Opinión
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2016: reforma, complejidad y conflicto
L

a estrategia empresarial-gubernamental para llevar a cabo la reforma a la educación es sencilla y lineal: rápida modificación constitucional, 2012; resistencia predecible y controlada en dos estados y aprobación de leyes secundarias, 2013; y arranque vigoroso de la reforma, 2014. Pero sigue atorada. Y no por incapacidad o imprevisión, sino por algo de fondo: es una estrategia que retoma una ciencia decimonónica, fincada en dos o tres variables (factores) que viene sustituida por enfoques mucho más complejos, dinámicos e interdisciplinarios. Pero en política la vieja ciencia no ha muerto del todo, y sigue orientando mucho del saber-hacer y del objetivo conservador (ley y orden) de las burocracias y grupos sociales dominantes.

El cambio en la percepción de la realidad se volvió necesario, entre otras cosas, para entender y manejar grandes conflictos bélicos (Segunda Guerra Mundial), pero fue propiciado por los desafíos planteados por las intensas transformaciones sociales (las luchas de liberación de antiguas colonias, de grupos y clases sociales marginadas, entre otras) y sustentado en una avanzada informática. El ver la realidad como una tupida red de variables o factores (la complejidad organizada) donde un cambio en una genera interacciones y redefiniciones en muchas otras, permite comprender mejor cómo un evento aparentemente menor (como una golpiza a estudiantes en el 68) puede generar una concatenación que llega a una crisis de Estado, matanza en Tlaltelolco y una profunda transformación social. De ahí que, en una alegoría que ilustra esta visión del funcionamiento de los sistemas complejos, se dice que el aleteo de una mariposa en el Amazonas puede producir más tarde un huracán en Nueva York.

Desde esta perspectiva, aquí apenas esbozada (ver más en Pablo González Casanova, Las nuevas ciencias y las humanidades. De la academia a la política), es posible decir que la reforma-evaluación no sólo no va, sino que está provocando ondas que sacuden al sistema-nación y está generado un estado de desesperado desconcierto entre sus impulsores. Además de sus propias y erradas decisiones, otros factores comienzan a actuar y desarticulan la nítida sencillez de la propuesta. Entre otros, la inmediata, permanente y ya prácticamente nacional resistencia magisterial; gobernadores reticentes a aplicar la reforma; una SEP que suspende el examen y la protesta de la alianza Mexicanos Primero-Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE, órgano de Estado); la caída del titular de la SEP, que fortalece la alianza gobierno-cúpulas y genera más violencia (y resistencia); la desesperada decisión de militarizar la reforma y de capturar rehenes (presos políticos); una evaluación que básicamente se convierte en un examen único estandarizado de milimétrico avance (ni 10 por ciento del magisterio ha sido evaluado, menos exitoso que el Ceneval); un discurso triunfalista que fortalece la imagen de un gobierno aún más distante de la realidad; la devastadora crítica de numerosos investigadores de la educación (Comie) contra la reforma y la propuesta, que ya surge, de que universidades como la UNAM retomen el anterior papel activo, convocando a un Congreso Nacional Educativo ( El Universal, 7/1/16: A16). Todo esto, en medio de una desesperante crisis económica y un muy desgastado intercambio político entre Estado y ciudadanía, muestra claramente que no estamos frente a algunos imprevistos, sino ante una situación compleja, de inquietud social que no cabe en el marco decimonónico de análisis del conflicto, y que tenderá a desbordarse a otras áreas.

Así, la manera en que se mira al mundo tiene un impacto importantísimo en la evolución y desenlace de procesos y conflictos. Los aliados pudieron derrotar a los burocratizados y rígidos nazis en gran parte gracias a que, por momentos (creativos), entendieron y actuaron exitosamente en situaciones complejas e inciertas. Aunque, luego, el Viet Cong supo leer de mejor y más amplia manera la realidad y en Vietnam derrotó a aquel conocimiento bélico-estratégico adquirido por Estados Unidos. En México, los zapatistas y el movimiento de los 43 han hecho contribuciones muy importantes (como el papel fundamental de la ética) en el terreno de la comprensión de los ejes del conflicto, y conseguido logros inéditos. A los rígidos y poderosos, rodeados de aparatos de corrupción, se les dificulta abandonar las viejas nociones unilineales porque, precisamente, la verticalidad y control han sido la garantía de su permanencia en el poder. A los oprimidos organizados y no dogmáticos, por el contrario, la lectura y acción en la complejidad les es más accesible porque viven en la incertidumbre frente al poder; para sobrevivir deben leer constantemente los movimientos del adversario, y cuya lucha, para que tenga solidez y ética, pasa por largos procesos democráticos de análisis y decisión.

Por eso hoy, como en otras ocasiones, la astucia que da el conocimiento de lo complejo es el arma más poderosa en cualquier conflicto, y claramente hoy no está del lado de la dogmática estructura burocrática-cupular gubernamental y empresarial que impulsa la reforma, sino de quienes en sus asambleas y congresos representan y palpan constantemente la inmensa complejidad de la realidad mexicana. Quienes desde hace años han venido construyendo propuestas educativas fincadas en acuerdos y no en decretos. Meros aleteos, dirá el desdén, pero de cientos de miles de mariposas.

* Rector de la UACM