16 de enero de 2016     Número 100

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

El TPP amenaza la libertad de
expresión y la privacidad en la red

Jesús Ramírez Cuevas [email protected]

Tras siete años de negociaciones secretas, la firma del propuesto Acuerdo Estratégico Tanspacífico de Asociación Económica (TPP por sus siglas en inglés) amenaza la libertad en internet, la libre circulación de contenidos y la privacidad de los usuarios bajo el argumento de proteger la propiedad intelectual o copyright.

El Acuerdo afecta los derechos de autor, pues aumenta 20 años más la explotación monopólica de las obras, sin ninguna justificación. Sólo se homologan las leyes de los países firmantes con el sistema estadounidense. De acuerdo con el estándar internacional, una obra pasa a ser patrimonio común después de 50 años (Convenio de Berna), pero con el TPP se aumentará el tiempo a 70 años, beneficiando a las grandes empresas titulares de derechos de autor que gozarán más tiempo de su monopolio.

En el caso de internet, de aprobarse el TPP, los usuarios serían vigilados y perseguidos, atentando contra el derecho a la libertad de expresión y la libre circulación de ideas. El TPP prevé procesos judiciales y duras penas por uso de programas y contenidos sin autorización o licencias de sus propietarios.

Un aspecto particularmente grave del TPP son las amenazas que representa para la libre circulación de contenidos facilitada por internet. El TPP amplía los mecanismos de sanción a las infracciones y se propone limitar la circulación de obras lícitas entre países. Esto afecta la libertad de expresión y el acceso de contenidos para los usuarios.

A pesar de las objeciones de especialistas, usuarios y organismos internacionales, y violando las reglas de neutralidad de la red y las libertades, el TPP da a los intermediarios del servicio de internet y a los gobiernos el poder de controlar los contenidos en la red.

El TPP revive mecanismos de control y sanción muy parecidos a la derrotada Ley SOPA, para que los prestadores de servicio de internet detecten material que viole leyes y bloqueen contenidos no autorizados. Todo, en nombre del derecho de autor, sin considerar de condiciones mínimas de debido proceso cuando se incurra en actos de censura de contenidos por razones políticas o económicas. Es decir, el TPP promueve la censura sin posibilidad de defensa.

La regulación que hace el TPP del uso de tecnológicas protegidas eleva las sanciones para quienes no paguen derechos de propiedad intelectual por uso de programas y contenidos, pero también a quienes prestan servicios y no controlen su uso. Las sanciones no sólo serán civiles sino también penales, es decir, se criminaliza a usuarios y a prestadores de servicios.

Organismos civiles y relatores de derechos humanos de las Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos (OEA) han señalado que no es posible hacer responsables a los que prestan los servicios de internet por actos ilícitos en que incurran los usuarios. Esto es un principio clave para el respeto de la libertad de expresión en internet. El texto final del TPP obliga a los países a “cooperar” con los titulares de derechos y adopta el modelo de la legislación estadounidense para bajar y censurar contenidos que sean denunciados, sin dar garantías de defensa efectivas.

El TPP autoriza la censura a petición privada. La ley de propiedad intelectual sobre internet y tecnologías digitales establece responsabilidad en caso de no remover contenido con un simple aviso privado por alguna infracción supuesta como catalizador de la obligación de retiro. Esto implica crear un sistema de retiro de contenidos sin defensa alguna.

Además, el TPP legaliza la vigilancia de contenidos y el aumento de penas criminales para el descifrado de señales satelitales. El TPP va más allá del Convenio de Berna y no garantiza los derechos del público, sólo los intereses de las empresas monopólicas. No considera garantías para la distribución y acceso a la información y contenidos abiertos ni del papel de las bibliotecas y archivos digitales ni considera los derechos de los usuarios.

El TPP termina por consagrar un modelo de censura que puede ser controlado desde Estados Unidos en beneficio de intereses geopolíticos y que satisface a la gran industria en perjuicio del interés público.

Cabe mencionar que el capítulo de propiedad intelectual es solo uno de los casi treinta que componen el acuerdo.

Frente a estas amenazas, a la manipulación de la censura por razones políticas y económicas, se requiere una discusión seria, profunda e informada sobre los alcances de un tratado internacional negociado en secreto. Sobre todo en lo que se refiere al acceso de contenidos de la red y de las formas de comunicación e intercambio de información del siglo XXI. La sociedad mexicana tiene la palabra, el Senado debe escuchar y legislar de acuerdo al interés público mexicano y no exclusivamente de las empresas estadounidenses.

Con la firma del TPP se pone en juego la libertad de expresión, la libre circulación de las ideas y de contenidos en internet, privilegiando los intereses de empresas y gobiernos por encima de los derechos ciudadanos.


