortunadamente para el gobierno federal, hay memoria; 21 años de TLCAN son suficientes y, como lo declaró la congresista estadounidense Marcy Kaptur, “el TLCAN es un océano de promesas incumplidas”. Tenemos algunos ejemplos.

El gobierno mexicano prometió que con el TLCAN el sector agropecuario crecería aceleradamente, generando empleos bien pagados, combatiendo la pobreza y reteniendo a la población rural para reducir el flujo migratorio hacia Estados Unidos (EU). La realizad es que a lo largo de los 21 años de TLCAN el producto interno bruto agropecuario ha crecido a una escasa tasa promedio anual de 1.7 por ciento (ver gráfica 1). Esta tasa es notoriamente inferior al crecimiento experimentado por el sector en el medio siglo anterior a la entrada en vigor del TLCAN y evidentemente ha sido incapaz de generar empleos bien pagados y frenar la desigualdad, pobreza y migración rural. Tan sólo entre 1994 y 2010 más de seis millones de personas del medio rural fueron expulsadas a la Unión Americana en busca de trabajo.

El abandono del campo a raíz del TLCAN generó un vacío que fue ocupado por el crimen organizado. Un solo dato: México ha incrementado la superficie sembrada de amapola de 5,050 hectáreas en 1995 a 19,500 hectáreas en 2009 (José Reveles, citado por InSight-Crime, La Jornada, 28 de diciembre de 2015).

Por otro lado, auguraban que el TLCAN generaría un incremento considerable en las agroexportaciones, impulsando el crecimiento sectorial. En realidad, el gran aumento de las exportaciones agrícolas (16 por ciento promedio anual) únicamente contribuyó con un ridículo crecimiento sectorial promedio de 1.7 por ciento anual. Adicionalmente, si bien crecieron las agroexportaciones con el TLCAN, tendencia por demás presente ya en los 20 años previos, el gobierno mexicano omite mencionar el crecimiento desbordado de las importaciones agropecuarias y agroalimentarias. Como lo demuestran los datos de la gráfica 2, en 21 años de TLCAN se registra un saldo negativo en la balanza comercial agropecuaria y agroalimentaria con excepción de dos años: 1995 y 2015. Coincidentemente, en estos dos años se han generado graves crisis económico-financieras.

El crecimiento de las importaciones agroalimentarias ha propiciado el colapso de los sectores productivos del campo, la imposición de un modelo alimentario dañino a la salud humana, la monopolización trasnacional del sistema agroalimentario mexicano, una dependencia alimentaria y tecnológica crecientes y, en resumen, la pérdida de la soberanía y seguridad alimentaria y nutricional de la población.

Otra de las grandes apuestas del TLCAN para el campo fue que la agroindustria azucarera mexicana podría acceder al mercado de EU gracias a una eliminación del sistema de cuotas para el azúcar nacional y para colocar sus excedentes sin restricción a precios extremadamente favorables. A la fecha, esto no ha sucedido. En fecha reciente, el secretario Guajardo aceptó un “acuerdo administrativo” con los refinadores estadounidenses para únicamente exportar hasta un máximo de 1.5 millones de toneladas de azúcar mexicana. Vale recordar que Estados Unidos exporta a nuestro país 1.5 millones de toneladas de alta fructuosa de maíz. Es decir, ¡después de 21 años de “libre comercio” se mantiene el sistema de cuotas!

Y así podemos seguir haciendo memoria sobre el océano de promesas incumplidas del TLCAN.

El TPP en la estratégica de Estados Unidos y el capital trasnacional. Junto con la Asociación Trasatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP) –entre la Unión Europea y EU- y el Acuerdo de Comercio para los Servicios (TISA), el TPP forma parte de la estratégica geoeconómica y geopolítica de EU para el logro de los siguientes objetivos interrelacionados: a) asegurar la expansión extensiva (territorial) e intensiva (servicios, comunicaciones digitales, genoma, biodiversidad, etcétera) para la inversión del capital trasnacional; b) romper con el multilateralismo (Organización Mundial de Comercio, OMC) y establecer el unilateralismo del capital trasnacional en la fijación de las reglas de comercio, inversión y propiedad intelectual; c) aislar y debilitar los procesos soberanos y alternativos de integración de los países sudamericanos con gobiernos progresistas (Mercosur, Banco del Sur, Unión de Naciones Suramericanas -Unasur), y d) aislar y debilitar el creciente poderío e influencia de China en la Cuenca del Pacífico.

El gobierno mexicano, a “invitación” de Barack Obama, se incorporó tardíamente (2011) a las negociaciones del TPP iniciadas en 2005. Esto significó aceptar a ciegas –como condición sine qua non para los países de nuevo ingreso- todos los acuerdos de las rondas de negociación previas.

Los países que suscriben el TPP son: Estados Unidos, Canadá, México, Chile, Colombia, Perú, Japón, Malasia, Australia, Brunei, Singapur, Vietnam y Nueva Zelanda.

De éstos, México no tenía tratado de libre comercio o similar con Australia, Brunei, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam. Estos países representan el 1 por ciento de las exportaciones mexicanas y un déficit comercial de 8,783 millones de dólares (2014).