Impactos del TPP en la
Península de Yucatán

Mauricio Macossay Vallado Universidad Autónoma Chapingo (UACh)

En cuanto entre en vigor, el Acuerdo Transpacífico (TPP) provocará pronto fuertes impactos y afectaciones en diversas actividades económicas nacionales y en las clases y los grupos sociales populares, en particular en el medio rural y en las familias rurales y campesinas.

Impactos que profundizarán sin duda el camino que abrió el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) desde 1994 y que ha modificado a fondo el panorama de la Península de Yucatán. Aquí sentirán su rigor los trabajadores rurales y urbanos –cuyas condiciones laborales son duras y sus ingresos muy limitados-; se observará un acelere de las políticas capitalistas neoliberales, que ya han modificado la situación económica y social (y algo la político) en los 35 años recientes.

Esta Península, con fuerte presencia maya y mestiza, era en 1980 un territorio donde dominaba económica y socialmente la producción agroindustrial y agropecuaria, con la agroindustria henequenera manejada casi en su totalidad por el Estado, la industria camaronera privada subsidiada también por el Estado, la agroindustria arrocera campesina, la producción bovina privada, la producción citrícola comercial campesina, la producción hortícola campesina comercial y la milpa campesina maya de larga memoria, entre otras; y donde los servicios y las actividades petroleras y turísticas eran de pequeña escala, aunque ya en ascenso.

En 2016, en cambio, la Península es un espacio geoeconómico dominado por el capital financiero trasnacional en la industria turística, principalmente en Quintana Roo y algo en Yucatán y Campeche; la industria petrolera en la sonda de Campeche; la industria avícola y porcícola con medianas empresas y servicios; el henequén derrumbado y casi desaparecido, al igual que la producción arrocera y camaronera, y la producción bovina, citrícola y hortícola acotada y con fuertes problemas, mientras pese a todo persiste, a duras penas, la milpa maya campesina.

Los cambios han sido rápidos, profundos y devastadores. Se han hundido o desaparecido importantes actividades que brindaban empleo y sustento a decenas de miles de familias campesinas y urbanas. Ello, a partir del TLCAN, desde 1994, y también del impulso a las maquiladoras textiles de capital extranjero (estadounidense principalmente, si bien reducidas en los diez años recientes), y del enorme fomento a la producción petrolera y al turismo en toda la costa del Caribe mexicano, desde Cancún hasta Majahual y Chetumal.

Los fenómenos resultantes incluyen una migración enorme hacia Quintana Roo y Estados Unidos, frenada en los años recientes, y duras condiciones laborales, bajos salarios y bajas prestaciones, con los derechos laborales y sindicales (colectivos) virtualmente inexistentes.

El avance del capital financiero trasnacional, y del propio Estado, que cambió completamente sus políticas y acentos, ha sido imparable, con muy escasa resistencia popular y maya, apenas unos cuantos focos de lucha y reivindicación de derechos elementales. En los años recientes, con el rechazo a la soya transgénica que pretende imponer Monsanto, ha venido creciendo la movilización social, aunque todavía focalizada y no generalizada. El huracán neoliberal ha sido fuerte y profundo, los cambios y daños en los tejidos sociales populares y de los sectores medios también.

El TLCAN abrió de par en par las puertas al capital financiero trasnacional para hacer y deshacer casi a su antojo, como en el caso de WalMart, que ha penetrado y crecido hasta dominar la distribución comercial de alimentos y mercancías en las principales ciudades peninsulares y desde ahí prácticamente en todas las urbes del área.

El TPP profundizará esta dinámica, afectando más a fondo importantes renglones peninsulares, como la producción alimentaria (mielera, citrícola, hortícola y maicera) y las semillas campesinas, con un fortalecimiento de la concentración monopólica. Y seguramente hará crecer los flujos migratorios hacia la costa del Caribe, acelerando el desordenado y violento crecimiento de Cancún y Playa del Carmen, y hacia Estados Unidos, despoblando sobre todo de sus jóvenes a muchas poblaciones peninsulares.

La milpa maya, refugiada en cientos de poblaciones medianas y pequeñas por toda la península, ha resistido ejemplarmente, pero está a la defensiva, a merced de poderosas fuerzas y grupos económicos.

El TPP generará más desequilibrios y mayores problemas sociales, económicos y seguramente políticos a la gran mayoría de la población peninsular, mientras el capital financiero trasnacional, asociado con capitales nacionales medianos y pequeños, continuará profundizando su dominio y sus intereses, imponiendo más y más tensión.

En 1847 las enormes presiones sociales acumuladas por la dureza del dominio de los hacendados criollos peninsulares generaron una importante guerra campesina, que aunque al final fue sofocada a inicios del siglo XX, permanece en la memoria maya y popular profunda. Hay ahora brotes de resistencia que podrían crecer y prosperar. Hay que estar atentos.

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