Por tanto, las nuevas y mayores amenazas y supuestas oportunidades para el sector agropecuario provendrían de estos últimos países.

¿Que “negoció” el gobierno mexicano en el sector agropecuario?

  • Apertura a la libre importación de todos los productos agropecuarios sin excepción.

  • No habrá salvaguardas agrícolas: “No se aplicarán derechos de cualquier tipo al amparo de una salvaguarda especial tomada de conformidad con el Acuerdo sobre Agricultura (ASA) de la OMC sobre bienes agrícolas originarios de cualquiera de las partes”.

  • “Protección especial” (cupos y aranceles temporales) para productos sensibles: cárnicos (res), lácteos, tabaco, uva-vino, arroz, café, azúcar, manzana y aguacate.

  • Compromiso para eliminar los subsidios a la exportación, pero nada sobre la eliminación de los subsidios a la producción y al consumo.

  • Compromisos para negociar en el seno de la OMC “disciplinas” a las empresas comerciales del Estado exportadoras de productos agrícolas.

  • Se reconoce la necesidad de prohibir o restringir las exportaciones agrícolas por causas de seguridad alimentaria.

  • Comercio de productos agrícolas transgénicos: a) “Nada de lo dispuesto en este artículo (2.29) obligará a una Parte a adoptar o modificar sus leyes, reglamentos y políticas de control de productos de la biotecnología moderna dentro de su territorio”; y, b) “Cada Parte identificará un punto o puntos de contacto para compartir información sobre temas relacionados con incidentes de presencia de niveles bajos”. Presencia inadvertida de niveles bajos de productos transgénicos en el comercio de acuerdo con las Directrices para la realización de la evaluación de la inocuidad de los alimentos obtenidos de plantas de ADN recombinante.

  • Administración de cupos: enlistados en el Anexo 2-D (Eliminación arancelaria): “Cada parte se asegurará que los procedimientos para administrar sus cupos estén disponibles al público, sean justos y equitativos, no sean administrativamente más onerosos de los absolutamente necesario, respondan a las condiciones de mercado y sean administrados de manera oportuna”.

Impactos en el sector agropecuario. Las “medidas especiales de protección” para los sectores productivos sensibles de México son insuficientes y están sujetas a una aplicación discrecional de la Secretaría de Economía (SE).

La experiencia del TLCAN establece que, bajo la presión de las corporaciones agroimportadoras, la SE modifica discrecionalmente los cupos de importación al alza y a la baja los aranceles y plazos de desgravación. En los hechos, se trata de una apertura total de los productos agroalimentarios sensibles.

  • Los productos y sectores más afectados por las importaciones serán los siguientes: lácteos (Nueva Zelanda), café (Vietnam), azúcar (Australia), cárnicos (Australia, Nueva Zelanda), arroz (Vietnam), manzana (Australia), uva-vino (Australia, Nueva Zelanda), aguacate (Australia), trigo (Australia) y manzana (Australia, Nueva Zelanda).

  • Las empresas importadoras beneficiarias del TPP serán, entre otras: Nestlé (café, lácteos); Vizur, Sygma, Campofrío (cárnicos); Danone (lácteos), Walmart, Soriana, Comercial Mexicana, Chedraui (manzana, uva, arroz); Bimbo, Gamesa (trigo); Femsa, Pepsico (azúcar).

  • Programa de eliminación arancelaria “negociada” para el sector agrícola de México: Categoría A. Libre importación de productos “no sensibles” a partir de la entrada en vigor. Categoría B. “Sensibilidad media”. Eliminación gradual, con diversas modalidades, hasta su eliminación total en etapas anuales de entre tres y 16 años. Categoría D. “Alta sensibilidad”. Aranceles-cupos: cantidades máximas de importación libres de arancel por año y aranceles OMC para las cantidades que excedan el cupo. Los cupos se incrementarán anualmente hasta fijarse en un monto determinado a partir del año 11 y subsiguientes.

  • La SE promete que además de la “gran protección” vía los aranceles-cupo a los sectores sensibles, impulsará un programa de inversiones para aumentar su competitividad y enfrentar exitosamente la competencia de las importaciones agrícolas de los países del TPP.

  • En este rubro, durante los 21 años de la implementación del TLCAN, nunca se llevó a cabo el tan prometido programa de inversiones para la competitividad, argumentando “austeridad presupuestal” y “crisis de las finanzas públicas”.

  • Con el TPP se completa el desmantelamiento de la agricultura mexicana, sobre todo la del sector de pequeños y medianos productores; se acrecienta la dependencia e inseguridad alimentaria y nutricional, y la pérdida de nuestra soberanía alimentaria. Adicionalmente, se termina por imponer el imperialismo alimentario de las corporaciones trasnacionales y un sistema con precios elevados al consumidor y una calidad nutricional a la baja. Como lo ha demostrado el TLCAN, las únicas beneficiarias del TPP serán las grandes corporaciones agroalimentarias mexicanas y extranjeras.

Con el TPP más el TLCAN sólo podemos esperar la extinción del campo mexicano, a menos que las organizaciones campesinas, los pequeños y medianos agroempresarios y los movimiento sociales digamos: ¡21 años de TLCAN son suficientes. No al TPP!

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